Tres amigos de 12 años son invitados a una fiesta en la casa del chico más popular de sexto grado. No es una fiesta cualquiera, sino una con pronóstico de besos abundantes cortesía del azar de la botellita. El problema es que ninguno tiene idea qué es, de qué se trata eso de besar, por lo que deciden reunir herramientas e instrumentos para camuflarse y pispiar a una vecinita que vive apretando con su novio en la calle, no sin antes pegarse una asqueada monumental viendo porno en internet. Lo que sí saben es que para besar hay que pedir permiso, uno de los tantos síntomas de la modernidad de esta comedia enorme llamada Chicos buenos y que desde hace un par de semanas puede verse en las distintas plataformas de HBO.

Aprovechando la ausencia del padre, hurgan en cada sector de la casa hasta que finalmente dan con lo que buscan. Pero la cámara no entiende de fantasías y devuelve una imagen indiscutible: esos tesoros encontrados en la cajonera de la madre son juguetes sexuales de todo tipo y para múltiples orificios. De la convivencia de la inocencia infantojuvenil con el mundo adulto habla, entre otras cosas, esta anomalía en el horizonte pavote de las comedias contemporáneas que se atreve a reunir en un mismo plano menores de edad y consoladores. Porque nada aquí es común aun cuando lo parezca. El concepto de tres chicos poco populares alistándose para una fiesta con mucho de iniciación recuerda a Supercool, más aún si entre los productores de Chicos buenos figuran Evan Goldberg y Seth Rogen, guionistas de aquel film de 2007 que catapultó a la fama a Jonah Hill. Además, aquí se describe un arco que va de la comedia zarpada a una melancólica reflexión sobre el inminente cierre de una etapa y, con ello, al potencial fin de la amistad. 

La diferencia con Supercool pasa por un desplazamiento de la edad de los protagonistas de la adolescencia a la pubertad, una franja etaria no muy transitada en el terreno cómico que demarca un trecho temporal pequeño pero que implica un abismo madurativo del cual Chicos buenos se hace cargo de la mejor manera posible. Si una buena porción de las películas de este tipo se erigen alrededor de la relación de ellos con asuntos adultos, el primer largometraje como director de Gene Stupnitsky –uno de los responsables de The Office– se ciñe a las inquietudes y el conocimiento propios de la edad de los protagonistas. Y siempre respetándolo a rajatabla: si para ellos las bolas chinas son boleadoras para defenderse, pues que así sea. De allí que el film no minimice sus problemas ni se posicione por encima de ellos. Chicos buenos, entonces, como una película cortada con la tijera ética de John Hughes, alguien que sabe de qué se trata no reírse “de” ellos sino “con” ellos. entre los productores de Chicos buenos figuran Evan Goldberg y Seth Rogen

Como en toda buena película, los chicos son definidos a través de acciones. Max (Jacob Tremblay, que venía de sufrir de lo lindo en La habitación y Doctor Sueño) es el más interesado en ir a esa fiesta porque va la chica que le gusta. Tan tímido es que no se da cuenta de que a ella también le gusta él. Lucas (un diamante cómico en bruto llamado Keith L. Williams) es un gordito afroamericano que habla hasta por los codos y no puede mentir, un problemón a la hora de concretar las pequeñas transgresiones a la ley que depara el guion. El último es Thor (Brady Noon), que se hace el matoncito pero es más blando que un dulce de leche. 

El asunto se complica cuando deban iniciar un largo periplo para remendar un error –no tuvieron mejor idea que robar el dron del padre-, una excusa argumental para enfrentarlos a una serie situaciones que oscilan entre el zarpe propio de la factoría Rogen y la candorosa frescura de esos nenes que probablemente vuelvan a la casa siendo preadolescentes, con el mérito de haber marcado un nuevo camino para las comedias juveniles.

8 - CHICOS BUENOS
(Good Boys/Estados Unidos, 2019)
Dirección: Gene Stupnitsky
Guion: Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky
Duración: 95 minutos
Elenco: Jacob Tremblay, Keith L. Williams, Brady Noon, Molly Gordon y Midori Francis.
Disponible en HBO