Lia Siegrist y Virgina Giacosa (artista visual y periodista, respectivamente) son editoras independientes que viven en la ciudad de Rosario. Con velocidad de reflejos, exquisito gusto estético y amplio gesto convocante más que amistoso ("amoroso", como dice Lila), incluyendo en el staff editorial al editor y periodista Pablo Makovsky, construyeron en tiempo récord, desde que se decretó el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio hasta ahora, un testimonio polifónico en tres tomos que fueron saliendo a medida que ellas los iban compilando y diagramando. Y que también se leían en tiempo real, alimentándose el pensamiento y la escritura en cascada, cada uno nutriéndose del anterior. Son tres publicaciones gratuitas en PDF que pueden descargarse de la página de la revista electrónica REA. En título y subtítulo retornan dos términos recurrentes: "bitácora" (anotaciones diarias) y "palabras" (ponerle palabras a lo real inquietante, amasarle un litoral de orden simbólico al estrago del miedo enloquecedor). Y funcionó. 

Primero fue Bitácora del virus. Palabras del reposo . Después, Bitácora de la intimidad. Palabras del aislamiento . La tercera fue Bitácora del porvenir. Palabras de una era . Entre las tres bitácoras arman una trilogía de la peste con rasgos específicamente locales. Ya está disponible también la cuarta, una especie de epílogo: Ahora y después . Eso que en las escuelas de Letras y entre les escritores nadie se atreve a afirmar que existe (una literatura rosarina) emerge en estos textos de firmas invitadas especialmente, un panorama de sujetos singulares del cine, el arte, el periodismo, el psicoanálisis, el urbanismo. ¿Y cuáles serían esos rasgos? Hay uno que sorprende: la anomalía de una ciudad donde las normas preventivas oficiales tuvieron un acatamiento voluntariamente comprometido y masivo como en pocos lugares del mundo, llegando a aplanar la curva a cero contagios, es narrada como una hipernormalidad, como una nueva naturaleza, como algo dado, como si toda la gente del planeta estuviera haciendo lo mismo. 

Generalizando, se podría aventurar que el horizonte de la imaginación local se cierra en una burbuja, donde todo lo que entra desde afuera es adaptado y traducido a esta gran endogamia sin exterior. (¿Por eso la peste se quedó prácticamente afuera?). Ese estilo excede lo literario; es un blueprint cultural. La masa que escribe estos tres libros es de clase media y mira con simpatía el exotismo de los barrios. La nave Rosario/Santa Fe va por el espacio de la literatura sin complejos, y con virtuosismo. La prosa camina casi siempre afilada y hermosa como el andar de unos tacos stiletto. La fotografía interviene no como ilustración sino para decir lo suyo, como un ensayo visual. Les autorxs navegan una amplia gama de géneros y modos: del ensayo filosófico al poema, del "minimalismo dulce" a lo sublime banal (a veces más sublime, a veces más banal); del diario personal a la crónica y hasta al manifiesto, y al fin a esto nuevo que aparece ahora en el tercer libro y que es lo más interesante: el cruce entre no ficción y ficción, el fino deslizamiento desde documentar una realidad convertida en extraña distopía o en concreción de lo real maravilloso o siniestro, hacia una nueva ciencia ficción o un nuevo realismo fantástico. 

Es un giro sutil, un rizar el rizo casi imperceptiblemente. Son nuevos mundos inventados que fisuran intentos de realismo documentalista que ya no podían más, ni con el yo ni con nada. Y se abren otras puertas a otros mundos, como en un sueño; de hecho el sueño es omnipresente en muchos de estos relatos. Quizás porque se leyó mucho, se vio mucho cine en estos dos meses de encierro clasemediero, la ficción ha regresado. Y con ella ha vuelto la tercera persona, narrada en pretérito. Si en la primera se abría un futuro incierto, si en la segunda bitácora se asfixiaban las voces en el presente simple de un yo solitario (un lirismo de masas, atomizadas pero masas al fin), en la tercera renace con toda su potencia un "nosotros". Quizás porque más recientemente se conversó en red, hasta se visitó a gente querida, el plural parece haber regresado. Y con él, el futuro, de lo que da cuenta la posibilidad de empezar a contarnos la cuarentena en pasado.

Escriben: Manuel López de Tejada, Santiago Venturini, Amanda Poliester, Pablo Romano, María Noel Do, Agustín González, Morena Pardo, Laura Catelli, Rosario Spina, Gerardo Rozin, Cecilia Reviglio, Ivonne Coñuecar, Juan Bautista Ritvo, Agustina Lescano, Daniel Feliu, Alejandra Mendez Bujonok, Juan Nemirovsky, Mercedes Bisordi, Pablo Makovsky, Hagar Blau Makaroff, Juan Aguzzi, Horacio Çaró y otres ("Narrativas del presagio"); Francisco Bitar, Eliana Bianchi, Diego Colomba, Julieta Lopérgolo, Ire Ocampo ("Métricas del futuro"); Germán de los Santos, María Victoria González, Juan José Mendoza, Manuel Quaranta, Sebastián Godoy, Agustín Aranda, Marcelo Britos, Mónica Bernabé, Paula Turina y Candela Ramírez ("Ensayos del porvenir"). 

Como escribió el poeta Rubén Vedovaldi: "Cuando venga el porvenir, dile que fuimos muchos a buscarlo".