Ramona no se murió, a Ramona la mató una larga cadena de precarización de la vida y vulneración de derechos, de la que el Covid-19 fue el último eslabón. Nos golpeó la noticia de su muerte apenas unos días después de que la militante de La Garganta Poderosa apareciera en los medios (en algunos medios) poniéndole la voz y el cuerpo a la denuncia de que el barrio Carlos Mujica (más conocido como la Villa 31) llevaba ocho días sin agua.
Dejar tanto tiempo a miles de personas sin agua habla de una desidia imperdonable. Pero hacerlo en medio de una pandemia mundial, cuando el combate al virus depende justamente de la posibilidad de lavarse las manos y desinfectar viviendas, alimentos, ropas, es directamente criminal.
Ramona se puso al frente de la denuncia de ese crimen y de la organización del barrio para exigir respuestas que ningún gobierno, ni el de la Ciudad ni el Nacional, garantizaron.
Pero la militancia de Ramona iba mucho más allá de esa coyuntura. Ella era, precisamente, coordinadora de Salud en la Casa de la Mujer del Barrio 31, triste paradoja de estos tiempos de enfermedad… Ramona militaba por la salud de las mujeres, ésas que están doblemente expuestas en los barrios, porque siguen al frente de los comedores, tratando de garantizar la comida de les pibes, porque muchas veces están solas para cuidar a sus hijes y tienen que salir a changuear, como sea, para llevar a la casa un plato de comida aunque eso aumente el riesgo de contagio. Porque son la inmensa mayoría de les trabajadorxs de la salud, en primera línea de combate contra el virus, porque estamos doblemente precarizadas, vulneradas, violentadas...
Este 28 de mayo volveremos a conmemorar el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, por eso luchaba Ramona en su trinchera del barrio todos los días. Por una SALUD, así con mayúsculas, que el capitalismo patriarcal nos niega desde siempre. Porque no hay salud sin derecho al aborto legal seguro y gratuito, sin derecho a una vida libre de violencia machista, sin liberarnos del peso desproporcionado de las tareas de cuidado y el trabajo no remunerado, y, como dolorosamente nos muestra Ramona con el sacrificio de su propia vida, no hay salud sin acceso a la alimentación, a una vivienda digna, y al AGUA.
El capitalismo y el patriarcado también son virus mortales, y nos organizamos, en nombre de todas las Ramonas del mundo, para sobrevivir en medio de la pandemia, pero también para enfrentar las consecuencias de largo aliento que esto tendrá sobre las condiciones de vida de millones de personas en el mundo. Para no salir de esta “emergencia” aún más endeudadas y precarizadas. Para que la riqueza sea destinada a garantizar la salud y la vida y no para la apropiación de una minoría. Para no volver a esa “normalidad” de explotación y opresión que nos presentan como única alternativa.
*Giselle Santana, con nuestro abrazo sororo a su familia y sus compañeres de militancia. (Secretaria general de CTA Capital Federal Región Norte. Delegada del INTI.)