A veces la búsqueda de información sobre eventos culturales del pasado se encuentra con muchos obstáculos. Desde folletos sobre los que no quedaron copias hasta cartas que permanecen en colecciones privadas pasando por artículos periodísticos en hemerotecas esquivas. Por eso los archivos públicos resultan tan importantes para investigadores y estudiantes. Ahí está el enorme valor que tiene la colección del Centro Internacional de las Artes de las Américas (ICAA
), del Museo de Bellas Artes de Houston, que –gracias al rediseño y ampliación de su sitio web- ahora digitalizó su acervo de más de ocho mil documentos sobre arte latinoamericano y lo puso a disposición del público. Cada quien elegirá qué documento le interesa más, pero temas para otear vinculados a este siglo y el pasado no faltan. El archivo también incluye algunos documentos sobre arte latino en Estados Unidos.
En lo que respecta a la Argentina, hay cantidad de asuntos allí. Por ejemplo, hay varios documentos sobre la censura a artistas por la dictadura en 1971 (que van desde noticias de la época hasta documentos de protesta de grupos de plásticos y anuncios de la reparación del Estado argentino a los damnificados ya durante la primera etapa del kirchnerismo en el gobierno). También hay numerosas cartas, uno de los documentos más preciados por los historiadores del arte, pues dan cuenta de relaciones entre actores del campo, sus opiniones, convergencias y disidencias, y ofrecen un panorama sobre el estado del debate intelectual del momento. Por ejemplo, hay una notable que Luis Felipe Noé (que en el archivo tiene nada menos que 25 documentos vinculados a su ficha) le envió al crítico Oscar Masotta en la que cuestiona y rebate las palabras que este le dedica en su libro Happenings. La carta data de 1967 y un año más tarde hay otra con la que el propio Masotta le responde reconociendo su “pedantería” y su error.
Sobre otras figuras argentinas, como la célebre Marta Minujín, hay más de 30 documentos que van desde anuncios de exposiciones en las que participaba hasta análisis críticos sobre sus presentaciones por parte de críticos de distintas latitudes. También es posible encontrar los manifiestos artísticos de varios de los principales movimientos plásticos del siglo XX y lo que va del actual.
El ICAA está dirigido por la prestigiosa crítica puertorriqueña Mari Carmen Ramírez (referente mundial en materia de arte latinoamericano) y es parte del área de investigación del Departamento de Arte Latinoamericano del Museo de Bellas Artes de Houston. El proyecto funciona desde hace muchos años, pero su digitalización y puesta a disposición online es muy reciente. En su primera fase, el ICAA funcionó con equipos de trabajo en 16 países, un sistema que –explican sus responsables- terminó resultando muy oneroso. En la actualidad trabajan con un sistema de cooperación que incluye al Archivo de Arte Americano (del Instituto Smithsoniano, de Washington DC) para desgranar lo que hay allí sobre arte chicano, a la Fundación Ama de Santiago de Chile y la Fundación Espigas, de la UnSam, de Argentina. La colaboración con Espigas/Unsam se remonta a 2004.
Desde un primer momento, el archivo busca saldar las dificultades que existen para investigar el desarrollo del arte latinoamericano. No son pocos los críticos que señalan el círculo vicioso que va de la falta de archivos al desprecio por su impacto y de este al desinterés por formar archivos en primer lugar. El ICAA busca romper esa dinámica y difundir el material existente.
Con todo, lo llamativo del caso es que el ICAA no conserva ninguno de esos documentos en sus archivos físicos. Según cuentan sus responsables, cuando identifican algo que les interesa sumar a su acervo, lo piden prestado para digitalizarlo y luego lo devuelven. Por un lado, porque no tienen espacio para atesorarlos. Por otro, porque el objetivo es tenerlos ahí disponibles para cualquier interesado en estudiarlos. Son optimistas respecto de sus resultados: Ramírez sostiene que el archivo “posee el potencial de reescribir la historia del arte de la región”. Habrá que esperar pues las investigaciones de los eruditos que lo usen.