Una encuesta realizada a personas de la tercera edad derriba ciertos prejuicios y mitos sobre los adultos mayores en este escenario de la pandemia del coronavirus. Por ejemplo, puede mencionarse que una cantidad importante no aumentó sus horas de sueño ni pasa más tiempo acostado. Una buena parte sintió cambios moderados en cuanto a la ansiedad, pero son muy pocos los que sienten miedo a la muerte, y casi nadie se siente más irritable en este contexto. Una amplia mayoría tampoco nota cambios en la manera de concentrarse y muchos lograron tener aprendizajes como el uso de las nuevas tecnologías. "En este escenario de la pandemia siguen mostrando la misma línea que antes: los viejos resisten mejor a las malas situaciones. Y esta cosa de que el viejo es débil, puede serlo físicamente, pero mentalmente no lo es. De hecho, es el grupo humano que menos psicopatología tiene", afirma el doctor en Psicología y especialista en Tercera Edad Ricardo Iacub. La encuesta sobre Aspectos Psicosociales de las Personas Mayores en cuarentena fue realizada por la Cátedra de Psicología de la Tercera Edad y Vejez de la Facultad de Psicología de la UBA, que encabeza Iacub --también subgerente del PAMI--, quien dirigió la investigación acompañado de un destacado equipo de la cátedra.
Las variables que se tomaron fueron género, edad (60-74 años y 75 años y más), actividad (jubilado-pensionado, trabajador activo, y jubilado pensionado laboralmente activo) y nivel educativo. En la encuesta telefónica participaron 812 personas. El 70,4 por ciento fueron mujeres y el 29,6, varones. Los niveles educativos fueron: 37 por ciento con nivel terciario o universitario completo; 39 por ciento con secundario o terciario incompleto; 11 por ciento con secundaria incompleta, y 10 por ciento primaria completa y otros. El 36,7 por ciento vive solo, el 17,3 por ciento con una persona, el 26 con dos personas, el 12,1 con tres y el 7,9 con más de tres personas. El 72,9 por ciento está jubilado y retirado, el 27,1 trabaja y el 11,3 está jubilado, retirado y trabaja.
Uno de los primeros datos que llaman la atención de la encuesta es que solamente el 15,5 por ciento nunca salió de la casa. "En realidad, cuando uno empieza a ver cuántos salieron, la gente te dice ‘una vez por semana’, ‘una vez cada 15 días’, pero algo salieron porque la gente no tiene tanto quién le compre. Casi un 40 por ciento tiene animales, con lo cual tiene que salir a pasear a los perros. Hay un montón de cosas que hacen que la vida se complique si no salís", entiende Iacub.
--¿Por qué cree que se dio esa diferencia tan grande de las mujeres de bajo nivel educativo que no salieron respecto de los hombres del mismo nivel? (25 por ciento a 1,5 por ciento).
--Por una cuestión de género clásica. A más bajo nivel educativo, más salen los varones. A mayor nivel educativo se emparejan las diferencias entre varones y mujeres, pero en términos generales lo que podemos ver es que el varón es el que más sale siempre, el que más se hace cargo del afuera y la mujer del adentro. Por eso, también la mujer se entretiene más adentro que el varón. Pero los niveles educativos modifican porque los varones de alto nivel educativo también se divierten en la casa porque les gusta leer, Internet y un montón de cosas que hace que puedan estar más tiempo. En los niveles más bajos necesitan contacto más concreto o salir para poder divertirse.
Los hábitos durante la pandemia
Un 53,6 por ciento manifestó que no hubo cambios en forma de alimentarse; un 38,4 dijo que hubo cambios moderados, mientras que 7,6 tuvo un cambio alto. En tanto un 49,8 por ciento manifestó que no aumentó sus horas de sueño; un 40,4 se refirió a cambios moderados, mientras que sólo un 9,8 tuvo cambios altos. Un 53,4 no pasa más tiempo acostado en cuarentena, un 40,9 habló de cambios moderados, mientras que un escaso 5,7 por ciento se refirió a cambios altos en el tiempo que pasaron acostados. Respecto de si tienen más dificultades para dormir, un 53,7 por ciento manifestó que no; un 36,9 tuvo cambios moderados y un 9,4 experimentó cambios altos.
