El ministro de Economía Martín Guzmán sabe ser reacio a reunirse con las corporaciones empresarias. Se cubre de potenciales sospechas. No ha frecuentado a su dirigencia. No los conoce. Accede a realizar un encuentro, valiéndose de la mediación de Miguel Galuccio, ex titular de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y del sacerdote católico Rodrigo Zarazaga. Estos lo acompañan en Economía. Mediante teleconferencia departen Paolo Rocca (Techint), Luis Pagani (Arcor), Enrique Cristofani del Banco Santander entre otros popes. Es peliagudo que una mujer forme parte de esos paliques, por machismo y porque hay pocas en la cima (dos explicaciones que son la misma). Verónica Andreani corporizó un cupo mínimo. Ella reconoció que al Grupo Logístico Andreani le va muy bien. Mucho transporte, compra de camiones en ciernes, buenas perspectivas de exportación de carnes. Federico Braun comentó que Supermercados La Anónima aumentó bastante la facturación en abril a contrapelo de la tendencia general. En mayo, matizó, no les fue tan bien.
Los asistentes subrayaron la necesidad de evitar el default, no comprometieron ningún esfuerzo, no escribieron una línea posterior bancando al Estado versus los Fondos de Inversión.
La tenida fue cortés, filo tímida cuentan los circunstantes.
Ya afuera, los invitados desmerecieron ante cronistas amigos a Guzmán y renovaron quejas contra la falta de ayuda oficial. Los grandes jugadores de la economía rehúsan apoyar la renegociación de la deuda. Sus operadores mediáticos se embanderan con los acreedores externos.
Nadie quiere el default en el Gobierno que sí insiste en pujar por un acuerdo que no hunda las finanzas en años venideros. “Sustentable”, palabra clave para Guzmán que la repitió al menos tres veces. Galuccio entrevió perspectivas viables para la actividad petrolera, habló de soberanía energética e independencia económica. Sonó como un marciano en el contexto.