En 12 años de proyecto nacional, que en materia agroalimentaria se basaba en la industrialización de la ruralidad, se logró que las Economías Regionales entre 2003 y 2012 aumentaran un 212 por ciento sus exportaciones primarias en dólares, respecto a 2003 una mejor distribución de la renta exportadora medida en las regiones del NEA 343 por ciento, Cuyo 254 por ciento, Patagonia 99 por ciento, Centro 212 por ciento y el NOA 239 por ciento.
En la región Patagónica las exportaciones de peras y manzanas alcanzaron los 600 millones de dólares en 2011. Los cítricos del NOA y NEA alcanzaron 686 mil toneladas exportadas por 553 millones de dólares en 2008. Las exportaciones de legumbres se quintuplicaron entre 2003 a 2012. En tabaco sin elaborar, producción clave en Salta, Jujuy y Misiones, se exportó casi 370 millones de dólares en 2011, dos y medio veces el valor de 2003. El área sembrada de algodón se multiplicó por 2,33 veces, y la exportación en 2012 fue de más de 90 mil toneladas de fibra. El promedio anual exportado de la década 2003/2012 fue de 881 millones de dólares, 2,4 veces más que el de la década del '90.
Desde el 10 de diciembre de 2015, el proyecto de país cambió y las economías regionales mostraron resultados negativos:
* La Vitivinicultura, en enero de 2017 sufrió una disminución del 13,4 por ciento del consumo interno, el vino fraccionado cayó 13,8 por ciento del volumen comercializado y las exportaciones interanuales de vino a granel cayeron 16,1, según el INV. Se importaron 18.876 hectolitros en el período enero-noviembre 2016, el 90 por ciento proveniente de Chile, y en enero de 2017, entraron 14 millones de litros. En 2018 la capacidad de compra de vino tinto cayó 39 por ciento, y de vino blanco, 34.
* Sector Frutícola, las exportaciones cayeron 12 por ciento en pera y 7 en manzana en 2017, mientras que las importaciones en 2016 crecieron 682,6 por ciento. Las importaciones de cítricos aumentaron 660 por ciento interanual 2016/2017, el pomelo chileno se incrementó 83 por ciento (de 623 a 1142 toneladas), las naranjas españolas ascendieron a 3455 toneladas. La importación de limón registró 177 mil kilogramos desde Chile.
* El sector Lechero cayó más del 15 por ciento de la producción nacional, de los 11.500 millones de litros producidos en 2015 a menos 10.000 millones de litros en 2019. Entre 2011-2015 el litro de leche se pagó al productor entre 0,35 y 0,39 dólares/litro, entre 2016-2019 se pagó entre 0,25 y 0,30 dólares/litros. En 2015 había 11.666 tambos y en 2018 quedaron 10.722: cerraron 944. El consumo de leche en 2015 era 217 litros/habitante/año en 2018 fue de 190, durante el primer semestre del 2016 cayó 19 por ciento.
* El consumo carne bovina en septiembre de 2018 cayó a 49 kilogramo/habitante/año, mínimo histórico. El 70 por ciento de insumos de invernada aumentaron al ritmo del dólar, en Liniers entre 2012-2015 se pagó en dólares entre 1,50 y 2,06 kilogramo el peso vivo, mientras que entre 2015-2019 entre 1,00 y 1,25 dólares/kgPV. Durante el 2018 se faenaron 44,9 por ciento de hembras y el 49,9 por ciento en los primeros siete meses de 2019.
* El Sector Porcino, en el primer semestre de 2016 aumentaron los costos de producción 35 por ciento, con picos en el maíz del 83 por ciento, abrieron las importaciones de cortes congelados, o sea de productos con agregado de valor extranjero, en 3 años más del 235 por ciento. Resultando en que mientras el consumo de carne de cerdo subió a 18,5 kilogramo/habitante/año, se fundieron 4000 productores porcinos según Aproporba (asociación de productores porcinos de Buenos Aires).
Hasta diciembre de 2019, Vaca Muerta, la industria automotriz y el sector agroalimentario, eran la triada capaz de generar divisas en Argentina. Desde la Covid-19, sólo el agroalimentario permanece en pie, pero con la potencialidad de desarrollar de manera productiva y sustentable la amplia biodiversidad de las regiones, empezando por recuperar los niveles productivos anteriores al 2015.
A nivel global las empresas trasnacionales invirtieron miles de millones de dólares en la digitalización e informatización, transformando la estructura de procesos y procedimientos de la producción manufacturera y de comercialización, apostando a la innovación y desarrollo de tecnologías fundamentales: inteligencia artificial, robotización, internet de las cosas, bio y nanotecnología.
China durante 10 años invirtió más de 70.000 millones de dólares en redes de telecomunicaciones para transmitir información sobre irrigación, densidad de siembras, profundidad y cantidad en la colocación de las semillas. Así lograron aumentar 11 por ciento la producción de cereales y disminuir de 15 a 18 por ciento el uso de fertilizantes.
Si se invierte en conectividad de zonas productivas, en robotización, big data, 5G, es decir en “digitalizar la ruralidad” y en internet de las cosas es posible lograr un sistema de alta producción y sustentabilidad ambiental. La agricultura inteligente es un hecho capaz de monitorear un cultivo (luz, humedad, temperatura) y accionar la automatización del sistema de riego, desde cualquier lugar. De ese modo se puede reducir el impacto erosivo sobre la biodiversidad y la biosfera, tener un uso más eficiente del agua y una optimización de insumos y tratamientos.
Es la unión de lo virtual, lo real y lo biológico, que disminuye los tiempos sociales de producción sin destruir la biosfera y la biodiversidad, y dependerá de nosotros que tampoco explote y oprima a las y los trabajadores de la tierra. Poner a la Argentina de pie depende de organizar colectivamente el sector agroalimentario en un modelo productivo y sustentable.
* Director del Centro de Estudios Agrarios y coordinador de la comisión de Agricultura Familiar del Instituto Patria.