"En todo lo que tenga que ver con hábitos, los viejos mostraron que cambiaron mucho menos los hábitos porque no les cambió tanto la vida. Esto está fuera de la encuesta, pero el viejo es el que estuvo siempre más en la casa. Entonces, mantiene más el hábito de sueño, de hacer las cosas de la casa sin tanta diferencia. El que se queda más tiempo en la cama es el adolescente y los demás cuando no tienen que trabajar que no saben muy bien cómo manejarse en la casa. Pero, en términos generales, los hábitos no se vieron demasiado modificados en general", explica el director de la investigación.
Un 58,9 por ciento experimentó un cambio alto en los hábitos higiénicos. ¿Que los cuidados higiénicos muestren un cambio importante en todos habla de una sociedad que entendió el mensaje de la necesidad de cuidarse? "Totalmente", dice Iacub, sin dudar. Y agrega: "Hay dos grandes teorías marco que nosotros tenemos en cuenta. Una es la más simple: los ajustes entre el contexto y el sujeto. Si los viejos están mejor es porque los ajustes que tuvieron que hacer son menores que los que van a trabajar todos los días; es decir, los más jóvenes. De hecho, se puede ver que entre los viejos que trabajan también el ajuste fue más complejo porque tuvieron que cambiar más la vida y porque tienen necesidades económicas. Pero a nivel de la cuestión higiénica es que a todos nos tocó. Entonces, en este sentido, nadie salió de esta necesidad de habituarse a una higiene distinta".
Situación emocional
En este ítem también se dieron datos llamativos. Un 32,7 por ciento no se siente triste; un 59,2 un poco, y sólo un 8,1 por ciento se siente muy triste. Un 59,1 por ciento tuvo cambios moderados en el nivel de ansiedad; un 12,8 tuvo un cambio alto, mientras que un 28,1 no se siente más ansioso. Un 54,4 no se siente más irritable; un 40,1 se siente un poco irritable, mientras que sólo un 5,5 se siente más irritable. Un 38,5 por ciento no tiene miedo a la pandemia, un 51,2 siente un poco de miedo, mientras que el 10,2 tiene mucho miedo. Un amplio porcentaje, el 58 por ciento, no siente temores recurrentes frente a la muerte; un 35,6 por ciento siente un poco, y sólo un 6,4 siente mucho temor.
"El miedo a la muerte está bastante lejos", dice Iacub sobre el bajo porcentaje que tiene. "Se aburren poco. Es decir, los cambios emocionales, que son los que más preguntamos, muestran que sí hubo un aumento de ansiedad, que es lógico, pero la ansiedad sería el paciente cercano del miedo. El miedo es cuando uno puede focalizar la preocupación que tiene sobre algo y se incrementa esta dimensión de preocupación por un objeto en particular. Nosotros vemos que hay nivel de ansiedad, que es lo que más aumenta de las emociones, pero cuando les preguntamos por el miedo, es muy bajo el miedo que hay en la gente. Nosotros quedamos muy impactados. No imaginábamos esto. Creo que esto es la respuesta a un cierto escenario que está viviendo la Argentina, donde todavía nosotros podemos dejar el coronavirus un poco más afuera. No sé lo que pasaría si estuviéramos con un escenario como el que tuvo España", sostiene Iacub.
También brinda una explicación importante: "El de la tercera edad es un grupo que confía particularmente en sus recursos internos. Hablan mucho de controles psicológicos eficaces, como ser pacientes, ser tolerantes, ponerle buen humor, no calentarse demasiado. Habla mucho de mecanismos que los pueden ayudar o poniéndose a hacer cosas. Esto se llama control secundario: cuando algo uno no puede manejarlo, intenta buscarle alguna vuelta por algún lado. Tiene que ver con no pedir más de lo que uno puede hacer. En realidad, es un trabajo consigo mismo que la persona viene haciendo cuando justamente empieza a ver que hay más límites; en la vejez, empieza a haber más límites en algunas cuestiones, pero termina generando la paradoja de la vejez: que los viejos están mejor. Todas las investigaciones al momento mostraron que los viejos están mejor que el resto de la población, aun siendo la población de riesgo", afirma Iacub.
