Reconocido y premiado de manera internacional –ganador del Teddy de la Berlinale con Ausente-, el director Marco Berger (Mariposa, Taekwondo, Un rubio) es alguien de quien se espera cada película con expectativa. En este sentido, El Cazador no puede menos que acentuarla, vista su atención al submundo de la deep web y la pornografía infantil. A la vez, se trata de un relato de suspense meditado, que enhebra otras y varias cuestiones. El Cazador es uno de los estrenos de la semana, disponible a partir de hoy (gratis hasta el viernes próximo) en Cine.Ar Play .
“A las películas siempre las tomo de manera diferente, a ninguna como prioridad ni como la película que me tiene que modificar. A veces, uno sueña un poco con esto de si ésta es la película con la que la pego o con la que llevo más gente. Uno tiene un montón de fantasías. Pero después de Ausente, cuando gané el Teddy y parecía que mi carrera se debía perfilar de una forma específica, decidí salir un poco de ese juego y concentrarme en lo que debía. Por eso hice Hawaii, que es una película muy chiquita. Entendí que para el bien de la obra había que alejarse un poco de esos lugares. Amo El Cazador, me encanta, pero no la pongo en ningún lugar específico. Tengo la cabeza en lo que es mi carrera y en los futuros trabajos. Agradezco lo que está pasando, porque siento que hay mucho interés en la película, pero no me gustaría que eso me modifique. Quiero pensar que es una película más, y mis películas me gustan todas”, conversa Marco Berger con Rosario/12.
--Se nota la presencia de un guión muy sólido.
--Venía manejando la película en mi cabeza hace mucho tiempo. Me parecía que era una historia muy potente pero no sabía bien por dónde encararla. Cuando decidí hacerla, tenía a grandes rasgos definidos tanto el principio como el final, así como los dos giros que hay. Quizás no sabía tanto sobre el cambio que en un momento hago del personaje, eso es algo que surgió durante el guion. Pero sí, tenía dos o tres puntas importantes. Cuando el personaje se entera de qué está pasando alrededor, ahí me pasó de descubrir que me convenía frenar a la película, y empezar una película nueva, para generar otra vez la sensación de que quedó algo en el tintero, que nos está molestando en el fondo de la cabeza, y no sabemos si volverá a aparecer. Son estrategias, para encarar, más que nada, un thriller, para esconder al “monstruo”, y lograr que la atención esté puesta en el protagonista, pero también en las cosas que lo rodean aunque no estén presentes. Son estrategias trabajadas desde la emoción y los sentimientos pero también desde la inteligencia, en función de cómo hacer un tramado inteligente para que la película se vuelva bastante atrapante.
-Las actuaciones parecen contenidas.
-Mucho se construye desde el montaje, y yo soy también el montajista. La línea de actuación que trabajo tiene que ver con que no se gesticula y no se le da información a la cara, sino que se piensa, para que la cara se acomode a lo que está pensando el personaje. Así sentimos que podemos leer el pensamiento de los actores, porque lo que están haciendo es ubicarse en esa situación. Es una técnica que no es mía, desde ya.
--Aún no hablamos de la homosexualidad de los personajes. Lo digo porque, tal vez, ya sea hora de un cine que la naturalice.
--A partir del momento en que se naturalice, no podrían existir este tipo de películas, o por lo menos de la forma en que yo las encaro. Creo que acá, justamente, la trampa de El Cazador es que la base está sostenida en que un adolescente varón no puede expresar a su familia lo que le pasa, no por lo que le pasa, sino porque la primera traba es que no saben que a él le gustan los varones. Por un lado, estoy totalmente de acuerdo en que el mundo debería cambiar, pero soy consciente de que todavía no lo hizo, y de que ésta es la película que más demuestra que mi cine no está orientado a un público específico, porque lo que plantea es una problemática que, si bien yo la encaro desde este lugar, le podría pasar a cualquier persona, sea con la videopornografía, con la trata o un montón de situaciones. En este caso, está orientado así porque yo vuelvo siempre a mi propia mirada, como si me hubiese pasado a mí. Entonces sí aparece algo que, si bien no me gusta llamarla de este modo, es la “etiqueta”. Pero acompaña, es secundaria, no la pone uno. El Cazador es un thriller dramático, por así decirlo, y está contextuado en el cine de temática gay porque el personaje lo es.
--Me gusta cuando la madre le dice al hijo sobre la posibilidad de tener novia o “amigovia”.
--Es la escena clave, y es por lo que él se siente totalmente solo. Tiene la opción de tener novia y plantear así todos los problemas que le surjan. Ahora bien, si le surgen porque tiene un novio, no tiene por dónde acceder, se siente atrapado. A veces, si las cosas no se hablan se vuelven peligrosas; si no se nombran, uno siente que si aparecen serán un peligro.