El Cuchi Leguizamón le puso música a la milonga de Armando Tejada Gómez, "Tiempo de mayo", pero ese no fue el único aporte de los habitantes salteños a aquel mayo que menta la canción, el del 69, el del Rosariazo y el Cordobazo, el de las marchas y la toma del Club 20 de Febrero en Salta.
"Si mayo vuelve, que vuelva en la dirección del viento", repite "Tiempo de mayo", interpretada magistralmente por el Dúo Salteño, del Chacho Echenique y Patricio Giménez. Aquí un repaso de ese mayo salteño.
El 29 de mayo de 1969 las distintas vertientes que resistían a la dictadura del general Juan Carlos Onganía desembocaron en el más importante movimiento de masas de la época, el Cordobazo, que tuvo entre sus dirigentes destacados al lucifuercista Agustín Tosco. Aunque la movilización fue reprimida y en lo inmediato pareció que la dictadura había logrado imponerse otra vez, el Cordobazo hirió de muerte a la “Revolución”, que cuatro años más tarde terminó por caer.
Si puede afirmarse que existió un Salteñazo, como uno de los antecedentes de las manifestaciones de fines de mayo en Córdoba, se dio el 21 de mayo de ese año, un día en que el centro de la ciudad de Salta se convirtió en "un campo de batalla", en el que las fuerzas de seguridad debieron retroceder ante la resistencia de estudiantes y trabajadores. Ése fue el día, la noche ya en realidad, en que la clase popular entró al exclusivo Club 20 de Febrero. Los socios, entre ellos el juez federal Carlos López Sanabria, le sacaron bolilla negra, claro, pero ni eso quita el hecho de que la gente común ocupó ese símbolo de la oligarquía.
Tras la llegada al poder, en 1966, Onganía intensificó la represión y, en una escalada de confrontación con las organizaciones gremiales, cerró toda posibilidad de resolver conflictos por la vía institucional, a la vez que la política económica imponía a los trabajadores aceptar la miseria como forma de vida. Previsiblemente, la oposición tuvo que expresarse por otras vías, así se fue gestando el clima para estos sucesos.
En mayo del 69, en Salta transcurría la intervención militar de Hugo Alberto Rovaletti.
Aquel año 1969 se inició con tensiones. En enero el gobierno nacional anunció un aumento de salarios del 8% para el sector privado. La reacción no se hizo esperar, porque el incremento estaba muy lejos del costo de vida, y ni siquiera comprendía a los estatales. En Salta, una conjunción de gremios, entre ellos la poderosa Asociación Docente Provincial (ADP), se declararon en estado de alerta y asamblea permanente y anunciaron la "Marcha del hambre", que se realizó el 14 de febrero y de la que también participaron estudiantes universitarios, y fue "una de las primeras manifestaciones de oposición al gobierno de la “Revolución Argentina” en Salta, señalan los historiadores Alejandra Soler y Carlos Abrahan.
Aunque tras esas demostración de fuerza gremial se inició un período de diálogo con el Gobierno, la conflictividad siguió durante marzo y abril, con un amplio arco de representación social, desde obreros rurales hasta amas de casa, pasando por metalúrgicos, docentes, y estudiantes. El 1 de mayo hubo una fuerte represión, con detenidos, a los manifestantes que pretendían realizar un acto por el día del trabajador.
En un clima en el que las detenciones y allanamientos no menguaban y la aparición de panfletos de propaganda revolucionaria y de bombas en lugares tan disímiles como el Consulado de Bolivia y el Club 20, también fue detenido el panadero Juan Riera, aquel que de noche dejaba la puerta abierta para que los pobres tuvieran refugio y comida, según cuenta la zamba del Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla.
El 20 de mayo los estudiantes universitarios tomaron la sede de la Facultad de Ciencias Naturales (entonces sobre la Buenos Aires al 177). La misma madrugada del 21 de mayo la Policía Federal los desalojó. La bronca de los estudiantes, exacerbada por los asesinatos de Juan José Cabral en Corrientes y de Adolfo Ramón Bello en Rosario, se hizo sentir. A la mañana los secundarios del Colegio Nacional se negaron a entrar a clases, iniciando una seguidilla de tomas e insurrecciones estudiantiles que tuvieron ocupada a la Policía de Salta y que confluyeron en sucesivas marchas durante todo ese día, reclamando la renuncia del gobernador de facto, y que por la tarde, ya sumados trabajadores, tomaron la plaza 9 de Julio e hicieron retroceder a los policías.
Por la noche, luego de un oficio religioso en la Iglesia San Francisco, en memoria de Cabral y Bello, estudiantes y trabajadores fueron reprimidos. Pero hubo reacción: "En Alvarado, entre Alberdi y Buenos Aires, '…los manifestantes volcaron sobre la calzada dos automóviles para evitar el avance de la policía'. Dos policías son derribados del camión hidrante. Al mismo tiempo otra columna que avanzaba, por Alvarado hacia el edificio de CGT, también vuelca automóviles, para usarlos como barricadas. La autobomba de policía es destruida cuando intenta dispersar a los manifestantes cercanos al local cegetista", relatan Soler y Abrahan en su trabajo "Acompañar el Cordobazo. Movilizaciones obreras y estudiantiles en la provincia Salta. Mayo del 1969" (http://cdsa.aacademica.org/000-008/133.pdf ). La violencia dejó daños materiales en locales comerciales y automóviles, usados como barricadas. Incluso hubo una estampida de animales de la Caballería, provocada por una bomba de estruendo.
En esas circunstancias una columna de manifestantes fue al Club 20 de Febrero (en Paseo Güemes), donde había una recepción con funcionarios provinciales, que eran también miembros de las Fuerzas Armadas, y otros destacados, como el juez federal. Los manifestantes derribaron el portón de acceso, entraron y destruyeron parte del mobiliario y la lujosa vajilla y la cristalería ante el "espanto" de la gente bien. Los manifestantes también volcaron cuatro vehículos pertenecientes a participantes de la recepción. La ocupación terminó cuando López Sanabria ordenó reprimir a la Federal. Hubo detenidos, cuyos familiares denunciaron vejámenes.
Las crónicas de la época refieren que también se denunció que socios del Club realizaron disparos. La acusación fue desmentida por el Club, que, sin embargo, avisó que había dispuesto que "los socios estén preparados para repeler con energía cualquier nuevo intento de agresión”.
En los días siguientes se mantuvo la agitacion social pero ya las fuerzas de seguridad habían montado un operativo de seguridad con gran presencia de policías en la ciudad y especialmente en los colegios y escuelas secundarias.
El 29 de mayo las dos CGT de Salta, Paseo Colón y Azopardo, realizaron un plenario de secretarios generales para preparar el paro nacional convocado para el día siguiente, que se inició con una serie de bombas en distintos puntos de la ciudad.
Más allá de que estas acciones provocaron que Onganía realizara cambios (en Salta el interventor Rovaletti fue reemplazado por el cursillista Carlos Ponce Martínez), en general, las cosas siguieron mal. Si bien algunos sectores gremiales, como el docente, consiguieron incrementos en sus salarios, la represión siguió arreciando. En el 73, mayo volvió en la dirección del viento, con Miguel Ragone a la gobernación, pero ese tiempo terminó en 1974 y se inició una represión aún peor que desembocó en el golpe del 76, pero esa es otra-misma historia.