El miércoles 27, a causa de una neumonía, falleció en Manhattan el escritor y activista estadounidense Larry Kramer, uno de los grandes “alborotadores” estadounidenses, según lo definió Susan Sontag. Había nacido en Bridgeport en 1935 y próximo el 25 de junio hubiera cumplido 85 años. En 1968, después de haber sido nominado a un Oscar por la adaptación de Mujeres enamoradas, la novela de D. H. Lawrence que llevó al cine Ken Russell, entró por la puerta grande en el mundo de la industria cinematográfica de la costa oeste de su país.
Desde entonces, el recorrido profesional de Kramer estuvo asociado a su vida como hombre gay. En reiteradas ocasiones, tuvo que pagar un costo por eso, dentro y fuera de la comunidad homosexual. De Los Ángeles se mudó a Nueva York, donde estrenó la obra de teatro Sissies’ Scrapbook (1973) protagonizada por cuatro amigos, uno de ellos un homosexual fuera del clóset. Más tarde, publicó su primera novela, Faggots (1978), basada en su propia experiencia y en el ambiente de sexo, drogas y fiestas que predominaba por aquel entonces en la Gran Manzana. Como no se ahorraba sátira alguna sobre la conducta de sus protagonistas, fue acusado de puritano por integrantes de la comunidad gay neoyorquina y, a causa de las críticas que recibió, las librerías de temática gay de Nueva York dejaron de vender su novela.
“Me convertí en un ermitaño durante tres años después de la publicación de esa novela”, dijo Kramer décadas después, aún sorprendido por la condena unánime que tuvo que soportar. “El mundo heterosexual pensó que el libro era repulsivo, y el mundo gay me trató como un traidor –agregó-. La gente literalmente me daba la espalda cuando pasaba”. Por un tiempo, se convirtió en un paria. No obstante, cuando se inició la epidemia del sida en Estados Unidos, en los primeros años de la década de 1980, sus palabras adquirieron un peso público e incluso profético.
En 1981, fundó con un grupo de amigos interesados en conocer el desarrollo de las enfermedades infecciosas que padecían los gays la agrupación Gay Men's Health. De esa época data su abrasivo artículo “1112 and Counting”, publicado en una revista gay, en el que acusaba al gobierno estadounidense de inacción y a la comunidad homosexual de apatía ante el avance de una misteriosa peste. En ese mismo texto, de lectura obligatoria para cualquier activista LGBT, Kramer daba a conocer las razones de su rechazo por los homosexuales con relativo poder en la esfera pública que no revelaban su identidad gay: creía que podían salvar vidas en vez de mantenerse indiferentes y a salvo.
Su estilo combativo le trajo varios problemas con compañeros de lucha, familiares y parejas. Al dejar Gay Men's Health (más bien, lo invitaron a abandonar el grupo), participó de la creación de una agrupación aún más radical: AIDS Coalition to Unleash Power, conocida como ACT UP. Comprometida con la acción directa, ACT UP hizo que el tratamiento del sida pasara a manos de los pacientes y que ninguna decisión, por crucial que fuera, se podía tomar sin consenso.
“Todo hombre gay que no puede presentarse ahora y luchar para salvar su propia vida realmente está ayudando a matar al resto de nosotros”, escribió cuando el sida era una realidad incontrastable, a la que se sumaban las campañas de la Iglesia y la derecha estadounidense en contra de los gays. Sus intervenciones en congresos de medicina, en la vía pública, en servicios religiosos e incluso en ceremonias fúnebres ayudaron a torcer el brazo del poder político de entonces, de la opinión pública y de los expertos de la medicina y la ciencia. Kramer confrontó donde pudo y cuantas veces pudo. “En la medicina estadounidense, hay dos épocas –declaró el inmunólogo Anthony S. Fauci-. Antes de Larry y después de Larry”. Aunque al comienzo de la epidemia Kramer lo consideraba un adversario entre tantos, con el tiempo él y Fauci trabajaron juntos y se volvieron amigos.
Años después, Kramer escribió otros grandes libros y obras teatrales, que en la Argentina se conocieron en forma tardía. Aunque es imposible demostrarlo, otra hubiera sido la historia del movimiento LGBT local si sus textos, ambiciosos y aguerridos, hubieran circulado entre activistas criollos. Entre estos títulos, cabe destacar la obra teatral Just Say No, A Play about a Farce (1988), sátira protagonizada por una primera dama, su hijo gay y un político homosexual (en el clóset). Luego de su estreno en Nueva York, Susan Sontag escribió que Kramer era “uno de los más valiosos alborotadores de Estados Unidos y espero que nunca baje su voz”. De 1989 (ampliado y reeditado en 1994), Reports from the Holocaust: The Story of an AIDS Activist ofrece una selección de escritos de Kramer sobre el activismo antisida y antiestablishment, los derechos civiles LGBT y los protocolos de acción de ACT UP contra el “holocausto” del VIH/sida.