Si bien un 58 por ciento no tiene temores recurrentes frente a la muerte, en un alto porcentaje su mayor compañía son la TV y la radio: un 45 por ciento se siente muy acompañado por estos medios y un 50,6 por ciento se siente un poco acompañado. Y la televisión, se sabe, todo el tiempo está machacando con el tema de la muerte, la cantidad de muertos del coronavirus con titulares catástrofe, escenas que incitan al pánico, y todo el tiempo se menciona que los adultos mayores son el grupo de riesgo. Se da la paradoja de que una amplia mayoría no incrementó su miedo a pesar de lo que se ve en pantalla. "La verdad es que cuando un control funciona, lo hace en un alto monto de negación, pero no una negación como la acusamos cotidianamente como algo peligroso sino como una negación de ‘A mí no me va a pasar porque yo me controlo, capaz que la pasa a otra’. O gente que te dice: ‘Uh, pobres, mirá estos que están ahí les puede suceder pero a mí no’. Y es llamativo. Este es un control psicológico eficaz que, a veces, puede llegar a generar cierto descuido, pero psicológicamente los deja más tranquilos", afirma Iacub.
--¿Ahí está la clave de por qué los mayores de 75 años son más tolerables a la incertidumbre?
--Son más tolerantes porque, en alguna medida, la incertidumbre de cuánto tiempo les queda es más chica. Estamos haciendo otra investigación sobre viejos de más de 80 años y cuando les preguntás cómo se imaginan dentro de un tiempo, dicen: "Bueno, no sé si voy a estar". Y, en realidad, la preocupación por la muerte no es el tema central de los viejos muy viejos. Es más bien: "¿Cómo me puedo morir?", "Que me muera solo", “Sin la gente que yo quiero", "Que me duela mucho". Un miedo que apareció: "Morirme y que nadie se dé cuenta". Pero todo esto sucede más entre la gente de 60 a 74 años.
Otro dato importante que surge de la encuesta es que no hubo un exceso de automedicación de ansiolíticos y tranquilizantes. Un 89,9 por dice que no hubo cambios. Y algo parecido sucede con el tabaco y las bebidas alcohólicas que para una amplia mayoría no hubo cambios en su consumo. "Más allá de que la pregunta es por el cambio, lo que podemos ver es que el grupo de viejos es un grupo que consume mucho menos tabaco, muchos menos alcohol que otros, en términos generales. Pero no hubo grandes cambios. Incluso, en sus hábitos sexuales, en la mayoría no hubo cambios, casi un 80 por ciento. Es decir, cuando no hubo ningún cambio es porque evidentemente a la gente no le tocó empastillarse o no está tomando alcohol a lo bestia ni nada por el estilo, con lo cual, los hábitos se mantuvieron. Esto indica que esta cuarentena para ellos no genera tanto miedo", plantea Iacub.
--¿Mientras la pandemia sea controlable las personas mayores aplicarían entonces mecanismos eficaces frente al miedo?
--Claro, yo no sé qué va a pasar después. No puedo aplicar un pronóstico. Pero frente a este escenario que es complicado, que es inquietante, que los viejos deberían estar mucho más preocupados que el resto, lo llamativo es que no están mucho más preocupados que el resto. Los viejos no se están tomando todo, no están desbordados, no están a un nivel de ansiedad terrible. En realidad, manifiestan preocupación, ciertos nervios. Incluso cuando se pregunta por el contagio, hay muchas más referencias que se contagie un ser querido a que se contagien ellos. Esto también es llamativo. Se escucha: "Que no les vaya a pasar nada a mis hijos", "Que no pierdan el trabajo mis hijos". Les preocupa más esto que su propia salud, cuando, en realidad, pareciera que todo el mundo está preocupado porque no les pase nada a ellos. Los mayores de 75 años tienen mayor control frente a la incertidumbre de lo que puede pasar, de que se pueden contagiar.
Comunicación y compañía
En este apartado de la encuesta se presentan las preguntas que corresponden a la conformidad, asiduidad, variedad y dificultad que pudo haber surgido en la comunicación y compañía. En términos generales, la gente se encuentra conforme con la comunicación e incluso ha ampliado las vías posibles, habilitando medios tecnológicos que previamente no usaba o usaba menos como Zoom. Los niveles educativos más altos se encuentran más conformes con la comunicación. Sin embargo, un 30 por ciento se muestra “poco” satisfecho, siendo los varones quienes menos satisfechos están así como las personas de 60 a 74 años.
La radio y la TV, como se mencionó anteriormente, aparecen como los medios que proveen mayor compañía y se usan para conocer información de la pandemia. Siendo más elegidas por mujeres, personas de niveles educativo más bajo y de mayor edad.
Los conflictos de convivencia no aparecen notoriamente, aunque son más los varones y los más jóvenes quienes lo perciben. Es importante destacar que en los mayores de 75 años no se percibieron conflictos, pero también es el grupo que más suelen vivir solos.