Como era de preverse, las restricciones de emergencia en el mercado cambiario, conocidas peyorativamente como “cepo”, han agudizado el desarrollo alternativo de una forma legal de fuga de capitales, sea al exterior o atesorados en el país, mediante operaciones bursátiles con títulos públicos y/o acciones de empresas que cotizan en otros países.
Estas operaciones son conocidas en la jerga financiera como CCL (contado con liquidación) o MEP (mercado electrónico de pagos) y lo que permiten es que personas físicas o jurídicas puedan comprar dólares sin las restricciones del “cepo”.
En ambos casos la operación consiste en comprar con pesos en la Bolsa títulos o acciones que cotizan en el exterior y luego venderlos en dólares, en el caso del CCL en mercados del exterior y en el del MEP en el mercado local.
O sea, con la operatoria CCL se envían al exterior fondos acumulados en pesos (fuga lisa y llana de capitales), mientras que a través del MEP la compra de dólares queda en principio en el país, aunque pueden ser utilizados también para importar productos con acceso restringido al mercado interno también por la emergencia económica.
Esta intermediación de operaciones y las respectivas comisiones de los operadores bursátiles, más las restricciones en el mercado de cambios, hacen que el valor implícito del dólar en estas transacciones sea bastante mayor al tipo de cambio oficial, actualmente en torno al 60 por ciento más caro.
La forma de calcular este tipo de cambio implícito consiste en dividir la cantidad de pesos que cuesta la compra de los títulos o acciones por la cantidad de dólares que se obtienen con la venta posterior.
A esta diferencia se la denomina en la jerga financiera “brecha cambiaria” y su persistencia suele tomarse como una medida de la “distorsión” que las regulaciones estatales introducen en el libre y siempre justo juego de los mercados. Se instala la idea, alentada por los medios de difusión, de que el valor verdadero del dólar es el de estas operaciones y preanuncian una futura devaluación del peso en el mercado oficial para “sincerar” la situación.
La mayoría de las empresas y grupos económicos que hacen estas transacciones realizan sus cálculos de costos y ganancias en dólares porque funcionan con pautas transnacionales. Entonces, para no ver afectadas sus utilidades en esa moneda, la persistencia de la brecha cambiaria las hace tomar en cuenta el valor CCL o MEP del tipo de cambio para la formación de sus precios internos en pesos, alentando la vieja convicción macrista de que una devaluación hasta ese valor no impactará ya en los precios locales, cuando bien sabemos que, aunque así fuera, la nueva devaluación se traslada otra vez a los precios generando la también vieja y conocida inflación cambiaria.
Pandemia
El agravante actual de esta situación es que, por los efectos de la emergencia sanitaria y la cuarentena, el gobierno se vio obligado a incrementar sus gastos para atender la situación de las personas de menores recursos que trabajan por cuenta propia y que tienen restringida su circulación sin poder generar los ingresos con su propio trabajo. Como, además, y por los mismos motivos, se afectó seriamente la recaudación impositiva, no quedó alternativa que atender este aumento de gastos con emisión monetaria. Una buena parte de esta mayor emisión monetaria, que logra mantener parcialmente la demanda con menor oferta de servicios restringidos, es la que está siendo utilizada por quienes les venden productos a los asistidos para operar con el dólar CCL y MEP.
El resultado final es que así se profundiza la inequidad social con la pandemia y la cuarentena, porque mientras para unos es no poder trabajar ni generar sus ingresos habituales de esa forma, teniendo que sobrevivir con una asignación estatal mucho menor, para otros es acumular y fugar capitales amparados en la “legalidad” de las operaciones bursátiles.
¿Por qué, si en el marco de la emergencia sanitaria se puede obligar a tanta gente a que se quede en su casa y no pueda trabajar, no se puede poner en cuarentena esas operaciones que también terminarán afectando la salud de la economía y de la mayoría de la población?
¿No son tan contagiosos, como la Covid-19 en las personas, el CCL y el MEP en las expectativas devaluatorias que desestabilizarán la economía antes de que termine la pandemia?
¿Cómo se puede hacer algo efectivo y transitorio, al menos hasta que termine la cuarentena y la emergencia, que obligan a un exceso de emisión de pesos, para contener o neutralizar esta operatoria y repartir las cargas de la pandemia más equitativamente en la economía?
Tibias
El Banco Central hace malabares para intentar que quienes reciben pesos se queden con esos pesos y no se pasen al dólar, obligando a los bancos a que paguen una tasa mínima por los depósitos a plazo fijo y restringiéndoles la compra de dólares oficiales a quienes los hayan acumulado en los últimos meses. A su vez, la Comisión Nacional de Valores puso restricciones menores de plazo para hacer la operatoria completa del MEP sin afectar al CCL. Nada de todo esto es suficiente para acotar la fuga “legal” de capitales acumulados en pesos.
La única medida que frenaría de raíz este drenaje inadmisible en tiempos de pandemia es que se restrinja mucho la compra con pesos de títulos y acciones emitidos en divisas en la Bolsa, y obligar a que quienes quieran adquirirlos lo hagan solamente con dólares.
Por supuesto que estarán quienes digan que esto sería afectar gravemente el mercado financiero y bursátil con consecuencias negativas para la credibilidad del sistema económico argentino. O que lo que se restrinja por esta vía terminará repercutiendo en el otro mercado paralelo, conocido como “blue”.
Pero en esto hay una diferencia nada desdeñable y es que el “blue” es un mercado ilegal para transacciones de fondos no declarados impositivamente, mientras que los que canalizan por el CCL y el MEP son fondos declarados que no tiene sentido ni es fácil canalizarlos a la operatoria ilegal, de modo que este trasvasamiento sería poco significativo.
Estas críticas pueden tener algún asidero técnico, pero hay que tener en cuenta que también fue una medida extrema obligar a las personas a que se queden en su casa, y en una gran cantidad de casos sin poder trabajar ni generar sus propios ingresos por una emergencia fuera de lo común.
Si la emergencia es fuera de lo común, una medida como la propuesta no sólo luce justificada sino que, además, serviría para repartir mejor las cargas de la cuarentena.
* Docente de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, subcoordinador de la carrera de Economía.