En un gesto inusual, el director del FBI, James Comey, informó ayer al Congreso que está investigando la presunta influencia de Rusia durante la campaña presidencial del año pasado -a favor de Donald Trump y en contra de los demócratas- y descartó un supuesto espionaje del anterior gobierno de Barack Obama contra el actual mandatario, dos afirmaciones que el magnate rechazó de inmediato.
El año pasado, en medio de la campaña y aún después de la victoria electoral de Trump, el gobierno de Obama denunció que el Kremlin había hackeado cuentas de email del entonces oficialismo para perjudicarlos y beneficiar al magnate. Esta acusación ganó más fuerza cuando este año la prensa reveló que al menos dos miembros del equipo del ahora presidente se habían reunido con un diplomático ruso durante la campaña.
En el pico de este escándalo, que provocó la renuncia del primer funcionario del flamante gobierno republicano, Trump contraatacó con una denuncia propia: acusó a Obama de haber ordenado pinchar los teléfonos de la Torre Trump, su hogar, bunker de campaña y sede principal de las negociaciones durante el período de transición presidencial.
Según Trump, parte de la información obtenida de estas escuchas es la que fue filtrada por la prensa estadounidense en las últimas semanas para argumentar a favor de una presunta relación secreta entre Rusia y su gobierno. Por eso, el magnate volvió hoy a poner el foco en la divulgación de información secreta o privada, y no en el contenido de las denuncias en su contra.
“La verdadera historia que el Congreso, el FBI y otros deberían estar investigando es la filtración de una información clasificada. ¡Debemos encontrar ya al que la filtró!”, reclamó en su cuenta de Twitter el mandatario poco antes de comenzar la audiencia en la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Durante las últimas semanas de la campaña presidencial de 2016, demócratas, analistas y medios de comunicación acusaron al director del FBI de intentar beneficiar a Trump al reabrir una investigación contra su rival electoral, Hillary Clinton, que finalmente no prosperó. Sin embargo, ayer Comey no dudó en desmentir al flamante mandatario republicano. “Con respecto a los tuits del presidente sobre una supuesta pinchadura de teléfonos dirigida contra él por el gobierno anterior, no tengo ninguna información que apoye esos tuits, y hemos investigado en profundidad adentro del FBI”, aseguró Comey, quien sirvió durante el gobierno de Obama y quien dijo haber investigado también dentro del Departamento de Justicia.
El presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara baja, el republicano Devin Nunes, quiso despejar desde el principio la duda sobre las presuntas escuchas sobre el rascacielos neoyorquino del magnate, y aseguró en su intervención de apertura que “no hubo ningún pinchazo en la Torre Trump”. Desde la Casa Blanca, el vocero de la Presidencia, Sean Spicer, desconoció las palabras de Comey y anunció que Trump no retirará la acusación que hizo contra Obama, pese a que nunca la formalizó en la Justicia o, simbólicamente, en el Congreso.
Según explicó Spicer en su conferencia de prensa, “hay muchas cosas” que no se trataron en la audiencia de ayer en la comisión de la Cámara baja del Congreso y, además, destacó que la investigación sobre el presunto espionaje del ex presidente demócrata contra Trump todavía está en su “fase inicial”, una afirmación que en ningún momento esbozó el director del FBI.
El vocero de la Casa Blanca desoyó de la misma manera a Comey cuando afirmó que “nada cambió” y que no hay evidencias sobre una presunta relación secreta entre el círculo íntimo de Trump y el gobierno ruso de Vladimir Putin durante la campaña presidencial del año pasado. Según Spicer, investigar algo y “y tener prueba de ello son dos cosas distintas”. Ayer el congresista demócrata con mayor rango en la comisión de Inteligencia de la Cámara baja, el californiano Adam Schiff, había anunciado que el primer informe del FBI demostraba que existía “evidencia circunstancial de un complot” y “evidencia directa, yo diría, de un engaño”.
Comey fue mucho más cauto que el congresista y evitó emitir evaluaciones, simplemente oficializó que existe una investigación, algo que el FBI no suele hacer. El director explicó que lo estaba anunciando por el “interés público” del tema y pidió paciencia a los congresistas: “Este trabajo es muy complejo y no hay manera de que pueda darles un cronograma para saber cuándo terminaremos”. No dio detalles, pero destacó que se concentran en determinar si hubo “alguna coordinación” entre los esfuerzos del gobierno ruso de influir en la campaña presidencial -algo que toman como un hecho confirmado- y el equipo electoral de Trump.
“Eso incluye investigar la naturaleza de cualquier vínculo entre individuos asociados con la campaña de Trump y el gobierno ruso, y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia”, señaló Comey.El director del FBI agregó que la investigación también examinará si se cometió algún tipo de crimen, en relación a las filtraciones de los correos del Comité Nacional Demócrata (DNC) y el jefe de campaña de la entonces candidata presidencial del partido, Hillary Clinton, John Podesta.
Por su parte, el director de la Agencia de Seguridad Nacional, Mike Rogers, también declaró ante la comisión de la Cámara baja y desmintió otra denuncia que había lanzado la cadena Fox News y reproducida por Spicer. Rogers negó que el gobierno de Obama le haya pedido a una agencia de inteligencia británica espiar y pinchar los teléfonos del entonces candidato republicano.