La delegación argentina se vio forzada al encierro y al aislamiento cuando el barco en el que viajó hacia Europa estuvo casi un mes en altamar hasta tocar puerto. Los y la atleta que protagonizaron aquella travesía al cruzar el océano Atlántico para competir en Berlín 1936 desarrollaron entonces la capacidad de adaptarse a la imposibilidad de entrenar en tierra firme y en la recta final hacia los XI Juegos Olímpicos de la era moderna buscaron perder el menor estado atlético posible durante el viaje.
En ese escenario, y a la espera de competir en la Alemania gobernada por Adolf Hitler y el Partido Nazi, una nadadora de sólo 20 años ató el extremo de una cuerda de goma al borde de la piscina del crucero y se sujetó la otra punta a la cintura para luego saltar al agua y tensionar la cuerda con sus brazadas. Casi cien años después y al igual que lo hiciera la joven Jeanette Campbell a las puertas de convertirse en la primera mujer argentina en competir en una Olimpiada y en ganar una medalla, Delfina Pignatiello realiza el mismo entrenamiento en la pileta de su casa. La ‘cuerda’ es de un material diferente, claro, pero de alguna manera el objetivo ante las limitaciones es el mismo. A un año de Tokio, la cuarentena por la Covid-19 forzó al encierro a los atletas de alto rendimiento y el factor ‘adaptabilidad’ es llevado al límite para poder cumplir con sus responsabilidades.
Un reclamo contextualizado
Consciente del escenario mundial por la crisis que originó el coronavirus y apoyándose en el caso testigo de España, la mediofondista Belén Casetta (olímpica en Río 2016) pateó el tablero desde el encierro por la cuarentena con un reclamo especial el pasado 1° de mayo, un día por demás simbólico y oportuno para hacer pública su postura. La tituló “Solicitud para Realizar mi Trabajo” y expuso la necesidad de ella y sus colegas por poder entrenar fuera de sus casas. "Mi responsabilidad en esta etapa de mi vida es preparar mi físico y mi mente para conseguir logros deportivos para Argentina. No soy la única", expresó.
Casetta se apoyó en la medida tomada por el Consejo Nacional del Deporte español, en la que se propuso una salida progresiva al aislamiento para sus Deportistas de Alto Nivel (DAN). Aquel es un plan que define al atleta como "un bien nacional" y en un fragmento del documento europeo se sostiene que "para los deportistas profesionales entrenar es un trabajo". "Su lectura me llevó a reflexionar cuán complejo sería instrumentar un plan para que nosotros pudiéramos rápidamente dejar de entrenar en nuestros balcones", completó la medallista en Lima 2019.
Muchos de sus colegas la respaldaron y, de su posteo de instagram, se desprendieron discursos a favor y en contra, pero lo concreto es que el tema irrumpió en los medios y llegó a la mesa de trabajo de las autoridades nacionales. En el caso de lograrse un permiso especial para los atletas, tal vez pueda encontrarse en el planteo de Casetta la piedra fundacional. “Puede resolverse sin afectar, sin poner en riesgo a otros, sin ser un mal ejemplo (...) ¿Puede implementarse un protocolo especial para nosotros?", reflexionó.
La montaña rusa de emociones que atraviesan todos los ciudadanos en el encierro no está exenta para los atletas de alto rendimiento y la inestabilidad en la motivación también impactan puertas adentro. ”La salud es el bienestar físico, pero también es el bienestar emocional y mental“, comentó Paula Pareto en el live de Instagram. “Es importante que de a poco se pueda empezar a flexibilizar, cumpliendo con el protocolo, porque hoy por hoy hay 150 o 200 atletas que estamos clasificados o podemos clasificar y que no podemos salir de nuestras casa”, explicó la judoca sobre la cuarentena de cara a Tokio. En ese mano a mano con el sitio AZ Team Running, la medallista dorada en Río sostuvo: “Como deportistas nos la aguantamos y ya nos decimos: ‘Algún permiso tiene que haber por lo menos a nosotros que estamos en vías de...’”.
