Página 12 conversa con un sacerdote católico, conocedor del Conurbano, que “no se casa con nadie” (en términos políticos). Con funcionarios nacionales, de los que caminan mucho y pisan barro sin asquito. Con militantes de organizaciones sociales. Describen lo mismo: “la gente está asustada. Contenida. Dispuesta a respetar la cuarentena. Cansada, también”. Hablan de los argentinos más desprotegidos, que se cuidan. Reclaman asistencia del Estado y la buscan cuando llega.
La fatiga colectiva, policlasista, es la brecha de oportunidad que trata de exacerbar la derecha anti cuarentena (AC, en adelante). La prolongación del aislamiento la favorece.
Le juegan en contra el momento y el epicentro de sus concentraciones. El número de contagios se eleva en la Ciudad Autónoma (CABA), Buenos Aires y Chaco. En otros distritos más aliviados se encienden alertas: el relajamiento ciudadano reaviva la lesividad del virus. Personas “normales” se dañan y perjudican a terceros. Se aglomeran, provocan focos. Tal vez fantaseaban que la covid-19 les pasaba lejos. Obraron con negligencia, en detrimento de sus propios intereses.
Un velatorio en la ciudad de Lobos, imprudencia durante una circunstancia trágica. Un babyshower en Necochea. Alta asistencia de jugadores y público a las canchitas de fútbol cerca de las villas quilmeñas. El ansia de recobrar hábitos, la desaprensión castigan a esas comunidades. Las del Interior, que estaban en fase 4, retroceden mientras cunde el miedo.
Los grupos de indignados macristas acuden a Plaza de Mayo, insultan al presidente Alberto Fernández. Olvidan al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta quien decretó el cierre de numerosos comercios, retractando lo decidido dos semanas antes. Por entonces, al fundar excepciones consignaba la cantidad de empleados. Keynes sufriría: a mayor cantidad de trabajadores, más trabas. Se cierran negocios en grandes avenidas fatigadas por demasiados paseantes.
Los porteños macristas rabiosos complican a su principal figura política, le sacarían canas verdes si tal prodigio fuera posible. La CABA y el Conurbano son los distritos con menos apertura. En 21 provincias se habilitan fábricas, negocios, renacen la vida social, las comidas familiares, se puede pasear y hasta correr. A los AC les falta un panóptico federal.
Reapertura es una cosa, distinta a la reactivación que tarda en llegar en muchas ramas de actividad.
Claro que la ofensiva opositora no es cuestión de congruencia sino de objetivos.
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Los dueños y la claque: La derecha busca debilitar al Gobierno, erosionar la alta legitimidad de ejercicio del presidente Alberto Fernández. Un mandatario que no está solo. Los estados nacional, provinciales y municipales tratan de conciliar el cuidado de la salud con la rehabilitación de la economía. Las organizaciones sociales, sectores de distintas iglesias, trabajadores de la educación y salud se arriesgan para atender a los más necesitados. Se hace de modo dispar, con gestiones a veces discutibles. El esfuerzo y la dedicación son innegables: están donde se los precisa.
La derecha real, el establishment, percibe una amenaza a sus privilegios, la perspectiva de que aminore la desigualdad. Embiste, de variadas maneras.
Contrato de lectura de esta columna; dedicará más atención a los dueños del circo que a sus portavoces (por usar una palabra amable que empieza con “p”). Puesto de otro modo: la fracción del club de admiradores de Luis Chocobar que instaló el neologismo “infectadura” ejerce la libertad de expresión. Se les otorga excesiva centralidad. Son extras, la claque. Un epifenómeno de la ofensiva de poderes reales, serios y temibles, que defienden bienes concretos. Las grandes fortunas, la oscuridad sobre sus bienes y sus manejos, la explotación, los privilegios, la evasión. la impunidad.
Sus aliados emiten discursos con ruido y furia. Se desgañitan, se declaran presos en sets de televisión, usan altavoces que les facilitan los medios dominantes. En cumplimiento del contrato, no los mencionaremos más.
