El director del FBI, James Comey, confirmó en la primera audiencia púbica realizada en el Congreso que la agencia está investigando al presidente Donald Trump por sus potenciales vínculos con el gobierno ruso, y que intentan dilucidar si juntos interfirieron en los resultados de las elecciones, en las que Trump se impuso ante Hillary Clinton. Además, complicó aún más al republicano al asegurar que la agencia de inteligencia no tiene ninguna prueba sobre las supuestas escuchas del ex presidente Barack Obama que Trump adujo haber sufrido.

“Estamos analizando las relaciones entre cualquier individuo asociado a la campaña de Trump y el gobierno ruso para ver si hubo alguna coordinación para controlar los resultados”, indicó Comey en la apertura de las audiencias, y señaló que también examinarán si se cometió algún tipo de crimen, en relación a las filtraciones de los correos del Comité Nacional Demócrata (DNC) y John Podesta, el jefe de campaña de Clinton.

Al referirse a las acusaciones del republicano contra Obama, que aseguró vía twitter semanas antes que el ex presidente interfirió sus comunicaciones, Comey fue categórico: “No tengo ninguna información que avale esos tuits” y recordó que ningún presidente puede ordenar una operación de escuchas contra otra persona.

Trump siguió la audiencia minuto a minuto a través de twitter, su vía predilecta de comunicación, y se centró en las supuestas filtraciones del FBI a los diarios que dieron a conocer los detalles sobre el curso de la investigación. En tanto, su vocero, Sean Spicer, aseguró en una conferencia de prensa que “nada había cambiado” con los dichos de Comey y que “sigue sin haber evidencia sobre un pacto Trump-Russia”.

""La verdadera historia que el Congreso, el FBI y otros deberían estar investigando es la de la filtración de info clasificada"
"Los demócratas inventaron la historia para excusarse de una campaña terrible"

Si bien Comey no pudo responder a muchas de las preguntas de los congresistas por cuestiones de seguridad, advirtió que la filtración de documentos podría ser penada hasta con 10 años de prisión, aunque también señaló que muchas historias son “falsas” y que sospecha que las fuentes mintieron a los periodistas. Describió a las filtraciones como un teléfono descompuesto, y agregó que “a veces el que filtra datos cuenta a los periodistas lo que creen que saben”, pero desestimó que el FBI pudiera ratificar o negar esas acusaciones.