Entrenar en el encierro puede llegar a generar fricción con los vecinos. "Este cartel es para disculparme por el ruido que pueda llegar a perturbar su pacífica cuarentena cuando entreno. Ser atleta requiere dedicación, disciplina y constancia entre otras cosas", detalló el cartel que Milka Kraljev (olímpica en Atenas 2004 y Londres 2012 en remo) pegó en el ascensor del edificio. “Al rato de dejar la nota, un vecino me vino a saludar y me dijo que él sabía lo duro que era mi entrenamiento, porque tenía un hijo que practicaba remo. Al domingo siguiente, me puse a entrenar en el parque del edificio y la gente salió a saludarme por los balcones y hasta hubo un vecino que me aplaudió. También me dieron un lugar exclusivo para mi en el edificio”, detalló quien sueña con estar en Tokio.
La figura del trabajador y la trabajadora
En muchos países se percibe al atleta de alto rendimiento como un trabajador sin que existan dudas al respecto, pero esa certeza todavía no se encuentra en la sociedad argentina. “Quizá tenemos el privilegio de hacer lo que nos gusta y hasta tal vez nosotros mismos tenemos la inquietud de saber si somos o no trabajadores justamente por practicar algo que muchas veces es considerado un juego. Por ahí lo vemos así al no tener que ir a una oficina, por citar un ejemplo de lo que siempre nos enseñaron que es un trabajo”, admite Kraljev. Pero más allá de la reflexión, ella sí cuenta con la certeza y la puede argumentar: “Por mi parte sí lo considero un trabajo por la cantidad de horas que le dedicamos y si bien no recibimos un sueldo, nuestras becas son una especie de remuneración”.
El hecho de mantener al cuerpo en forma, cuidándolo e invirtiendo tiempo para adaptarlo a un estilo de vida y alimentación diferente al que requiere la competencia en una menor escala es otro de los factores según comenta un referente de selección consultado para esta nota. Además, hace hincapié en que muchas veces la beca es el único ingreso que perciben, aunque también están quienes logran sumar el ingreso de la publicidad. “Por todos esos detalles esto ya es un trabajo”, sentencia.
El largo tiempo en tierras extranjeras hace que muchas veces las persona se mimeticen con los usos y costumbres, aprendiendo de la cultura local para poder pensar de una manera diferente a una misma cosa. Así se da el caso del pentatleta Sergio Alí Villamayor, que su entrenamiento en Hungría no sólo le permitió conocer allá a su esposa y ver nacer a su hija, también le permitió ver al deporte de élite con el enfoque húngaro. “Si bien hay pasión, este también es mi trabajo. Para esto se invierte mucho dinero y si el país requiere mis servicios, tengo que estar listo a pesar de que todavía no están confirmadas las competencias”, argumenta el formoseño.
Están también quienes creen en la fuerza de las palabras y el haber tenido que aprender un nuevo idioma en el exterior hace que encuentren una suerte de disparador del debate en el concepto de "becados". Es que en el país gran parte de los deportes olímpicos se practican dentro del amateurismo, como el atletismo, hockey y handball, pero en ese escenario los atletas de alto rendimiento puedan acercarse a la condición de profesionales a partir de las becas del Estado. Para entender la importancia de este ingreso, una figura en su disciplina sentenció para este informe que si un día dejara de haber becas, el país se quedaría sin atletas.
Postura y el rol del Estado
Tras una iniciativa del Comité Olímpico Argentino para acercarse a los atletas una vez iniciada la cuarentena, se desarrolló una mesa de trabajo en la que actúan en bloque el ENARD y la Secretaría de Deportes. Con el objetivo de dar respuesta a las necesidades, las partes buscan optimizar los recursos y evitar la duplicación del trabajo con la premisa de dar prioridad a quienes tengan la clasificación a Tokio asegurada, además de quienes aún cuentan con chances de lograr el pasaje a los próximos Juegos Olímpicos.
Los atletas elevan sus necesidades a sus federaciones y son estas quienes notifican al ENARD. A partir de allí se buscó dar solución primero a las demandas más complejas y se estudian convenios o acercamientos a privados para la adquisición de algunos materiales.
En este escenario inédito, el ENARD financia las soluciones que elabora la citada ‘mesa de trabajo’ y, en el medio de ensayos y errores, se acercan soluciones.
