Tal vez demasiado confiado en los progresos técnicos alcanzados en los últimos ocho años, el fútbol camerunés espera con singular expectativa el 8 de junio, cuando en el estadio Giuseppe Meazza, de la ciudad de Milán, enfrente a la selección argentina campeona del mundo, en el partido inaugural de Italia '90.
Esta será la segunda presentación de Camerún en el más alto nivel futbolístico después de haber sido una agradable sorpresa en España '82. En aquella ocasión se retiró invicto con tres empates (0-0 con Perú y Polonia, en La Coruña, y 1-1 con Italia, en Vigo) siendo eliminados por los italianos, quienes finalmente fueron los campeones, por sólo un gol a favor más de diferencia.
El artífice de esa campaña española fue el técnico francés Jean Vicent, quien logró imponerle al equipo el estilo del denominado "fútbol champagne" que modelaron en la selección gala Platini, Tiganá, Giresse, Amoros, Rocheteau... Su sucesor, en 1984, fue Claude Le Roy, quien mantuvo el modelo y solamente perdió 4 encuentros de los 43 que disputó.
Pero gran parte de la vigencia del fútbol camerunés se lo debe al dirigente Issa Hayatou. Este musulmán de 45 años, profesor de educación física, secretario general de la Federación de Camerún en la época del Mundial de España, es hoy el máximo responsable del fútbol africano. Hace dos años y medio heredó el cargo del etíope Tessema y su programa prevé la unificación de los esfuerzos de un África siempre lacerada por las divisiones internas, entre un norte árabe y un centro negro.
Cuando se retiró Le Roy de la dirección técnica, fue reemplazado por el soviético Valery Nepomniaci, quien debió sobrevivir a una cadena interminable de conspiraciones, golpes de Estado y maniobras de todo tipo que lo han convertido en un ejemplo de perseverancia y también de negociador hábil.
Jugador mediocre en el casi desconocido Dinamo de Samarcanda, Nepomniaci decidió continuar ligado al fútbol y cuando se retiró como futbolista estudió en el curso de entrenadores de la Unión Soviética hasta alcanzar el diploma con las máximas notas. Entrenó equipos regionales, juveniles y una institución de segunda división. Su modelo fue Valery Lobanowsky, el actual técnico de la URSS.
La tarea de formar un equipo que mantuviera el nivel del anterior no fue sencilla. Para colmo el soviético no hablaba una sola palabra en francés y en los primeros tiempos debió valerse de su chofer, quien había trabajado en la sede diplomática africana. Inmediatamente comenzaron las intrigas y la acusación de que quien dirigía el equipo y tomaba las decisiones era el hombre del volante.
Sin embargo, Nepomniaci fue consiguiendo apoyo a favor de los resultados obtenidos en la clasificación mundialista, eliminando a Angola, Gabón y Nigeria, en la primera serie, y a Túnez, en las finales, en partidos de ida y vuelta. A medida que avanzaba en las eliminatorias, la Federación lo iba rodeando de técnicos autóctonos: así el equipo técnico se vio acrecentado por la incorporación de Jan Manga Ouguene, un famoso delantero en las décadas del '70 y del '80; Michel Kaham, defensor de la misma época, y Jules Nyongha, diplomado entrenador en Alemania Federal.
La clasificación para el Mundial y la astucia política de Nepomniaci hicieron disimular conflictos internos muy graves, pero el fracaso en la Copa Africana de Naciones, disputada en abril de este año, en Argelia, y que ganó el equipo local, mostró algunas limitaciones en el plantel, que no pudo contar con los jugadores que actúan en Francia. Después de la mala actuación en ese torneo, el equipo no tuvo demasiada competencia y la cuarteta técnica comenzó a ser duramente criticada por lodos los sectores. Sin embargo, con la incorporación de los jugadores que actúan en el fútbol francés, principalmente el arquero Joseph Antoine Bell, del Bordeaux, los camerunenses han recobrado la por algunos calificada como excesiva confianza y esperan repetir la magnífica impresión que dejaron en España, cuando ganaron fama mundial como "Los leones indomables".
* Nota publicada en Página/12 durante el Mundial de Italia '90.