El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós recibe a este diario en el solitario edificio del Gobierno de la Ciudad. El funcionario, hijo de una enfermera y un médico, hermano de médicos y graduado con Diploma de Honor en la UBA, dijo que “se cambió la metodología para testear en la Ciudad y recién en una semana podremos saber verdaderamente dónde estamos parados”. Con respecto a lo que sucede en las villas porteñas, Quirós aseguró que “no me gusta decir que estuvo todo bien hecho porque no me parece correcto, ningún ser humano que sea inteligente debiera decir eso”. Por último, reconoció que “cada semana que pasa aumenta la probabilidad de contagio porque la circulación comunitaria está documentada en toda el AMBA”.

–Usted viene utilizando la metáfora de la montaña y señalando que por delante nos espera el pico por subir. ¿Qué escenario se están planteando?

–Hay un tema técnico que es muy importante explicarlo bien. Cada persona que se enferma contagia a alguien, cuando una persona que se enferma contagia a más de una personas, ese es el factor R. Mientras el R sea mayor de 1 siempre la curva pandémica está en evolución. Al principio teníamos un R cerca de 2 o un poco mayor de 2, lo que indicaba una curva muy corta y muy alta, Con la cuarentena lo que se hizo es cambiar rápidamente ese R, a un valor de 1,3, 1,4 que es lo habitual que tenemos en la ciudad. Quiere decir que la curva de la ciudad viene evolucionando y se ve que va a aumentar críticamente para fin de mayo y principio de junio que es lo que estamos viendo.

–¿Y la cuarentena dio tiempo para preparar el sistema de salud?

–La cuarentena no solamente permite preparar el sistema de salud, también tiene un segundo efecto que es esencial y que es cuando vos demoras la velocidad de ascenso es más lenta pero sobre todo el pico es más bajo. Con lo cual la cantidad de gente que se va a enfermar y que va a fallecer en consecuencia es muy inferior habiendo tenido toda esta cuarentena de tanto dolor y tanta dificultad para todo el mundo. Pero diría que tiene dos ventajas enormes, una es que prepara el sistema y dos, cuando viene la cantidad de casos viene con menor cuantía numérica cada día. Entonces si bien las proyecciones tienen un nivel de incertidumbre propia de ecuaciones matemáticas para un ciudadano promedio, si las personas cumplen todas las normativas, lo que vemos es que para mitad de junio vamos a tener una cantidad cotidiana muy alta y luego, con una velocidad que nadie conoce, irá bajando paulatinamente.

–En ese contexto, ¿cuándo se saturaría el sistema sanitario?

–Hay ecuaciones y el sistema lo hemos preparado para ese escenario, que es la continuidad de lo que está ocurriendo. Y eso significa para nosotros tener 4000 a 5000 camas de hoteles para los pacientes leves, que son los más frecuentes, y luego cerca de 800 a 1000 camas de internación general para pacientes moderados o que se podrían complicar, y luego en el subsector público 300 camas de terapia intensiva. Después está el subsector privado y la seguridad social.

–¿Alcanzarían las camas de terapia?

–Para esta situación, sí. Pero si vos me decís a mí, ¿me podés asegurar que nunca va a faltar ninguna?, te digo que no porque la proyección es matemática y el comportamiento social puede cambiar. Además, la proporción del tipo de paciente que se va a enfermar es una estadística internacional y puede que ocurra algo diferente. De hecho es lo que iba a contar, los casos en los barrios populares se han presentado más rápidamente que en el conjunto de la ciudad, han tenido una velocidad más precoz y eso tiene que ver con la dificultad de distanciamiento, y eso ha demostrado que hemos tenido muchos casos iniciales de los barrios populares, pero cuando vas a ver las camas de terapia intensiva o la mortalidad de esos grupos es menor. Entonces al día de hoy estamos usando proporcionalmente menos camas de terapia intensiva de las que tendríamos que estar usando. Si luego eso ocurre de manera diferente en otro subgrupo de la población que estuviera más avejentado o tuviera enfermedades más acompañantes, podría ser diferente.

–¿Qué posibilidades diría que hay de contagiarse circulando por la ciudad?

–Cada semana que pasa esa probabilidad aumenta porque la circulación comunitaria está documentada en todo el AMBA por tanto, cuanto más caso, más probabilidad de contagiarte. Hay una cosa que intento explicarla bien y es que los casos de covid son como un iceberg: tenés una punta visible que son los que hacen fiebre, consultan y te dieron positivo, son el menor grupo. En el medio tenés personas que hacen algún síntoma y deciden no consultar porque no le dan importancia o consulta y el médico lo atiende y lo desestima. Debajo de todo hay un grupo aún mayor que no hacen ningún síntoma. Entonces, dado que ese iceberg es así y vos reportas solo estadísticas de la parte de arriba, nadie sabe a ciencia cierta la situación comunitaria a qué riesgo te expone cuando andas por afuera. Lo que sabemos es que si la punta está aumentando la base también lo está haciendo.

