Esta semana comienza el PRIDE (Mes Del Orgullo LGBTIQ) y, en este marco, me gustaría contarles mi experiencia con alguien que fue, es y será muy importante para nuestro querido país. Ella abrió puertas que nunca más serán cerradas, pero lamentablemente nos dejó siendo muy joven. Me refiero a la fabulosa… Cris Miró. El lunes pasado se cumplieron 21 años de su muerte. Parece que fue ayer… La primera vez que vi en persona a esta mujer no me la olvido nunca más, porque es la primera huella de las muchas que dejó en mi vida profesional y personal.
En los noventa, época nefasta de discriminación, era muy difícil encontrar espacios donde nosotres pudiéramos expresarnos y ser libres. Agitábamos la noche en muchos lugares, pero la frutilla del postre siempre era BUNKER, en la calle Anchorena entre Mansilla y Paraguay.
Era cruzar la puerta y entrar al paraíso gay en su versión fiesta premium. Había una libertad, una energía tan poderosa e inclusiva que era super power, tan quinta dimensión. ¡El Disneylandia de la homosexualidad! #Lomás. En Bunker todes la pasábamos bien, sin excepción. No había miradas raras, ni gente intolerante. Todo era risas, música y felicidad. La noche que conocí a Cris yo acababa de llegar y estaba dejando algo en el guardarropa. Había una escalera pegada para acceder al primer piso, la empiezo a subir y de la nada aparece ELLA… allá arriba. Me quedo paralizada por completo, como si me hubiera caído un rayo. Cris estaba vestida con un ajustadísimo equipo verde manzana tipo deportivo que le quedaba como un guante, no había lugar para la imaginación. La luz negra le daba un flúo tan particular que parecía una deidad. Alta y perfecta # FA BU LO SA… así era ella. Un cuerpo tallado a mano y esa melena negra y espesa impresionante. Me quedé, literal, con la boca abierta y cuando pude recuperarme pregunte …
--¿¿¿Quién es la de verde, por Dior???
--Es Cris Miró.
Era la primera vez que la veía, pero no iba a ser la última.
Cris Miró debutó en el Maipo y se hizo muy famosa años después de esta noche que les cuento. Reemplazó a Cecilia Naroba, la vedette del momento. Era la época en que el Maipo volvía a traer el teatro de revistas a Buenos Aires. Cris tenía una pequeñísima participación, pero los medios pusieron inmediatamente el foco en ella. Obvio. ¡Su cuadro era estupendo! Hacia un strip-tease que dejaba a la platea más caliente que pava en la hornalla.
Dicen las malas lenguas que la Naroba no pudo tolerar esto y se bajó del espectáculo. Incomprobable. Lo único que sé es que Cris se convirtio en “La Vedette” del Maipo, vedette con mayúsculas. Fue la primera trans que el público reconoció como artista. Ella dio el paso más difícil, abrió la puerta mejor cerrada de la sociedad conservadora. Se ganó su lugar a puro talento y carisma.
Y si hoy estoy yo acá, escribiendo esta columna, es en gran parte gracias a ella. Fue algo inesperado, me tocó la varita mágica, creo fuerte en eso, lo que se desea con mucha convicción, sucede.
Me llamaron para reemplazar a Cris en el Teatro Tabaris cuando estaba haciendo “Más Pina Que Las Gallutas”. Era el mejor momento de su carrera, pero la salud le empezaba a jugar en contra.
Un miércoles yo estaba bailando en Bunker, el mismo lugar donde la conoci. Qué paradoja, ¿no? Me viene a buscar Ernesto Medela, hoy un gran amigo, en ese momento productor de Carlos Rotemberg.
--Carlos te está buscando, quiere hablar con vos.
Yo dije:
--¿¿¿Qué???
Debuté ese mismo fin de semana. Lo cuento y todavía no me lo creo. Tenía una felicidad que no me entraba en la sonrisa, son de esas cosas que solo te pasan en las películas. Le puse el cuerpo y el alma a ese reemplazo y sin duda rindió sus frutos. Volvió Cris y yo quedé en el elenco gracias al genio de Hugo Sofovich, que me hizo un papel para que continúe en la compañía durante el verano del 98. ¡Mi primera temporada en Mar del Plata! Inolvidable. Toqué el cielo con las manos, un sueño hecho realidad.
Recién ahí conocí a Cris Miró de verdad, compartimos camarín y nos hicimos muy compinches. Íbamos a bailar, hablábamos durante horas, tengo los mejores recuerdos. Me enseñó muchas cosas y fue muy generosa conmigo. Era magnética y fabulosa, tenía luz y ese toque especial de las personas elegidas. Cris Miró fue una estrella fugaz que duró poco tiempo en la tierra. Pero su luz nos seguirá iluminando el camino para siempre.