Cuidado con el “exit yield” y los trucos matemáticos de los acreedores. La historia es circular, hay un corsi y recorsi de ella, decía Giambattista Vico. Y en el presente, siempre hay un pasado que vuelve. Pero en el caso de la deuda, es alarmante como los irresponsables que siempre nos endeudaron ahora pretenden dar cátedra y consejo de especialistas en deuda. A pesar que los que siempre denunciamos y nos opusimos a estos negociados financieros no tenemos ninguna cabida en los grandes medios, porque no somos parte del club de la deuda, creo que tenemos la obligación de decir lo que pensamos.
El gobierno argentino ha hecho una propuesta de reestructuración y los bonistas han hecho una contrapropuesta. Resulta difícil para el público en general analizar la catarata de números y maraña de conceptos de la jerga de la city. Pero en todo lo que se dice, hay un tema que aparece como clave: el ahora famoso "exit yield", que por lo visto es el único indicador clave utilizado para evaluar las distintas propuestas de canje de bonos. Nos dicen que de acuerdo a la tasa de “exit yield” que cada acreedor asuma, la pelota cae de un lado o del otro, o sea que se acepta o no se acepta la propuesta de pagos que ofrece el Estado argentino. Y aquí hay una trampa, o al menos una simplificación del problema.
Recuerdo que en la sesión en la Comisión de Finanzas en la Cámara de Diputados en junio del 2001, el entonces secretario de Finanzas de Domingo Cavallo, Daniel Marx, sostuvo que con el megacanje NO iba a haber aumento de deuda a valor presente. Cuando terminó su exposición yo me paré y le dije en la cara que "estaba hablando desde el punto de vista de un acreedor financiero y no desde el punto de vista del Estado deudor". Muy pocos diputados nos opusimos al megacanje, y más solo me quedé a la hora del juicio contra el ministro Cavallo, que la “justicia” luego sobreseyó. A pesar que la pericia judicial demostró que el flujo de pago de los bonos posterior al megacanje se habia incrementado en 55.000 millones de dólares. Pero Cavallo, Marx & Cia nos aseguraban que no habían incrementado la deuda.
Aprendamos un poquito. ¿Cómo pudieron duplicar la tasa de interés de los bonos y sostener que la deuda a valor presente no aumentaba? ¿Cuál fue el truco matemático que usaron? Muy sencillo: descontaron ese mayor flujo a una mayor tasa de interés y el aumento del valor presente les daba cero. Algo parecido sucede ahora con la meneada “exit yield”. Con la cual duplicando la tasa de interés o rendimiento que tenían los bonos a rescatar, los acreedores nos quieren hacer creer que existe una notable quita por parte de ellos, que está muy lejos de ser tal. Igual que con el megacanje de Cavallo y Marx. O sea que mediante un artificio matemático, se puede endeudar un país al infinito, ya que descontado ese flujo infinito a una tasa de interés infinita, la deuda a valor presente no aumenta. Contabilidad creativa o magia de Wall Street, como quieran llamarla... o “exit yield” como se llama ahora. Por lo tanto hay que tener cuidado con mirar el problema con los anteojos equivocados.
Los que defendemos los intereses del Estado y no de los bonistas, tenemos que tener nuestro propio análisis de valor presente. En primer lugar está claro que debe utilizarse el concepto de "valor presente" porque no es lo mismo pagar 100 el año 1, que hacerlo en el año 20 del flujo de fondos comprometido. Pero al contrario de los acreedores, el Estado deudor no tiene "salida", o sea tiene que pagar el valor caratular del bono y los intereses al momento de vencimiento, de lo contrario entra en default. Y tiene que hacerlo independientemente del valor de mercado de ese bono.
El “exit yield” o sea el "rendimiento de salida" lo que mide es el punto de indiferencia entre quedarse con el bono argentino o salirse de esa posición, vendiéndolo en el mercado que va a aplicar una tasa de descuento equivalente al exit yield. No es la situación del Estado nacional, quien no tiene salida: o paga, o defaultea, o renegocia al vencimiento. Por lo tanto, el Estado debería descontar los flujos a una tasa de “exit yield” igual a cero, cuyo resultado en valor presente es el monto de todo lo que tiene que pagar en el futuro. O sea que debe tener muy presente que técnicamente la deuda son impuestos anticipados. Que no se pueden anticipar indefinidamente, y a la que habrá que pagar con aumentos de impuestos en el futuro. O a lo sumo, debería considerar a una tasa equivalente a su crecimiento estimado del PBI, que es en definitiva el verdadero criterio de sustentabilidad que plantea el gobierno argentino. Porque si la tasa de interés sube por ascensor y el PBI por escalera, la deuda se hace insustentable.
Le pedí a Javier Llorens, investigador de la deuda, con quien escribimos el libro “La Argentina Robada” en el 2002, que considerara este análisis en su comparación de las contrapropuestas de los bonistas. Allí se demuestra que esa diferencia que los medios quieren minimizar señalando que los bonistas pretenden 60 centavos y el gobierno ofrece 40 centavos, representa más de 20.000 millones dólares que recaerán sobre las espaldas del pueblo argentino.
Informe de Javier Llorens en: https://drive.google.com/open?id=1eeaPwYfJgJPxZe3mvBQO1_BsmMUu_GxH