Antonio Alegre, presidente de Boca por entonces, tomaba su café matutino y leía los diarios hasta que se detuvo en una noticia que lo sobresaltó: "¿Qué es esto? ¿Cómo que Boca va a tener fútbol femenino?". La noticia apareció en Popular, el 12 de febrero de 1989, en un recuadro de una entrevista a dos dirigentas: Nils Altuna y Lilian Fadel, presidenta y vice de la Asociación Argentina de Fútbol Femenino (AAFF), una organización que estaba emergiendo con fuerza para generar espacios para que las jugadoras se desarrollaran.
Ese mismo día sonó el teléfono en la oficina de estas mujeres. Era Alegre. Quería que le explicaran: "Quiero ver cómo va a ser esto, porque yo que soy el presidente no lo sé", les dijo. La estrategia de Altuna y Fadel funcionó: a veces recurrían a esas artimañas para iniciar las gestiones y poder sentarse a convencer a los clubes de que les abrieran sus puertas a las mujeres. Lo consiguieron. Alegre armó el espacio en Boca.
La Bombonera fue, en ese marco, un lugar que pudieron habitar en ocasiones. No referiremos a fechas porque las estadísticas escasean. Sin embargo, los relatos orales de aquellos partidos están presentes, aunque a veces la memoria haga trampas.
"Me acuerdo que salimos a la cancha después de pasar por el túnel. Nos habían dicho que entráramos y jugáramos, que ni se nos ocurriera sacarnos fotos. Y la verdad es que ni sé dónde estaba la pelota: yo me saqué fotos porque pensé: ‘Esto me va a quedar para toda la vida’", cuenta Teresa Suárez entre risas. La número 4 de Argentina en el Mundial de 1971 pisó el césped aquel día: fue un partido de exhibición que se realizó en el entretiempo de un Boca-San Lorenzo que jugaron los varones.
Lilian Fadel, por entonces vicepresidenta de la AAFF, recuerda que había alrededor de 60 mil personas en el estadio. A Teresa Suárez y sus compañeras las convocaron porque tenían su propio equipo: SanFer, abreviatura de San Fernando, la zona de donde era la mayoría. Las hicieron jugar contra un combinado de Boca. "Pusimos ese grupo porque en San Lorenzo el presidente Fernando Miele nunca quiso tener fútbol femenino. Mirá que yo soy Cuerva, pero no había caso, no lo podíamos convencer. Había mentes muy cerradas en aquel entonces", cuenta Fadel.
¿Sólo por entonces? Todavía es difícil ver a las futbolistas de Boca en la Bombonera. El plantel actual sólo disputó dos partidos: los triunfos contra Lanús y River. Teresa Suárez y sus compañeras abrieron la cancha a fines de la década del ‘80.
La paraguaya Angy Báez también integró aquel equipo. Nacida en Acahay, un pueblito ubicado a 100 kilómetros de Asunción, no podía creer que estaba por jugar ante tanta gente. En algún lugar del estadio se cruzó con Darío Siviski, por entonces jugador del Ciclón y le pidió una foto. Lo abrazó: "Soy de River, pero estar ahí ese día fue lo máximo", dice.
Nils Altuna y Lilian Fadel llevaron a las jugadoras en un micro. San Fernando ganó 1 a 0 y el gol lo hizo Silvia Luna, la número 7, al minuto de juego. Las camisetas tenían la publicidad de Angelo Paolo: la idea era que tiempo después la marca hiciera una campaña con las futbolistas. Eso finalmente no se concretó.
La arquera de SanFer, Leonor González, es hincha de Boca: dice que aquel día estaba tan emocionaba que si le pateaban seguro la pelota entraba porque ella no podía dejar de mirar a la hinchada, maravillada.
Omar Goncalvez fue el DT de este equipo, que también estuvo integrado por Sara Raina, Liliana Luque, Marcela Russo, Daniela Báez, Gladys Estigarrillo, Laura Godoy, Mirta Fleitas y Mónica Pérez, Mónica Gutiérrez y Karina Velazquez.
El sueño aquella vez duró 15 minutos: después las mandaron a la popular, a ver el partido de varones desde ahí. Las dirigentas se quedaron en la platea, aunque Lilian Fadel cuenta que la buena relación con Alegre hizo que frecuentaran el palco oficial.
Repetirían la experiencia en el entretiempo de un Boca-Independiente.
