El documental de "The Last Dance" tiene dos ilustres ausentes: uno es Craig Hodges, integrante del plantel de los dos primeros títulos de los Bulls y un ferviente activista por los derechos de los ciudadanos afroamericanos, que no jugó más en Chicago después de que criticara en una entrevista a Michael Jordan por no haber dicho nada sobre un caso de violencia racial policial durante las finales de 1992. Tres veces ganador del concurso de triples en el All Stars Game, Hodges nunca más pudo jugar un partido de la NBA tras aquel hecho. El otro es Brian Williams, también conocido como Bison Dele, que participó en el quinto título de la dinastía y, cinco años después, tendría un destino trágico, asesinado por su hermano, junto a su novia y al capitán de su barco.
En ocho planos que en conjunto no llegan a cinco segundos se sintetiza las veces que se puede ver a Williams en el noveno capítulo del documental, el único en el que aparece: cuando se escucha a Bill Cartwright explicando la dureza de Utah Jazz, el pivot de 2,08 no puede tapar una bandeja de John Stockton. Ya en el resumen del segundo partido, a su imponente figura se la ve intentando ir por un rebote ante un tiro de Jordan, mientras que en el del tercero no puede tapar un lanzamiento de Karl Malone. En el famoso "Flu game", el quinto, es cuando más se ve la camiseta 18: ante un doble de Stockton, frente a un contragolpe de Malone y cortinando para un tiro errado de Jordan. Luego, cuando Pippen consuela a Jordan tapado por una toalla en el banco de suplentes, el tercer rostro es el de Williams, en su único primer plano en la serie. Por último, está al lado de una tapa que sufre Steve Kerr en el sexto juego.
Sin embargo, su aporte en la cancha fue bastante mayor. Llegado a los Bulls en el final de la temporada por la lesión de Bill Wennington, jugó los últimos nueve juegos de la serie regular y todos los playoffs, con un promedio de 20 minutos en el campo durante la definición ante Utah, con 7,6 puntos y 3,5 rebotes. Su contribución al equipo para darle descanso a los maltrechos tobillos del australiano Luc Longley llamó la atención de Detroit Pistons, que lo contrató por siete años, con un vínculo de 42 millones de dólares.
Sin embargo, Williams era un bohemio y sentía que la NBA, con todo su show y glamour, no era su mundo. Ya había tenido problemas en Orlando, que seleccionó en la décima posición del draft de 1991 y en Denver, su segundo equipo en la Liga. Hijo de un integrante de Los Plateros, amaba la música y era capaz tocar con buen nivel el saxo, la trompeta, la guitarra y el bajo. También tenía interés por la lectura y la filosofía, con autores como Immanuel Kant, Friedrich Nietzsche y Soren Kierkegaard como preferidos. Durante su estadía con los Pistons resolvió cambiarse el nombre por Bison Dele en honor a sus raíces indígenas y africanas. Y en lo que debía ser el apogeo de su carrera, decidió abandonar todo, rechazar el contrato millonario que tenía por cobrar (sólo cobró 14,7 millones por tres de las siete temporadas que tenía firmadas) y buscar aventuras por el mundo.
De acuerdo al biógrafo Gonzalo Vázquez, viajó con amigos a Europa, hizo paracaídismo, corrió en Pamplona durante los festejos de San Fermín y terminó en Beirut, desde donde envió un mensaje a su agente para que anunciara su retiro definitivo del básquet. A la par, comenzó a practicar submarinismo y, definitivamente, sintió el llamado del mar.
De nada sirvieron los pedidos de Bill Davidson, dueño de Detroit Pistons; de Phil Jackson, que lo quería de nuevo bajo su ala para su etapa en Los Angeles Lakers; ni del propio Jordan, ya general manager de Washington, que lo pretendía para acompañarlo en su tercer regreso a las canchas. Dele se marchó a Australia, donde compró un camión con todo el equipamiento y accesorios imaginables, desde víveres para subsistir hasta una moto, un kayak y una tabla de surf para vivir en libertad.
No conforme con ello, adquirió por 650.000 dólares un catamarán de 17 metros de eslora bautizado -por un error ortográfico, según Sports Illustrated- "Hukuna Matata", como el lema de la película "El Rey León, para navegar por el Pacífico Sur. A ninguna de las personas con las que se contactó por esos meses le contó de su pasado como estrella del básquetbol en la mejor Liga del mundo, donde llegó a jugar 416 partidos, con 11 puntos y 6,2 rebotes de promedio, y a ganar más de 22 millones de dólares en contratos. Lo único que le faltaba para que su felicidad fuera completa era su antigua novia, Serena Karlan, a quien había conocido en su paso por Los Angeles Clippers y a quien llamó para que lo acompañara en su aventura.
La joven aceptó la invitación y, juntos, iniciaron un viaje que se teñiría de tragedia. Cuando estaban en Auckland, se presentó su hermano mayor Kevin, con quien tenía una relación amor-odio y al que no veía desde hacía dos años. Con problemas económicos, Kevin, que había cambiado su nombre a Miles Dabord, se unió a la travesía del Hukuna Matata, guiado por el capitán Bertrand Saldo.
Entonces sucedió la tragedia. En el tramo entre Tahití y Honolulu, los hermanos discutieron, la novia de Bison se interpuso y recibió un golpe, que la lastimó. Eso desató la furia de Dele, que atacó a Miles. La reacción del mayor de los hermanos fue asesinar a balazos a los otros tres tripulantes y arrojarlos al mar. Eso es lo que se reconstruyó de la investigación y del testimonio de una pareja de Dabord, ya que los cuerpos de Dele, Karlan y Saldo nunca aparecieron. Igual, el caso nunca se cerró.
Dabord regresó a Tahití, con el catamarán al que rebautizó como Aria Bella con letras de vinilo y del que borró todos los rastros que podrían haber quedado de la pelea. Desde allí retornó a California, donde intentó cambiar por oro un cheque 152.000 dólares a nombre de su hermano. Demorado por la policía, alertada por la desaparición de Dele, tenía en su poder el pasaporte, la chequera y las tarjetas de crédito del ex basquetbolista. Sin embargo, Dabord alegó que su hermano lo había autorizado y que se encontraba junto a su novia en una isla del Pacífico. Sin pruebas en su contra, fue liberado después del interrogatorio.
En los días siguientes llamó a su madre, a la que hacía tres años que no llamaba. "¡Mamá, necesito que me creas! ¡Nunca le haría daño a mi hermano! ¡Necesito saber que me quieres antes de morir! ¡Nadie creerá mi historia! ¡Nadie!", le dijo en la última comunicación. Desesperado, Dabord cruzó la frontera hacia Tijuana, donde fue encontrado en coma después de intoxicarse con un cóctel de valium e insulina. Tres días más tarde moriría en un hospital de Chula Vista.
De Dele -o Brian Williams, como se lo conocía en la época de los Bulls-, su novia y el capitán del catamarán nunca más se supo nada. Y en The Last Dance, ni siquiera hay una mención a aquel pivot zurdo que llegó a dar una mano y se calzó un anillo de campeón, antes de su trágico final.