Esta semana cambiaron los planes para los comercios no esenciales de la Ciudad de Buenos Aires, en particular para aquellos, aproximadamente 10.000, que se encuentran dentro de las más de 20 zonas en las que el gobierno porteño restringió los permisos. En la concurrida calle Florida abundan las persianas bajas de los negocios de indumentaria. Algunos puestos de flores permanecen abiertos y sus trabajadores, sentados en banquitos, esperan algún cliente. “Por más que abramos, no anda nadie por la calle”, indicó Romina, trabajadora de una perfumería. Cintia, que atiende el quiosco de la estación Catedral, no opina igual. "Desde la semana pasada, cuando relajaron la cuarentena en la Ciudad, el tren en el que vengo viene lleno de gente", señaló. 

En el boulevard de la avenida 9 de Julio, Ignacio remueve tierra y arregla los plantines. “Acá el peligro es que estemos en contacto permanente con la gente y con la calle. Un compañero que vive en la villa 31 ya no viene más y otro, que tenía asignada la zona de Recoleta, se contagió y ahora está en un hospital”, relató Ignacio, que trabaja para la empresa Zona Verde, contratada por el Gobierno de la Ciudad para la limpieza y mantenimiento de espacios públicos. “No somos esenciales, pero en ningún momento nos dijeron que no vengamos a trabajar”, señaló.

El Microcentro es una de las nuevas zonas restringidas. Según comerciantes del barrio, la circulación no había aumentado demasiado. “La información de la Ciudad es muy confusa”, admitió Diego, encargado de una óptica ubicada sobre Diagonal Norte, y explicó que, en ese local, los tres profesionales vienen desde provincia. “Todavía no sabemos si la semana que viene vamos a trabajar o si vamos a poder venir hasta acá”, señaló Karina, otra trabajadora del local, y agregó que “como la gente no viene a trabajar, las ventas se redujeron a lo básico, como por ejemplo los lentes de contacto para quienes viven por la zona”. Sobre Bartolomé Mitre, una librería atiende desde la puerta. Tiene una pantalla de plástico y un recipiente de alcohol en gel sobre el mostrador. “Hoy no hay casi nadie, solo tenemos pedidos por teléfono”, indicó Oscar, que viene desde Quilmes para atender el local, y detalló que lo único que se vende últimamente son resmas y sobres. Si bien los locales de indumentaria no están habilitados para abrir, algunos tienen las luces prendidas y la puerta abierta detrás de las rejas.

“Yo quiero vivir unos años más, así que me cuido”, señaló Amalia que, junto con su marido, son dueños de una relojería ubicada a metros de Plaza de Mayo. Ellxs empezaron a ir al local la semana pasada, pero no hay ventas. “Venimos caminando y nos quedamos cuatro horas, pero la gente está respetando la cuarentena, no tenemos clientes. Creo que es momento de esperar, de priorizar la salud”, opinó Amalia. Enfrente, cerca del mediodía, un grupo de artistas armaban un pequeño escenario. “Pedimos una reunión con las autoridades del gobierno porteño en marzo y nos recibieron un mes después para decirnos que no tienen ningún tipo de línea de subsidio o ayuda”, señaló Luis Mauregui, referente de Músicxs Organizadxs, la organización que se manifestaba en la puerta del Ministerio de Cultura de la Ciudad. 

Si bien algunos efectivos policiales vigilaron la movilización, afirmaron que no tenían orden de desconcentrar porque se trataba de “una manifestación pacífica”, con barbijos y alcohol en gel. “Hay que tomar un poco de conciencia aunque económicamente la estemos pasando mal”, señaló Enzo, que trabaja en un refugio para personas en situación de calle en Villa Soldati, y relató que “dos compañeros míos de trabajo ya están contagiados a pesar de los barbijos y los cuidados, no nos podemos exponer a tanto contacto de ninguna manera”.

Sobre la avenida Lacroze, otra de las zonas restringidas, una mercería atiende desde un mostrador improvisado entre las vidrieras. Tiene las persianas bajas y solo queda a la vista un hueco por el que los clientes piden productos. “Nadie nos controló hasta ahora, pero igual decidimos no atender al público, solo hacemos entregas”, afirmó Victoria, una de las encargadas de atender el local. Afuera, dos mujeres hacen fila detrás de las marcas amarillas y rojas pintadas en la calle. Las dos zapaterías, el local de indumentaria deportiva y los tres locales de ropa que hay en esa misma cuadra, están cerrados. 

Por su parte, trabajadorxs y dueños de comercios de la avenida Corrientes se mostraron preocupados por las nuevas medidas en la Ciudad que implican que, entre las calles Cerrito y Boulogne Sur Mer, solo podrán abrir comercios esenciales. "Es necesario buscar herramientas creativas superadoras y no soluciones de fácil cumplimiento", señaló Fabián Castillo, presidente de la Federación de Comercio e Industria (Fecoba) y remarcó que "si el problema fueran los comercios, deberíamos estar vendiendo todo el día y apenas llegamos a facturar el 30 por ciento". 

Informe: Lorena Bermejo