Por información encontrada en la web, luego de una simple búsqueda, hallé que Carl Peter Vaernet, danés de nacimiento y nazi por adopción, cuando terminó la segunda guerra mundial fue tratado con privilegios, y luego sacado del campo de prisioneros en el que estaba por autoridades inglesas y suecas porque tenían interés en su "tratamiento de la homosexualidad".
También se menciona que los ingleses fueron los que se encargaron de facilitarle su llegada a Argentina con el nombre cambiado a Carlos P. Varnet, junto con la complicidad de las autoridades danesas que sellaron herméticamente los archivos referidos a este diabólico personaje por más de 50 años. Estos archivos recién pudieron ser “abiertos” en el año 1999 gracias al accionar de Peter Tatchell y a la constante y continua presión de la prensa. Hay que recordar que ni siquiera en la propia Dinamarca sabían de este criminal por el encubrimiento mayúsculo que hicieron los ingleses, suecos y daneses, ya que eran los únicos que sabían quién era realmente el nuevo “Varnet”. Por lo encontrado en la web, el ahora Carlos P. Varnet llegó a la Argentina en 1947. Este médico aparece como un endocrinólogo danés, con una “pantalla” hecha a la medida por todos los antes mencionados y seguramente engañaron a las autoridades argentinas del momento y así posibilitaron su contratación. Cabe preguntarse: ¿quién fue el nexo y quién avaló su presentación al gobierno argentino? ¿acaso apareció mágicamente en la Casa Rosada o en la secretaría de Salud? Ramón Carrillo como Secretario de Salud, nunca podría haber sabido quién era realmente este personaje nefasto si ni en su propio país lo sabían.
¿Cómo Carrillo podía saber de la verdadera y oculta historia de este personaje siniestro de un país ubicado a unos 12.000 km de distancia en el año 1947, a quien le habían cambiado la identidad y, cuando además él estaba totalmente abocado en eso tiempos al armado de la monumental obra de Salud Pública que nos legó luego a todos los argentinos? Carlos P. Varnet, por más que tenía un nuevo contrato, renunció a la secretaría de Salud después de estar un poco más de un año contratado. Si alguien supone que Varnet le debe haber ofrecido su “tratamiento” a Carrillo, debe tener una imaginación supina para hacerlo ya que el mismo danés, en el informe de febrero de 1945 que le presenta a Himmler, no dice nada de los resultados de sus experimentos en el campo de concentración de Buchenwald.
Según lo que se expresa en el trabajo “El Holocausto Gay”, suponen que resultaron un fracaso total hasta para el propio Vaernet porque no hizo ninguna mención de los mismos en el informe. Tal fue el encubrimiento, que el propio nieto de Vaernet, Cristian, del primer matrimonio que tuvo en Dinamarca, ni siquiera sabía de las atrocidades cometidas por su abuelo durante la guerra, según le comenta a Tatchell en dos correos electrónicos que intercambiaron. Creía que su abuelo sólo había actuado como médico y no tenía idea de quién fue hasta que la verdad empezó a salir a la luz a fines de la década del 90.
Evidentemente nadie de su familia, ni la danesa y ni la argentina sabía de los crímenes hasta que se conocieron en el año citado. También llama poderosamente la atención que este criminal de guerra haya vivido tantos años y sin castigo, en medio de nuestra sociedad después de 1947, ejerciendo como endocrinólogo en su vivienda de la calle Uriarte hasta su muerte en el año 1965. En 1959 y en 1965 trató de volver a Dinamarca, pero las autoridades danesas no le garantizaban su impunidad, por lo que se quedó en Argentina. Se dice que estaba aterrorizado temiendo que lo descubrieran, aunque los daneses sabían perfectamente dónde localizarlo. Fue enterrado en el Cementerio Británico de la Chacarita.
Los ingleses trataron sin ninguna consideración a Alan Turing, genio inglés, precursor de la computación, que descifró el
código ENIGMA de los alemanes y con eso pudieron saber sus planes. Después de la guerra, le hicieron optar por
la cárcel o hacer un tratamiento muy similar al de Vaernet. finalmente terminó suicidándose.
También me gustaría sugerirles a las personas, especialmente extrajeras, por las expresiones vertidas
públicamente contra el Dr. Ramón Carrillo en los últimos días, que estudien sin saltearse ninguna de las bolillas
de la materia “Historia de la República Argentina”, antes de emitir opiniones sobre aquellas personas que
realmente le hicieron mucho bien a nuestro país.
Las verdades a medias se pueden convertir fácilmente en mentiras maliciosas.
Que cada uno se haga cargo de lo que le toca.