La muerte de Ramona Collante, la mujer de 54 años que tenía coronavirus y falleció el sábado en el barrio 21-24, "se podría haber evitado", advirtió el cura de la parroquia Caacupé, Lorenzo “Toto” De Vedia, en diálogo con Página/12. Cuando la mujer murió, esperaba una ambulancia del sistema público de salud; su hija había llamado al SAME por segunda vez, pero cuando finalmente los médicos llegaron, Collante ya había fallecido.
Por su parte, en conferencia de prensa del Gobierno porteño, Alberto Crescenti, responsable del servicio de emergencias, sostuvo que "si cometemos algún error, lo vamos a decir". En el barrio hay más de 300 casos confirmados de coronavirus, mientras que en las últimas 24 horas, 13 personas fueron dadas de alta.
Ramona tenía hipertensión y problemas respiratorios, pero como no había manifestado síntomas hasta el momento, todavía no se había hecho el test de coronavirus. El viernes, su estado de salud había empeorado, por lo que su familia pidió asistencia médica. Sin embargo, tras medicarla “con algo similar al parecetamol”, indicó De Vedia, los profesionales del SAME le dijeron que se quedara en su casa, que ya se le iba a pasar. "Estas situaciones demuestran el maltrato que hay hacia los vecinos del barrio", advirtió De Vedia.
“Lo que se denuncia es el abandono, porque si bien no sabemos si se hubiera salvado, por lo menos se hubiera intentado que esté en mejores condiciones”, señaló a Página/12 Mercedes Fossat, integrante del Comité de Emergencias de la villa 21-24 y Zabaleta.
Como al día siguiente a la consulta el malestar persistía, la hija de Ramona volvió a llamar al SAME. Cuando la ambulancia llegó, la mujer “había fallecido hacía 25 minutos”, aseguró Crescenti. “Yo a las hijas les creo más que a nadie”, advirtió De Vedia, quien conocía a Ramona “de las misas, a las que iba cada tanto, y porque venía a la parroquia a retirar alimentos”.
En la casa de Ramona viven dos de sus hijas, un hijo que es menor de edad, y sus dos nietos, que permanecían allí porque, desde el comienzo del aislamiento, su madre quedó varada en Paraguay. “Están desolados, angustiados como cualquiera que pasa por una tragedia”, relató De Vedia. "En el barrio se necesita un trato más humano”, reclamó el religioso.
“Ustedes saben que por los pasillos es imposible que una ambulancia pueda acceder”, sostuvo Crescenti este martes. Según el responsable del SAME, el llamado del sábado entró a las 21.56 y a las 10.14 la ambulancia había llegado a la casa. “La casa de Ramona está en un pasillo, pero los autos pueden llegar a 30 metros y caminar el resto, no es tan lejos”, señaló De Vedia, mientras que Crescenti remarcó que “al llegar la ambulancia, la médica tuvo que caminar seis cuadras”.
Este lunes, tras conocerse los resultados del hisopado, los profesionales encargados de la autopsia confirmaron que Ramona tenía coronavirus. El resto de su familia se encuentra aislada en la casa, a la espera del diagnóstico. “Al ser paciente de riesgo justamente había que prestarle más atención que a nadie”, señaló Fossat. "El contexto de la pandemia pone en evidencia problemas históricos como es el ingreso de ambulancias al barrio, algo que se ve hace años en los barrios populares de la Ciudad pero nunca se resolvió”, añadió.
Según un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires, el servicio de emergencia debe llegar a los 12 minutos, mientras que “se toleran hasta 15 minutos en total”.
“No hay respuestas por parte del gobierno porteño para problemas como estos en las villas”, remarcó Fossat, quien advirtió que “no puede ser que por la emergencia de unos se descuide la salud de otros”. Este lunes la Red de Mujeres y Disidencias de la villa 21-24 y Zabaleta junto al Comité de Emergencias del barrio brindaron una conferencia de prensa online, en la que señalaron que la “pandemia profundiza las desigualdades históricas que nos atraviesan a quienes vivimos en las villas”, entre ellas “el poco o malo acceso a servicios de salud”.
Informe: Lorena Bermejo