Desde Roma
De los poco más de 33.000 personas que en Italia han muerto de coronavirus desde que se desencadenó la epidemia en febrero-marzo, al menos 26.422 eran mayores (más de 70 años) y más de la mitad de éstos, murieron aislados a causa de la cuarentena, asustados, sin familiares, en las Residencias Sanitarias Asistidas (Rsa) o en casas para ancianos, muchas veces atados a la cama. Y porque los servicios fúnebres no daban a basto, los ataúdes se vieron acumulados varios días en las capillas cercanas, sin que nadie pudiera visitarlos. Hay quien los llamó “desaparecidos deglutidos por el terror”.
Todos estos detalles y mucho más están contenidos en una dramática, detallada y excelente investigación sobre los numerosísimos viejitos muertos en los cientos de centros para ancianos o RSA(complejos privados pero asociados al sistema sanitario público) existentes en el país, realizada por el diario romano La Repubblica con periodistas que trabajaron en Roma, Milán, Florencia y Bolonia.
La investigación incluyó no sólo comentarios y críticas de expertos, dirigentes de los centros, familiares y ancianos, muchos de ellos hechos por teléfono a causa de la cuarentena, pero que fueron incluidos como grabación en el artículo, sino también conmovedoras cartas escritas por los algunos pacientes que poco después murieron de covid -19.
El artículo apunta el dedo en parte contra la administración de algunas regiones- más o menos equivalentes a las provincias argentinas- que son las encargadas de organizar el sistema sanitario con fondos parcialmente asignados por el estado nacional, pero también contra la administración de las casas para ancianos. Aunque también reconoce que en vez de ayudar a las casas de ancianos, las regiones hicieron caer sobre sus espaldas a menudo el peso de la emergencia sanitaria, limitando el personal, impidiendo la internación de los ancianos graves en la guardia de los hospitales para recibir asistencia especial o entrar en terapia intensiva. Algunos de estos centros o Rsa, incluso han aceptado a personas contagiadas en algunos pabellones de sus edificios para dejar espacio libre en los hospitales. El problema era que los pacientes contagiados eran atendidos por las mismas enfermeras y médicos que los demás y esto al parecer facilitó el contagio. Pero el virus no se difundió sólo por eso sino también porque las normas de protección se tomaron con atraso.
Una de las cosas que aparece como increíble es que siendo Italia, junto con Japón, uno de los países más viejos del mundo (un italiano de cada cuatro tiene más de 65 años) el Estado no tomó las prevenciones necesarias, cuando ya se sabía que el virus afectaba a los mayores de 70 años principalmente, sobre todo si tenían patologías preexistentes.
Algunas medidas se tomaron a partir del 22 de febrero, sobre todo al norte de Italia, donde el 20 de febrero en Codogno, se había descubierto el primer caso oficial de coronavirus. Poco después se cierran en la región las escuelas, guarderías, universidades, cines y teatros, se prohíben los viajes escolares y las competencias deportivas. Pero de las residencias de ancianos no se habla, destacó Reppublica, pese a que Lombardia tiene una población de más de 1,1 millones de personas de más de 75 años, 58.000 de los cuales viven en residencias sanitarias. Recién el 5 de marzo se limita el acceso a las residencias de ancianos. El 8 de marzo comienza la cuarentena en todo el país y se aconseja a los ancianos no salir de casa. Pero este consejo no fue acompañado de un potenciamiento de la asistencia domiciliaria a los ancianos, subrayó Repubblica. Es más, se destaca la “sugerencia” que hizo la región Lombardia a los mayores que vivían en casa. A quien tiene más de 75 años y otras patologías se le aconsejaba evitar ir a la guardia del hospital. En realidad los hospitales estaban llenos por los casos de coronavirus, no había espacio en las terapias intensivas y los médicos, así lo dijo una asociación de anestesistas, muchas veces tenían que elegir a quien mandar en terapia intensiva y preferían a quien tenía más posibilidades de sobrevivencia.
En menos de un mes, según datos publicados en el artículo de Repubblica, en los Rsa de Brescia murieron 1.800 personas, en los de Milán 1.700, en los de Bergamo 1.300, todas ciudades de Lombardia (la región más atacada en absoluto por el virus). Uno de los casos más dramáticos fue el del Pio Albergo Trivulzio de Milán , que aloja unos 1.300 viejitos y era considerado el polo geriátrico más importante de Italia. Durante todo el mes de marzo ocultó, dijo el artículo, la difusión de la covid- 19 entre sus pacientes. Allí murieron más de 400 personas en cuatro meses.
Las casas para ancianos, los centros de salud para ellos, los hospicios, a menudo “aparecen como excelentes pero esconden un pésimo tratamiento médico”, advirtió el artículo. Y mencionó la investigación hecha a fines de 2019 y principios del 2020 por el NAS (Comando de Carabineros para la tutela de la Salud) sobre 3.500 centros de este tipo. Más de 30% de ellos fueron denunciados. Una vez comenzada la pandemia, los carabineros visitaron 601 centros, 107 de los cuales no respetaban las normas para frenar el virus.
Luego que muchas de estas cosas han salido a la luz -hasta hace algunas semanas el pánico reinaba en toda Italia y nadie abría la boca- en el Pio Albergo Trivulzio nació el primer comité de familiares que iniciará una acción legal contra los dirigentes de la institución, actualmente a cargo de una persona muy cercana a la Liga, uno de los partidos más conservadores de Italia,.
Paralelamente, el alcalde de Milán, Beppe Sala, ha creado uan comisión que investigará el caso. Y la comisión está a cargo de un magistrado famoso de Italia, Gherardo Colombo, que siendo juez investigó durante la campaña conocida como “Mani pulite” (manos limpias) que sacó a relucir famosos casos de corrupción en la década del 1990.
Lo que queda claro después de todos estos sufrimientos es que el Estado italiano deberá rever todas las políticas sanitarias y no sanitarias referidas a los ancianos, y no considerarlos para “descartar” como hasta ahora.