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Encierros, dilemas, desafíos: Los cierres de fronteras interiores, desde el vamos, cambiaron el mundo, impactaron en el Derecho. Para muchos, incluyendo a este cronista, son ilegales frisando con la inconstitucionalidad. Se implementaron en todas las provincias, en un sinfín de localidades, con alta anuencia de la sociedad civil y buenos resultados sanitarios. La emergencia reacomoda la valoración aunque sigue siendo deseable o imprescindible que cesen cuando arribe la “nueva normalidad”.
El aislamiento extremo dispuesto en Villa Azul suscita debates válidos, desafía a las organizaciones sociales y a las militancias populares. Un notable artículo de Laura Vales publicado ayer en Página 12 retrata sus dilemas, las resistencias previas, el fundado resquemor contra la presencia policial. También el modo de responder, actuando. Las medidas tremendas solo se justificarían si aminoran los peligros que acechan a los pobladores. No basta con las alusiones al Estado presente, se precisa eficacia en la gestión. La ayuda alimentaria, los medicamentos, la provisión de artículos de limpieza, imprescindibles, no agotan el cuidado. Las Fuerzas de Seguridad forman parte del dispositivo pero no tienen que ser el único o principal rostro del Estado.
El Estado presente necesita el apoyo de la sociedad. El contacto con el vecindario requiere de mediaciones conocidas y validadas desde antes: referentes sociales, médicos del lugar, maestras, trabajadoras sociales.
La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) provee 21.000 kilos de alimentos frescos, producidos por agricultores familiares. Donan 2000 kilos más, los pobres saben ser más atentos que los millonarios en dólares. Durante el mandato del ex presidente Mauricio Macri productores de a pie promovían verdurazos: regalaban comida a hermanas y hermanos de clase. Ahora articulan con el gobierno bonaerense quien los habilita como proveedores. Uno imagina a periodistas ávidos de un premio Adepa pesquisando si hay sobreprecios en la papa o la batata. Rodríguez Larreta queda dispensado de pesquisas parecidas. Hasta hoy, como casi todo lo que se narra acá.
Llegan provisiones de otras villas, la Garganta Poderosa dice presente, con palabras y con viandas calentitas, miles.
La vida cotidiana es dura, la experiencia transitoria por definición y difícil de repetir en barrios más poblados. De nuevo: si las condiciones limitativas de la libertad redundan en una suerte de discriminación positiva, quedará debilitada la discusión legal. Si hay perjuicios y daños, surgirán las responsabilidades políticas y penales.
La Vulgata derechosa anuncia muertes, quizás las desea. Flotan en el aire la estatuilla del Martin Fierro, una cucarda al empleado del mes.
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Fake news, mini digresión; La realidad, apabullante, impide que una fake news constituya el hecho más tremendo de la semana. Lo sería si la mirada se circunscribiera al mundillo mediático. La cadena TN difundió imágenes falsas; gente común protestando, incendiando en Quilmes. Eran chilenos, en su país. La patraña se desenmascaró, el multimedio Clarín la reconoció alegando una excusa falaz que ahonda su (ir)responsabilidad. Una fuente, aduce, proveyó la información. Un vecino de Quilmes. No reveló la fuente ni explicó por qué emite al aire información tan sensible no corroborada.
El hecho apócrifo, claro, era la noticia deseada por Clarín : levantamiento popular contra el aislamiento extremo. Esconderse detrás de fuentes mendaces o pocos serias para instalar falacias funcionales a objetivos políticos: un hábito del ala periodística del Grupo.
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Cobro e impunidad: El Programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP) subsidia el pago de sueldos, con la intención de mantener el empleo y las fuentes de trabajo. Quedan cubiertas miles de empresas y más de dos millones de trabajadores. Abarca empresas de todo porte. Los requerimientos formales complican más a las PyME según informa y reclama la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Las megaempresas disponen de papeles en regla. Aprovechan la fabulosa inversión social, concebida en términos amplios para que se sostenga la mayor cantidad posible de puestos de trabajo. Las autoridades les exigen que cumplan recaudos lógicos: que no compren divisas, no distribuyan utilidades, entre otros, La plata es fungible: si tienen sobrante para esos fines no precisan ayuda para cumplir con los salarios. Los dueños de la Argentina se ofenden.
También ponen el grito en el cielo porque se difundirá el listado de los beneficiarios. Reiteran una confusión extendida: suele pensarse en estas pampas que la información estatal es secreta como principio y pública por excepción. Lo defendía la empleada de Gasalla, siempre hubo burócratas que construyen poder retaceando data. Hete aquí que es al revés: el acceso a la información es la regla, el secreto debe fundamentarse.
