La corrida cambiaria en el mercado paralelo que se inició con la crisis por la pandemia prendió luces de alerta. Si bien el impacto del dólar paralelo sobre los precios es mínimo, la incertidumbre cambiaria genera comportamientos que terminan impactando sobre el nivel de reservas. Stockeo de la cosecha, pago anticipado de créditos e importaciones son algunas formas de especular con una devaluación en tiempos de controles de cambios. La consecuencia fue la baja de 1000 millones de dólares en las reservas, en una época del año donde deberían crecer al calor de la liquidación de la cosecha.

La respuesta oficial fue una serie de regulaciones como subir la tasa de los plazos fijos y que los fondos comunes de inversión liquiden sus posiciones en dólares, que ayudaron a descomprimir la demanda neta de dólares. En paralelo, se restringió el acceso al dólar bolsa o contado con liquidación a quien comprar dólar ahorro y se impuso un “parking” de 5 días a quien compra un bono en pesos, generando un alto riesgo a quien quiera comprar dólares por esa vía. 

Si bien estas medidas tienden a disminuir la demanda de dólares vía operaciones financieras, dado que impide operar en esos mercados, tiene el efecto negativo de empujar parte de esas operaciones al mercado ilegal donde se opera el dólar blue. Así lo muestra la cotización de los diversos dólares paralelos, donde el contado con liqui y MEP descendieron mientras el blue siguió escalando hasta alcanzar máximos históricos.

La política de impedir operar el dólar MEP y contado con liqui empujando operaciones al dólar ilegal tiene el defecto de tender a dejar sin herramientas de intervención a la autoridad monetaria sobre la cotización paralela. Es decir, si las regulaciones van destruyendo el mercado legal donde se constituye el dólar MEP y contado con liqui como referencia de valor de mercado del dólar paralelo, las expectativas cambiarias pasarán a regirse por el dólar blue. Dado que el blue es un mercado ilegal, la autoridad monetaria no puede operar comprando y vendiendo en ese mercado.

De esa manera, el valor del dólar paralelo de referencia pasa a constituirse en un mercado totalmente desregulado, con sus implicancias a nivel de volatilidad y operaciones desestabilizadoras. La experiencia venezolana es un buen ejemplo histórico del riesgo de dejar la conformación de expectativas cambiarias en un mercado ilegal totalmente desregulado. Megadevaluaciones impulsadas mediante operaciones de bajo monto que generan brechas cambiarias siderales que extienden la especulación e incertidumbre sobre toda la economía.

Más funcional que ampliar regulaciones que terminan atando de manos la capacidad de hacer política cambiaria es que el Banco Central se ponga un objetivo de dólar contado con liquidación y opere en el mercado de bonos para alcanzarlo. El pequeño tamaño de dicho mercado donde apenas se operan 5500 millones de pesos por día permite que con bajo gasto en divisas se pueda orientar su cotización. 

@AndresAsiain