–Las organizaciones sociales de las villas venían alertado desde el comienzo de la pandemia que la situación en los barrios era compleja y la necesidad de mayor asistencia. ¿No actuaron tarde, cuando era algo anunciado? ¿Hay alguna autocrítica?

–Autocrítica y replanteos nos hacemos todos los días. Mire, el 28 de febrero, hicimos una conferencia de prensa comunicando que estábamos preparando el sistema de salud para atender la pandemia, y veníamos comunicando que para los barrios populares teníamos que desarrollar una política pública bien precisa, donde había que fortalecer la cuestión alimentaria y el soporte social porque la pandemia venía con el dolor también económico en barrios vulnerables donde la gente más lo necesita. Lo segundo, dado que es un lugar donde la contagiosidad va a ser mayor, necesitábamos que las personas que más se van a dañar no estén en el medio de la circulación viral y trabajamos con los curas y desarrollamos unos lugares que los llamamos sitios de resguardo, que están en casi todas las capillas y lugares de actividad barrial de todos los barrios populares de la ciudad para ofrecerles que gratuitamente con apoyo del Estado pasen unos días distanciados del resto de las personas. Lo tercero, pusimos a disposición más de 150 promotores de desarrollo humano para acompañar a las personas de tercera edad. Y cuarto, fortalecimos los Cesac y montamos los sistemas de detección precoz de los casos que teníamos allí. Ahora, dicho todo esto, naturalmente en los barrios populares el virus entró.

–Pero insisto, ¿no se podía prever? En la 31 sumaban problemas de agua, algo esencial en medio de este brote.

–De vuelta, este virus muestra todas las inequidades, las injusticias que tiene la sociedad porque golpea siempre en los lugares más difíciles, golpea a las personas con enfermedades, a los que viven en lugares con menos distanciamiento, eso es la realidad de cómo evoluciona esta pandemia. Ahora, nosotros desarrollamos un conjunto de políticas públicas para mitigarlas. Uno podría decir también: “no podías haber evitado que en algún geriátrico entre el virus”, y la verdad que lo que podemos hacer es disminuir la posibilidad, estar cerca cuando ocurre, detectarlo rápidamente, distanciarlo. Cuando ocurrió nosotros teníamos ya todos los dispositivos de las Unidades Febriles, los transportes, los hoteles donde distanciarlos, las camas de los hospitales preparadas.

–Pero algo similar les pasó con los paradores, donde también se anunciaba, y una semana atrás el centro asistencial de Retiro terminó con 90 casos.

–Lo que pasó fue que tuvimos el caso de una persona que trabajaba en el parador que un fin de semana en su casa hizo fiebre. Lo testeamos y dio positivo. Fuimos el día domingo al parador, hisopamos a las 81 personas y 78 dieron positivo, y ninguna tenía síntomas. Es un ejemplo de que el virus circula fácilmente en algunos lugares y lo que tenés que hacer es mitigar, pero no vas a evitar que en un barrio popular no haya casos, no se va a poder hacer. Lo que hay que hacer es que sea la menor cantidad y estar presente al momento de que ocurre. No me gusta decir que estuvo todo bien hecho, porque no me parece correcto, ningún ser humano que sea inteligente debiera decir eso. Lo que digo es que dado lo que ocurrió, seguramente hubiéramos podido hacer algo mejor. Ahora, lo que quiero decir también es que nosotros veníamos comunicando la política pública y estaba implementada, y la reacción fue muy rápida. Y si pasamos de 10 caso a 400 no es porque haya habido 390 infectados es porque la estrategia de testeo los detecta más rápidamente.

–En la 31 murieron tres referentes sociales, gente que se puede considerar en la primera línea, porque algunos estaban al frente de comedores. ¿No se podía prevenir?

