Desde Washington
A los manifestantes que piden justicia por George Floyd en Estados Unidos no les importó que el presidente, Donald Trump, pidiera “ley y orden” el lunes por televisión. En todo el país, las protestas volvieron. Desde California hasta Nueva York, miles y miles desafiaron el toque de queda y se reunieron en más de 140 ciudades.
En Los Ángeles, los manifestantes se encontraron en Hollywood boulevard y se sentaron en la calle mientras la Guardia Nacional los rodeaba. Alguien también escribió el nombre de George Floyd en las conocidas estrellas del Paseo de la Fama.
En Nueva York miles de personas salieron a la calle nuevamente, después de los disturbios del lunes. Se viralizó la imagen del personal de un hospital aplaudiendo a los manifestantes desde la puerta de su trabajo. También el de los trabajadores que estaban enfocados en tapiar las vidrieras de las avenidas neoyorquinas, quienes alentaron a los manifestantes.
Por el caos en Nueva York, Trump volvió a pedirle a Andrew Cuomo, gobernador del estado, que acepte la oferta de una “Guardia Nacional dominante” para poner orden. Desde la Gran Manzana, la única respuesta fue la de extender el toque de queda por las noches hasta el viernes. A las 20, cuando comenzó, nadie se había ido a casa.
Lo mismo pasó en Washington, donde la gente ignoró la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de llenar la ciudad con “miles y miles de soldados” y hacer cumplir a rajatabla el toque de queda. En el tercer día con una circulación limitada a partir de las 19, una protesta mayor a la de las cuatro jornadas anteriores desafió en forma pacífica la medida. En las cercanías, se desplegaron vehículos militares y de la policía local en varias esquinas. En el aire, un Blackhawk, un helicóptero militar. En las escalinatas del Lincoln Memorial, decenas de miembros de la Guardia Nacional.
El fiscal general, William Barr, lo había avisado durante la tarde. “Habrá todavía más recursos y apoyo de fuerzas de seguridad en la región”, dijo en un comunicado. “La función más básica de gobierno es proveer seguridad a la gente para que pueda vivir su vida y ejercer sus derechos y cumpliremos esa responsabilidad aquí en la capital de la nación”, agregó el funcionario que el lunes se acercó a plaza Lafayette para ordenarle a la Policía que reprimiera la protesta pacífica para despejarle la calle al presidente.
Durante el día, Trump tuiteó que Washington no había tenido “problemas” durante la noche anterior. “Muchos arrestos, Gran trabajo de todos. Una fuerza abrumadora. Dominación”, publicó satisfecho en Twitter. “Washington, D.C., fue el lugar más seguro de la Tierra anoche”, agregó más tarde. Pero la represión del lunes, implementada para que Trump pudiera sacarse una foto con una Biblia, tuvo el efecto contrario al que él pensaba.
Tan mal salió, que hasta miembros de distintas iglesias, reverendos y sacerdotes se acercaron a la marcha. En la plaza Lafayette, cercada durante el martes para impedir que cualquier se acercara a la Casa Blanca, hubo miles de personas. Muchas se acercaron por primera vez en la semana. Algunos aplaudieron a la senadora Elizabeth Warren, ex precandidata demócrata a presidenta, quien se unió a la protesta. Uno hasta llevó una cacerola, dándole un sonido latinoamericano a la protesta.
Los manifestantes también se reunieron frente al Capitolio. Cantaron, como en las ocasiones anteriores, “Black Lives Matter” y pidieron justicia por Floyd. Una de las consignas también hizo referencia a la forma de poder sacar a Trump de la presidencia. “Sáquenlo con el voto”, gritaron, en referencia a las elecciones presidenciales del próximo noviembre.
A pesar del caos, el 3 de noviembre, día marcado en el calendario para los comicios generales, se mantiene como el único norte tanto para Trump como para quienes quieren evitar su reelección. Por eso, el presidente dedicó gran parte de su día y de sus tuits a las primarias estatales que ayer igualmente se celebraron en ocho estados y el distrito de Washington.
Trump apoyó a los candidatos republicanos en Maryland, Indiana, Idaho, Dakota del Norte y del Sur y Nueva York. También aprovechó para criticar a quien seguramente sea nominado como candidato a presidente por el Partido Demócrata, el ex vicepresidente Joe Biden, quien durante el día lo acusó de convertir a Estados Unidos en un campo de batalla.
De cara a las elecciones de noviembre, Trump parece haber encontrado sus pilares de campaña. “Ley y orden”, promete. “¡Mayoría silenciosa!”, grita desde Twitter. Dos ecos de los discursos de Richard Nixon, quien llegó a la presidencia en 1968, justamente después de las revueltas afroamericanas que siguieron al asesinato de Martin Luther King Jr.
Trump y la prensa conservadora consideran que el conflicto que desgarra a Estados Unidos en plena pandemia de COVID-19 está organizado por la “izquierda radical”. “Agitadores internos”, los llamó el diario The Washington Times. En Fox News, no dudaron incluso en caracterizar la situación como un intento de “derribar” al gobierno.
Distinta es la posición de algunos republicanos como el ex presidente George W. Bush, quien emitió un comunicado en el que aseguró que él y su esposa Laura están “angustiados” por la muerte de Floyd y “perturbados por la injusticia y el miedo” en Estados Unidos. “No es tiempo de que demos sermones. Es tiempo de escuchar”, sostuvo.
Pero para Trump, no parece ser necesario un diálogo ni una escucha a los reclamos de las protestas. Está convencido, según tuiteó ayer, que su administración “ha hecho más por la comunidad negra que cualquier otro presidente desde Abraham Lincoln”, ni más ni menos que el que abolió la esclavitud. “...Y lo mejor está por venir”, agregó. Mientras, Estados Unidos se preparaba para una nueva noche de protestas y sin ningún signo de solución en el horizonte.