La AAFF era un proyecto ambicioso: generó torneos, una Selección, lugares de entrenamiento y además se preocupaba por darle alimentos a las futbolistas que tenían problemas económicos. También habían programado brindar asistencia de salud. En 1991, cuando la AFA recibió la orden de la FIFA de organizar un campeonato dentro de la Federación, Julio Humberto Grondona convenció a Nils Altuna de sumarse a la entidad. Fadel no estuvo de acuerdo y se corrió. La AFA terminó absorbiendo esas bases, y los planes con una perspectiva feminista que eran un adelanto para la época quedaron en la nada. Altuna se iría de la AFA tiempo después, molesta con los manejos del dirigente.
Con el torneo de AFA ya en marcha, las futbolistas tuvieron tres partidos más en la Bombonera en 1992. Liliana Rodríguez, sucapitana de aquel equipo, conserva una foto de un momento de felicidad: el día que el equipo dio la vuelta olímpica en este estadio que cumple 80 años. Fue después de ganar el título en 1992, el primero para el fútbol femenino del club, un trofeo que conquistaron al quedar punteras con una diferencia de un punto sobre River, ganador de la primera edición. La foto y esas sonrisas delatan el momento. Venían de ganarle a Central Ballester como visitantes.
Una fecha antes lograron un triunfo clave en la Bombonera misma: vencieron 5 a 0 a Yupanqui en una cancha vacía. "Teníamos a Eduardo Saturnini de técnico. Era un hombre que estudiaba a las rivales, que estaba en los detalles. Yupanqui eran un gran equipo de la época, pero él sabía que se destacaban en espacios cortos. Así que pensó que la Bombonera iba a ser gigante para ellas. No sé cómo la consiguió y jugamos ahí. Así nos fue, las goleamos", cuenta Rodríguez.
La defensora agrega que fue un partido a la mañana, cerca del mediodía, con mucho frío. Que la emoción estaba latente minuto a minuto: usar el vestuario que usaban sus ídolos fue un sueño cumplido.
María Felicidad Robles también estuvo aquel día. Le dicen Pico: le pusieron ese apodo cuando la compararon con el jugador, Walter, y notaron que tenían rulos similares. Pico, la jugadora, recuerda otros dos partidos en el estadio: contra Independiente y frente a Juventud Unida.
Hizo un gol contra el Rojo que se le viene a la memoria: "Eli Villanueva jugaba de 7 y tiraba los centros. Hicieron una jugada con Norma Altamirano, me llegó al área y lo hice de cabeza. Yo jugaba de 9. La verdad, en aquel momento pensaba: ‘Loco, es re groso que estemos acá’".
Pico es hincha de Boca y cuenta que a algunos de esos partidos iban, como mucho, 300 personas: familiares y amigas y amigos que se acercaban para verlas. Robles le dedicó uno de esos goles a su mamá y a sus vecinos de Fuerte Apache.
Días más tarde, una de las tantas veces que ayudaba a su papá a vender pan casero, cuenta que la reconocieron: había salido en el diario Crónica y eso la ayudó en el trabajo. Le compraron más por ser la 9 de Boca.
Años más tarde, otras mujeres hicieron pie en la Bombonera. Danila Paola Torrez rememora los mediados de los ‘90, la vez que cruzó a Diego Maradona en el túnel: el Diez tenía el mechón amarillo y las felicitó porque habían hecho un buen partido. Ella era una adolescente fanática de San Lorenzo, pero jugaba en Boca y no olvida la sensación de estar con sus compañeras un preliminar antes de un partido de los varones por Copa Libertadores. “Me acuerdo cómo vibraba el césped. Es impresionante, cuando jugás ahí con la cancha llena es como que tiembla el piso. Lo hablábamos con las chicas. No tiene comparación con ningún otro estadio. Y eso que jugué en la Selección y estuve en canchas de otros países, eh”, dice.
Aquel día escuchaba en el campo todo lo que decía la gente. Los murmullos. Y hasta hizo un gol: "Fue en el arco que da a la Ribera. Yo jugaba en el medio, paré la pelota, la abrí de espaldas al arco, giré y le pegué desde el borde del área grande. Fue un golazo. Me acuerdo la imagen de la gente gritándolo. Increíble".
Las mujeres también escribieron la historia de un estadio mítico: acá están, estos son, los recuerdos de días en los que la Bombonera también es de ellas.