–Las personas en los barrios hablan desde el dolor y desde ahí hay que tener mucho respeto. He hablado con todos ellos, conozco las cuestiones que han planteado y cada día fuimos haciendo las cosas lo más adaptada a lo que ellos planteaban. Pero justamente los grupos que más se enferman en la sociedad son el equipo de salud y la gente que está cerca de la circulación comunitaria, y ellos como bien decís, el enorme esfuerzo que hacen, la tarea social, los expone a más riesgo. Hemos trabajado con ellos sobre elementos de protección, hemos hecho capacitación en todos los barrios populares y geriátricos pero por supuesto que cuando estás expuesto al virus algunos se van a enfermar y es lo que está ocurriendo. Ellos tienen una serie de demandas, algunas de la esfera social, otras de la sanitaria, y frente a la demandas de las personas que están en una situación de sufrimiento y de dolor solamente tenemos para escuchar, aprender y mejorar, y es lo que hacemos todo el día. Puedo tener cierto nivel de inexactitud porque son datos de desarrollo humano, pero lo que informa la ministra es que casi se triplicaron las raciones diarias de comida en estos barrios.

–Cuando evalúan flexibilizar la cuarentena, ¿qué indicadores están mirando?

–Hay dos variables que son esenciales en término de qué te va a ocurrir en el futuro, que es la cantidad de casos del día y el aceleramiento de los casos. Porque podés tener muchos casos pero sin aceleramiento o pocos casos con mucho aceleramiento, y cada una de ellas tiene consecuencias diferentes. Hemos ido modificando la cantidad de camas que hemos propuesto en el sistema de acuerdo a cómo se proyecta la curva. Pero luego hay una cantidad de elementos que te indican cómo va a ser tu futuro: la circulación pública, el transporte público en general y en particular la cantidad de gente usando subtes, que es el subgrupo de mayor riesgo. Indicadores que seguimos a diario. La otra cuestión es el cumplimiento social de la normativa.

–¿Cuando dieron marcha atrás con la flexibilización fue un análisis sanitario, o fue producto de la tensión política con la provincia?

–Eso podría ser una interpretación política externa pero no es como lo hemos tratado en gobierno y he participado de todas las reuniones. Nosotros estábamos hace tres semanas con una curva en una fase muy aplanada que venía creciendo muy lentamente, venía creciendo entre 20 y 40 casos, y teníamos estimaciones que para la primera quincena de junio iba a venir el aumento de casos con lo cual faltaba un mes y la sociedad empezaba a fatigarse. Por lo cual, nos pareció prudente dar una señal de acompañamiento del humor social que tenía muy bajo riesgo sanitario. Dimos una señal de bajísimo riesgo sanitario porque las cosas que liberamos las medimos mucho, y advertimos que si no lográbamos un cumplimiento social íbamos a tener que desandar algunas cosas y fue lo que ocurrió.

–¿Y por qué se dio marcha atrás?

–Lo que pasó dos semanas después, la curva de casos tomó una aceleración especial y en eso tuvo que ver que los barrio populares también tomaron un aceleramiento especial y eso fue público y notorio. Si bien la curva del R no había cambiado significativamente, en tres o cuatro días habían aparecido 300, 400 caso. Y lo que evaluamos fue así: con la salida de los niños de fin de semana, las personas tuvieron un nivel de cumplimiento altísimo y no se veía ningún riesgo biológico. Los comercios barriales no habían tenido dificultad, observamos dificultad sí en algunos horarios y zonas cierta por las colas que se hacían sobre todo en donde hay un comercio al lado del otro, entonces dado que la curva se aceleró y el cumplimiento fue bueno desandamos en esos lugares en particular.

–Hay personal sanitario afectado y reclamos para que los testeen. ¿Por qué recién ahora lo hacen? ¿No tendrían que haberlo hecho antes?

–Nosotros comunicamos públicamente hace cuatro o cinco semanas que íbamos a empezar los testeos masivos sobre el equipo de salud, los trabajadores de los hospitales y los geriátricos. Y empezamos todo el proceso de compra. Compramos a una empresa que fabrica en otro país, la salida de los elementos de ese país no fue sencilla, y la realidad que los elementos los tenemos hace cinco o seis días. Por eso se está empezando ahora. De todas maneras estos test son cada vez más útiles cuánto más circulación comunitaria hay. Si lo hubiéramos hecho hace cuatro semanas o cinco probablemente la utilidad hubiera sido muy baja.

–En el camino, el ministerio quedó envuelto en una denuncia por la compra de barbijos.

–Sí, es una causa que sigue y en la que nosotros hemos puesto todos los elementos que tenemos a disposición de la justicia, porque lo que ocurrió es que hubo dos licitaciones llamando a las 110 empresas que tiene el ministerio en el listado de empresas proveedoras de insumos médicos y las dos quedaron desiertas. Una persona presentó una oferta de N95, se le recibió la oferta y luego cuando tuvo que presentar los elementos no los presentó. Ahí es donde dimos de baja el contrato y fue toda la discusión pública que hubo.