Los mínimos detalles marcan la diferencia en la élite del deporte, donde la motricidad fina y delicada de los atletas demanda una satisfacción de necesidades especiales. Estos son aspectos que puertas adentro están claros en el Ente de Alto Rendimiento en tiempos críticos. Mientras tanto, el objetivo del deportista pasa por perder el menor estado atlético posible en el encierro. ¿Si son trabajadores o no? Desde el Estado aseguran tener la certeza de que los atletas se dedican de manera profesional a sus responsabilidades.
Las becas son una suerte de salario y está reglamentada su constancia en el caso de lesiones graves o también el embarazo, con una cobertura médica garantizada en ambos casos. Vale aclarar que los logros alcanzados respaldan el estatus y la vigencia de las becas. La dependencia de ese ingreso se puede apreciar con la presión que tienen los atletas al competir: si caen en su rendimiento, pierden el nivel de beca correspondiente.
Muchas y muchos atletas dedican o dedicaron sus mejores años al deporte relegando objetivos personales y la vida tras el retiro fue una inquietud que surgió en la comisión de atletas del COA desde hace más de un año. Es por eso que se tomó la iniciativa de impulsar una suerte de Programa de Transición al Retiro, con el que se busca acompañar al exdeportista con asistencia económica y psicológica para su reinserción laboral en caso de necesitarlo. El exlanzador de bala y disco Germán Lauro aparecía en los planes como el primer beneficiado.
Modelos del trabajo en el deporte
Apenas siendo un niño de nueve años vio a su madre preocupada y le preguntó qué sucedía. Ella lo miró y le reveló que estaba angustiada porque no sabía qué les daría para comer al día siguiente. "Entonces yo le dije que se quedara tranquila, que yo me iba a encargar de hacerle una casa y de traer la comida a casa. Que estemos juntos y felices. Ese día tomé en serio lo que dije y así fue que a los 16 años le pude hacer la casa a mi mamá", solía expresar Braian Toledo, el joven atleta fallecido en febrero último tras un accidente de tránsito.
Toledo fue un ejemplo de humildad, modestia, trabajo, superación y sobre todas las cosas de generosidad y solidaridad. El lanzador de jabalina, oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud Singapur 2010, entrenaba por su gente y enfocado en un notable compromiso social: Apadrinó merenderos que alimentaban a más de cien niños y niñas. “Poder ayudar me llena el alma y más cuando me encuentro con los nenes”, comentó luego de alguna actividad solidaria a los medios.
Consciente de que su cuerpo era su herramienta de trabajo, mostró una sólida disciplina para mantener su beca e incorporar ingresos por sponsors. Olímpico en Londres 2012 y Río 2016, sus brazos le daban de comer a él, a su familia y a cientos de niños. Víctima en su infancia de la desigualdad social, impulsó un cambio por medio de su trabajo en el deporte.
Paula Pareto es otro ejemplo. En el tiempo que se lleva de confinamiento, los deportistas han desarrollado conmovedoras maneras de mantenerse en línea dentro de cuatro paredes y entre tantos casos tal vez exista uno que identifique a todos y es el de la ‘Peque’, quien sube a su cuenta de Instagram el día a día de sus entrenamiento. El alto nivel de exigencia deja en evidencia su fortaleza mental de cara al sueño de defender en Tokio el oro logrado en Río. Su otra pasión, la medicina, no queda de lado: también en tiempos de cuarentena cumple su rol en el el nosocomio Dr. Melchor Ángel Posse (San Isidro, Buenos Aires).
El trabajo de generar cambios culturales
Con el esfuerzo diario, miles de atletas olímpicos aportaron un granito de arena para popularizar el deporte, generando impacto en la sociedad, como es el claro caso de Las Leonas, impulsando al deporte a miles de mujeres a partir del boom que resultó la medalla de plata Sydney 2000. “Un poco también trabajamos de modelos a seguir. Cuando estoy en bote no siento que me represento a mi, siento que represento a mi hijo, mi familia y a todos en la sociedad”, aclaró Kraljev.
Si el deporte es una herramienta de cambio social, los deportistas de élite ocupan un rol clave como modelos. Cuando Georgina Bardach ganó el bronce en Atenas 2004, Delfina Pignatiello tenía sólo 4 años y en el momento en que Luciana Aymar subió al podio en Sydney, sólo soñaba con ser como su ídola, Karina Masotta. Tal vez un aprendizaje que deje la pandemia por la Covid-19 pueda ser el empezar a pensar al atleta de alto rendimiento como un 'trabajador'.