La investigación del Banco Central sobre fuga de divisas durante el mandato de Macri crispa al establishment. Diputados y senadores de Juntos por el Cambio los defienden con uñas, dientes y pésimos modales en la Comisión Bicameral. El diputado PRO Luciano Laspina descalifica a la oferta argentina, parece un barra brava de BlackRock. ¿Le piden tanto? Pésimo mensaje emitido desde un escenario institucional en el pico de las tratativas.
La fiscalización de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) sobre una cantidad colosal de cuentas off shore (muchas no declaradas) es otro eje de conflicto. La clandestinidad y la fuga, opinan los grandes evasores, son fuente de derechos.
Es extraña la psiquis de los grandes jugadores. Se paranoiquean con embustes que les preparan sus empleados: abogados, contadores, opineitors. Ojo con las confiscaciones, las incautaciones, el socialismo en ciernes. Ultima pregunta retórica: ¿creen de veras que se viene el zurdaje? Vaya uno a saber. En todo caso embisten contra el contingente crecimiento del Estado, contra un Gobierno atento a los intereses populares, contra un autoritarismo que solo existe en discursos de elites. Hasta ahora han conseguido frenar objetivos fundamentales del oficialismo: bajar la inflación de los alimentos y artículos de primera necesidad. Y conseguir que el sector financiero coopere para la salida de la crisis. Como dice AF: sin perder plata, ganando menos.
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Mitos y micro escenas: La derecha, casi siempre, es intratable cuando gobierna, como en Estados Unidos o Brasil. O cuando es oposición como en España o Argentina. El Congreso, el Agora reflejan diversidad, pluralismo, controversias que son bienvenidas. La calidad del debate te la debo.
Mitos urbanos se derrumban. Funcionarios de todos los niveles y banderías trabajan 24 x 7. Los planeros fungen de asistentes comunitarios. Los vagos que cortaban calles y rutas se comprometen en acciones solidarias.
Se tejen historias que es prudente no contar. Buscar a una persona que se presume persona contagiada en un barrio o una pequeña ciudad exige conocimiento previo, cuidado, sigilo. Cunde el temor a vindictas ciudadanas: si agreden a enfermeras, médicos o farmacéuticos ¿qué puede esperar una persona de pueblo, humilde por añadidura? La sensatez política de evitar la difusión de datos de víctimas fatales o personas internadas previene tamaña barbarie.
La prioridad de quienes ejercen cargos ejecutivos es preservar la salud. Lo corroboran las correcciones y limitaciones impuestas cuando suben los contagios. Nadie se enamora de la cuarentena pero es sabio temer a la pandemia. Se espera el pico de contagios y se cuentan menos muertos que en otros países. Habrá nuevas víctimas inexorablemente: se sabe y duele.
Vuelven al trabajo argentinos de la mayoría de las provincias.
Una épica solidaria se teje entre militantes, gente de a pie y funcionarios. A veces, ay, entreverada con internas o competencias que resienten las tareas comunes.
En todo este siglo convivieron mal el capitalismo financiero global y la democracia. El historiador Eric Hobsbawm entendía que son incompatibles, Dicho statu quo, inequitativo y xenófobo, se agravará. En un mundo empobrecido, con recesión mundial, aumentan las desigualdades.
Se insinúa una pugna para construir, desde muy abajo, una sociedad mejor o para restaurar el viejo orden como sucedió tras la crisis de 2008- 2009. Ciertas alianzas habilitan una oportunidad a los sectores populares. Estrecha, creciendo desde muy abajo. Quienes instan abrir la economía a como diera lugar, tienen en mente la acechanza.
Por si hace falta: a nadie se le niega el derecho al pataleo, la demanda sectorial. A la diatriba o aún a la manipulación. Es grave, ilícito poner en peligro la salud colectiva violando la cuarentena adrede como parte de una estrategia de poder.
Un pequeño comerciante aquejado es una víctima de las circunstancias. Los capos de la economía, que jamás repararon en esos peces chicos, quieren congelar la realidad en el pasado reciente. Reaccionario, en sentido estricto, es quien quiere volver atrás.