A sólo 48 horas de su debut ante Camerún, Argentina no ofrece aquella misma fortaleza de México '86 y el fantasma de España '82, aquel del fantasma aburguesado, no está enteramente alejado de la concentración de Trigoria.
En aquel Mundial español, Argentina pareció un equipo partido en dos, por un lado los campeones mundiales del '78 y por el otro los nuevos, disgustados por el trato preferencial que César Menotti daba a los más veteranos. A esa visible fractura del equipo, se sumó la falta de "hambre" de los veteranos, ya con los bolsillos llenos de dinero y también de gloria.
¿Acaso podrá ocurrir lo mismo ahora en Italia? A diferencia de Menotti en el ‘82, Carlos Bilardo dejó sólo siete de los jugadores de México y produjo un recambio de futbolistas mucho mayor de lo que pronosticaban los especialistas.
Pero lo que todavía no está claro, es si aun dentro de ese reducido grupo de siete jugadores hubo algunos privilegios, como el caso de Ricardo Giusti, mantenido en el plantel luego de que Diego Maradona considerara casi imprescindible su permanencia.
Quienes conocen bien de cerca la intimidad del plantel, aseguran que los "históricos", especialmente Maradona, no "digirieron" aún la exclusión de Jorge Valdano.
Así, la relación inmejorable Bilardo-Maradona del '86 no es hoy la misma. Maradona está cuatro años más grande, tiene cada vez mayores deseos de independencia y libertad de opinión y si bien dice públicamente que Bilardo "es el único que decide sobre jugadores y cuestiones tácticas", lo cierto es que su opinión pesa cada vez más.
Un resultado adverso ante Camerún, como podría ser incluso un empate, tal vez desnude esta situación, aunque, como suele ocurrir en estos casos, las intimidades difícilmente se hagan públicas.
Lo que indudablemente está claro es que aquella frase pronunciada hace unos meses por el célebre enemigo de Bilardo, César Menotti ("que no le agarre una colitis a Maradona"), tiene cada vez mayor vigencia.
* Nota publicada en Página/12 durante el Mundial de Italia 90.