Faltaba este personaje: el del varón que es más o menos buena persona, querible aunque no descolla como padre, pareja o amigo, pero que tiene un punto esencial que determina cada aspecto de su vida y es que no puede. ¿No puede qué? Hablar, en principio, pero quizás tantas otras cosas. Sebastián, el protagonista de Casi feliz, se define como un tipo que no puededecir las cosas. Que le cuesta, que da vueltas, o simplemente calla. Así le pasa la vida por delante de los ojos, a veces sin que atine a decir o hacer nada: la ex (Natalie Perez) que empieza otra relación, lxs hijxs que lo tratan con indulgencia, la madre judía que todavía lo protege, la colega que le tira onda sin que él parezca notarlo, el productor de la radio donde trabaja, al que suele reclamarle que lo apoye más o le confirme qué tal estuvo en el programa.
Con dirección de Hernán Gerschuny, Casi feliz es una serie que Wainraich creó para Netflix y de la que ya está escribiendo la segunda temporada. Wainraich ya había demostrado su potencial como actor junto a Carla Peterson en Una noche de amor (2016), de la que también fue guionista; en este caso, con un protagonista que es locutor de radio, separado y con dos hijxs, judío, sensible y psicoanalizado, parece haber encontrado el personaje que le cuadra perfecto porque su especialidad es no reaccionar cuando debería, y Wainraich parece ser experto en acusar recibo físicamente de golpes que simula no percibir.
Actúa poco, lo justo, y hace de eso el atributo de su personaje, su encanto y también su condena. En esta primera temporada encontramos a Sebastián en un momento en que nada cierra, nada se encamina: la ex revolotea alrededor de él sin que se entienda qué tipo de relación propone, él quiere tener novia pero parece no tener la más mínima idea de cómo conseguirla, las personas del pasado se cruzan en su vida para hacer con él lo que les parece (hay momentos brillantes acá, junto a Peto Menahem o Pilar Gamboa). Hay una inercia radical en el personaje que dialoga bien con los cuarenta y el estupor de la vida armada, el momento de las oportunidades dejado atrás, la insatisfacción ya como un hábito. El protagonista de Wainraich es un tipo de varón que, si bien fue muy explorado y muy brillantemente en la comedia norteamericana, es un gran ausente en las ficciones locales (esto merece una nota aparte, pero se sabe que comedias como las de Suar o Francella apelan al varón que no registra a la mujer, que entra con fórceps a la familia y se siente más a gusto entre el grupo de amigos de tintes adolescentes, con una se nsibilidad muy de otra época).
Wainraich plantea otro tipo de personaje, propio de una generación que quizás accedió a la pareja y la paternidad con deseo real y convicción más que respondiendo a un mandato del que, incluso casado, habría que tratar de “zafar” o evadirse (como Suar en El fútbol o yo), pero que, en alguna vuelta de esa nueva etapa que suponen los cuarenta, se pierde. En ese sentido, el título Casi feliz adopta un sentido más bien filosófico: ¿será realmente que Sebastián se piensa en una especie de umbral de esa felicidad tan deseada, o será que el estado más o menos normal de la vida consiste en un “casi” permanente? Ya se casó, tuvo hijos, éxito en su trabajo, que además es de esos que pueden nombrar como vocación, y ahora está en el limbo. ¿Hay que pensar que sería feliz de seguir casado? Es iluminador en ese sentido, además de bello, el capítulo donde viaja al pasado via De Lorean y asiste al momento exacto en que su ex, entonces su esposa, le anuncia que quiere separarse.
Aunque comienza como una especie demuestrario del mundo de Sebastián, la serie va ganando en profundidad hacia el final de la temporada. Casi feliz se hace buenas preguntas, no a través de un protagonista que se la pase “aprendiendo” como en otras series contemporáneas del tipo After life, sino por medio de la ficción, y consigue construir un protagonista querible al que deseamos ver aunque sea un poco mejor en su vida tanto como lo desea él porque, como canta Ale Sergi en la banda de sonido, casi feliz no alcanza.