Su rostro es elocuente, la tristeza y la bronca saltan de los ojos de Rebeca Garay, una de les cuatro jóvenes qom secuestrades, torturades y abusades en la comisaría Tercera de la localidad chaqueña de Fontana. La horda de policías --de civil y uniformados, algunos alcoholizados--, en teoría perseguían a un ladrón o a los autores de una pedreada a la sede policial, que ya acumula quejas por abusos. Mientras la asistencia oficial y la justicia avanzan a paso lento, y los responsables caminan por la zona porque sólo les quitaron la insignia y el arma, PáginaI12 accedió a los testimonios de los protagonistas de esa madrugada de terror, en el barrio Bandera Argentina, donde fue atacada la familia qom Saravia-Fernández, una más de sucesivas agresiones a ese pueblo indígena.

Rebeca

"Nos llevaron ahí, apagaron la luz y empezaron a pegarnos todos. Uno nos tiró alcohol, nos tiró un cigarrillo y nos escupió. A mí me tiraron agua y me siguieron pateando, eran como cinco o seis que me pegaron en la espalda, a mi compañero también, tiene todas las piernas lastimadas. Cuando nos llevaron a Sanidad nos dijeron que si decíamos algo nos iban a pegar otra vez, nos empujaron en una camioneta y nos dijeron que nos iban a prender fuego". Rebeca habla bajito, mira a la cámara de reojo, aún no pasaron 24 horas de un violentísimo ataque que dejó marcas también en su interior. Lo mismo le pasó a D.F., de 16 años, quien está con tratamiento de sedantes porque padece estrés postraumático. Los testimonios de Elsa Fernández, Cristian Saravia, Alejandro Fernández y Rebeca Garay fueron recogidos y grabados por las y los militantes de la Mesa Multisectorial Feminista, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y el Comité contra la Tortura.

Elsa

"Soy Elsa Fernández, la dueña de la casa. Fueron agredidos mis dos hijos y mi sobrino. Estábamos durmiendo, escuchamos ruidos y salimos a ver qué pasaba. Venían cómo 30 policías, tiraban tiros, tenían gomeras y botellas. Les dije que no entren, no me hicieron caso, me pegaron y se metieron por la fuerza, mi sobrino les decía que no entren porque había menores adentro, no les importó. Me rompieron la puerta, le pegaron a mi sobrino, apuntaron con armas a los menores y a mi hija de 11 años la agarraron del brazo y la tiraron en la cama.

 

Dos policías la estaban pateando, la arrastraron de los pelos, intenté defenderla y prenderme, pero me empujaron. Hice dos pasos atrás, pero los cuatro policías sacaron a mi sobrino y le empezaron a pegar por la cara, las costillas y la cabeza. Como mamá abracé a mis dos hijos, y me pegaron igual. Cuando Fernández el comisario me pegó con la reglamentaria mi hija se asustó porque vio sangre en mi cara, y ahí me soltaron. Tiraron a mi hija en el piso, le pegaron y la arrastraron una cuadra de los pelos cuando ya estaba inconsciente. Reaccionó recién en la esquina de la comisaría, una mujer policía la hizo caer de nuevo con una zancadilla, cayó y se volvió a levantar como pudo". 

Alejandro

"Me sacaron de la casa, a mi abuelo le apuntaron en la cara con la escopeta, y a mí con la nueve, le dije a mi abuelo que se aleje, para sacar a los policías los tuve que empujar porque estaban mis dos sobrinos chiquititos. Me llevaron hasta la otra cuadra, me patearon y me tiraron en una zanja. Desde las 4 que cayeron hasta las seis de la mañana me estuvieron golpeando, me rescataron mis primos. Me sacaron las zapatillas, empezaron a tirar todas nuestras cosas. Me pegaron con la culata de la nueve acá (muestra el pómulo derecho), después me pusieron boca abajo y empezaron a saltar arriba mío, a mi primo le pateaban todo y le pegaban con un palo. 

No nos podíamos parar, así que nos íbamos gateando y ellos nos pateaban en las costillas. Luego los presos empezaron a patear la reja para que pararan. Nos tiraron en un patio, y nos soltaron al mediodía. Al esposarnos nos pegaban. Los de Sanidad dijeron que estábamos bien, era un doctor y dijo que eran unas lesiones. Le dije, mire apenas me puedo sentar, mi primo no se puede parar, no podemos comer porque tenemos la boca hinchada. A mi compañera (D.F) le lastimaron toda la cara y a mi hermana la pisaron".

Johana

"Somos parte de un pueblo originario, que no quede todo en la nada.. que no vuelva a pasar con los wichí, los mocoví, somos todos originarios. Esta agresión fue física y verbal, no puede quedar impune esto que le pasó a mi sobrina y a mi vecina, ví todo lo que pasó. La versión de ellos es mentira, estábamos todos tranquilos con los chicos, cuando llegué me encontré encerrada, en ese momento quise cuidar a los menores. Un policía me insultó y me empujó, que abra la ventana para sacar todo. Le sentí olor a alcohol al policía, como que estaban borrachos. Pido que haya resguardo para lo que pase después, que a ningún detenido aborigen que caiga en la comisaría tercera le pase nunca más nada. Nos han torturado, queremos levantar nuestra voz hoy".

Vecino

"Acá tenemos mucha bronca e indignación por lo que le pasó a esta familia, el Estado sigue ausente y la justicia, dos chicas golpeadas por la policía y no hay respuestas. No hay detenidos y encima dicen cosas que no son ciertas. Que se haga justicia por los golpes y los abusos, tienen que pagar los responsables". 

Los testimonios completos fueron tomados por las militantes de la Mesa Multisectorial Feminista y la APDH, junto con el Comité contra la Tortura de Chaco. Y serán prueba fundamental en la causa impulsada por la Fiscalía de Derechos Humanos y la querella de la secretaría de Derechos Humanos provincial, según dijeron los funcionarios.

 

 

 

La denuncia que circuló a pocas horas de los hechos, las fotos y videos que reveló revista Cítrica junto a las notas de este diario tuvieron su punto de inicio en este comunicado de la MMF.