Queridos compaislades; repollitos, repollitas y repollites encerrades en sus huevos; claustrofóbiques en lucha; neuróticos siglo XX que se niegan a tener sesiones por Zoom; teledependientes, twíctimas, feisbucaseros, desafortunades a quienes el azar puso en cuarentena junto a pesadillesca compañía; sexolitos, pepincascarones y codelines; sesquicentenials rezando para que un milenial les explique la nueva app: todos ustedes están aquí, acá, acó y aqué, conmiga.
Quiero contarles que me siento maravillosamente asqueado, enfurecido y anonadado por la sorprendente habilidad de ciertos personajes, que en general fueron gobierno hasta hace unos meses, y siguen teniendo poder, por conectarse y sacar afuera, hacer bien visibles las peores acciones, deseos, pensamientos y sentimientos que los seres humanos tenemos, mal que nos pese.
No entiendo cómo pueden captar tan bien “de lo nuestro, lo peor” y expresarlo de manera tan contundente, al punto tal que en el pasado octubre expresaron al 40 por ciento de los argentinos, y ahora, ahora mismo, logran que haya compatriotas arriesgando sus propias vidas para reivindicar “el derecho a enfermarse, el derecho a que no se les dé un respirador si lo necesitan”.
Esos que creían en “el segundo semestre”, “la luz al final del túnel”, “el amor es nunca tener que pedir crédito a Mme. Lagarta”, “el sinceramiento”, ¿cómo pueden decir, cuando hablan de un virus científicamente probado, con víctimas concretas en todo el planeta, decir: “eso no existe, es falso, todo verso; mi anticuerpo, mi decisión; yo reivindico mi libertad de enamorarme de un virus”?
Pueden.
Quizás los asesora el mismo que hace cuatro años le hizo decir a nuestro primer mandatricio de entonces que los próceres debían estar muy angustiados al independizarse de España, la patria madre. O los que, ya hace más de 30 años, le hicieron decir al peronismo, en su campaña 89: "Por los niños pobres que tienen hambre, por los niños ricos que tienen tristeza”. En esa misma línea “angustiópata”, una periodista le preguntó a nuestro Presidente por la angustia de los encerrados. Y él, mirándola desde la cordura que le agradecemos, le contestó, con algo de bronca y un toque de piedad: “No entiendo, ¿te angustia que te cuiden? ¿Preferirías que el Estado te abandone a tu suerte?”.
El Presidente sabe, aunque obviamente no lo va a decir, que detrás de esa pregunta, detrás de ciertos medios, no está el deseo de que el Estado los abandone “a ellos”: lo que no quieren es que se ocupe "de los demás, los que realmente necesitan esa ayuda, los que sin eso no sobreviven”.
Con esa misma lógica, durante el macrismo, cuando decían “pobreza cero” querían decir “para los pobres, cero”. Y en la campaña menemista del '89, mencionar la tristeza de los niños ricos fue la mejor manera de ocultar, aludir y eludir, diría Freud, el hambre de los niños pobres, sin duda más acuciante, ya que en la Argentina hay muy buenos psicoanalistas que pueden ocuparse, y muy bien, de la tristeza de los niños ricos. Y atienden también por celu, ahora que hay cuarentena.
Pero parece que la angustia los superó. Y decidieron hacer terapia de grupo, en medio de la calle, en la Plaza, en los medios, en auto, pese a que está prohibido.
Y así, en extraño cambalache posdiscepoliano, nazionalistas de Pepe Biondini se cruzaron con espertanos meritonaúsicos, mientras algún partidario del extragaláctico Milei se autodenominaba “libertario”. ¡Flor de yunta! (¿sabrá esta gente lo que es un libertario? Porque los que acuñaron la palabra, más cerca de Espartaco o de Rosa Luxemburgo que de la cotización del dólar, buscaban una libertad “sin dios, sin amo, sin patrón”, y no una en que “los poderosos sean libres y los demás los miremos con envidia aspiracional”. Menos mal que Severino Di Giovanni, Kropotkin y Radowitzky eran ateos, si no, ver a estos “libertarios” les crearía un infierno personal en el que por suerte no creían).
Esta rara yunta podría decir o pensar cosas como:
· Piden agua, piden pan, piden laburo…; esto es una "pidemia”.
· Acá no hay Coronavirus, hay “Coronavagos”.
· El virus es un invento machista, por eso los hombres son “vir-iles”.
· El virus es un tema viejo, de la época de la colonia, ¿o no se acuerdan del “Vir-reinato”?
· El virus es producto de una conspiración judeohebreoisraelita: "David, Covid, es todo lo mismo”.
· Los ricos no se contagian porque tienen anticuerpos de seguridad privados.
· Yo conozco neumococos, estreptocachos y estafilopepes; ¡hasta cocobaxilos, o cocobasiles, vi…!, pero los viruses no existen.
· Los virus no se van con lavandina, sino con “vir-uta”, por eso se llaman así.
· Y finalmente, por supuesto…: “El nombre te lo dice clarito, mirá: Cristina Obtiene VIcepresidencia Diciembre 19: COVID- 19. ¿Necesitás más pruebas?"
Si ustedes creen que esto es loco, miren un ratito la tele…
Y mientras tanto, les sugerimos acompañar esta nota con el videoclip “Locuravirus”, que podrán encontrar en el canal de YouTube de RS POSITIVO (Rudy-Sanz), autores del video y del tema musical en el que se basa (y, si les gusta el canal, aprovechar y suscribirse).
Para acceder al tema, pueden hacer clic acá:
Hasta la que viene.