La demonización contra la joven revolución cubana empezó después que Fidel, el Che y Camilo Cienfuegos --que parecían “dioses griegos por bellos y por jóvenes”-- entraron a La Habana junto a mil guerrilleros el 8 de enero de 1959, encabezando la llamada Caravana de la Libertad. “¿Quieren ustedes, los periodistas, ayudar a los pueblos? Pues tienen un arma formidable en la mano: la opinión pública continental. Úsenla, y verán cómo ayudan a redimir pueblos y salvar muchas vidas (…) Nosotros no tenemos cables internacionales. A ustedes, los periodistas latinoamericanos, no les queda más remedio que aceptar lo que diga el cable, que no es latinoamericano. La prensa de América Latina deberá estar en posesión de los medios que le permitan conocer la verdad y no ser víctima de la mentira”, dijo Fidel en una reunión internacional de periodistas de todo el mundo, que se realizó entre el 21 y 22 de enero, conocida como “Operación Verdad”. María Seoane recuerda este momento fundacional de la emblemática agencia informativa en Che, Masetti, Walsh. Prensa Latina, libro publicado por la editorial Octubre en homenaje al día del periodista, que se presentará virtualmente el martes 9 a las 18 con transmisión en vivo por la web del diario (www.pagina12.com.ar
).
La autora del libro estará acompañada por Víctor Santa María, editor general del Grupo Octubre; Hernán Vaca Narvaja, autor del libro Masetti, el periodista de la revolución; y el cubano Isidro Fardales, editor de la revista Bohemia y ex director de Radio Cuba. La presentación será coordinada por Fernando Amato, editor de la revista Caras & Caretas. Seoane, que publicó también por la editorial Octubre las biografías de Perón y Evita (la primera en coautoría con Gisela Marziotta; la segunda con Víctor Santa María), precisa que la agencia Prensa Latina (Prela) fue creada para “combatir las mentiras y operaciones informativas de los grandes tanques de noticias de la prensa de Estados Unidos y de Europa”. Aunque no figurase en ningún documento, el jefe periodístico y político fue Jorge Ricardo Masetti, que había conocido a Ernesto “Che” Guevara en Sierra Maestra, en marzo de 1958. El primer cable de la agencia, en junio de 1959, fue una desmentida a los considerados “enemigos de la Revolución” que vinculaban a los líderes cubanos con una revuelta en el país vecino de Honduras. “Los tres personajes más decisivos de la creación de la agencia que daba voz a la Cuba revolucionaria eran argentinos”, subraya la escritora y periodista a Página/12.
--En un momento del libro señalás que Masetti redactó un manual de estilo para Prensa Latina y destacás una frase: “una agencia informativa no debe opinar sino informar”. ¿Qué significa para la historia del periodismo en América Latina la experiencia de Prensa Latina?
--En principio, es la primera vez en América Latina que un Estado se dispone a construir una agencia pública que tenía como objetivo fundamental difundir con veracidad lo que ocurría en Cuba. Masetti enseñaba en la agencia a ser objetivos, a ser veraces; por eso decía “nosotros somos objetivos pero no somos imparciales”, porque no se puede ser imparcial entre el bien y el mal. Para ellos la objetividad era contar los hechos como ocurrían desde el punto de vista de la experiencia revolucionaria, mientras las grandes agencias tenían corresponsales en todo el mundo, pero estaban tamizadas por los intereses de Estados Unidos, que en ese momento estaba desplegando su mayor esfuerzo por ganar la Guerra Fría. La experiencia de Prensa Latina es extraordinaria porque es la primera, por lo menos en el siglo XX, desde un Estado que se dispone a batallar por la veracidad de la información contra los grandes tanques informativos del mundo.
--En el libro se despliega la tensión entre periodismo y militancia política en Masetti y en Walsh. ¿Cómo analizás esa tensión?
--Masetti toma el periodismo como un compromiso político también; la lucha por la veracidad es el compromiso político de los grandes periodistas; otra cosa son los compromisos partidarios. Cuando Masetti baja de Sierra Maestra, cuando decide sostener esa revolución, lo hace desde la convicción de que se debe transmitir la revolución de manera veraz. Ese es su compromiso político central. Después Masetti toma la decisión política de pelear por la liberación de América Latina. En ese momento él deja de ser periodista y pasa a ser un comandante guerrillero; se entrena para eso. Pero yo diferenciaría la tarea del periodista Masetti, la tarea del periodista Walsh, de sus opciones políticas concretas; no de sus opciones ideológicas y culturales, en el sentido de que ellos estaban de acuerdo con que Cuba fuera un país libre e independiente y que se defendiera de la decisión imperial de someterlo.
--Masetti era partidario de una agencia periodística profesional en contraposición a las presiones de muchos que querían convertir a Prensa Latina en la versión cubana de la TASS soviética, una agencia de propaganda.
--Exactamente. El Che y Walsh tampoco estaban de acuerdo en convertir a Prela en una agencia de propaganda. Ahí había una tensión interna con el sector de funcionarios vinculados al Partido Comunista cubano, que fue uno de los que participó, junto al Movimiento 26 de julio, de la lucha contra la dictadura de Batista. Masetti no estaba dispuesto a la que la agencia se transformara en un organismo de propaganda de la revolución; sí que fuera una agencia de información del proceso revolucionario cubano, ni siquiera del partido mayoritario del gobierno. Masetti nunca traicionó eso, pero siguió sintiendo que su compromiso era con la Argentina, como lo sentía el Che. Entonces tomó la decisión de formar un grupo guerrillero (Ejército Guerrillero del Pueblo) y ahí dejó Prensa Latina.
--En el libro mostrás el trabajo intenso de Prensa Latina y cómo en poco tiempo lograron construir una red de corresponsalías. ¿Qué representó Prela para la intelectualidad de izquierda que apoyaba la revolución cubana?
--Era una voz en la que confiar; la defensa de Prela era la defensa de la independencia y autonomía de Cuba para decidir su propio destino en los años 60 y 70 frente al avance arrollador de Estados Unidos como núcleo imperial. Cuba lleva 60 años de bloqueo; no pudo ser invadida, no pudo ser quebrada, pero fue castigada durante décadas por Estados Unidos.
--A propósito del bloqueo económico a Cuba, ¿por qué también se bloquea a Prensa Latina?
--El inicio del bloqueo a Cuba, después del intento de invasión en Playa Girón, empieza a partir de las agencias informativas para quitarle la posibilidad de que la Cuba revolucionaria tuviera voz propia para informarle al mundo que no eran los monstruos que transmitía el imperialismo. Cuando a Cuba no se la pudo quebrar en el primer y segundo año de la revolución, cuando no se la pudo invadir, comenzó un fuego de artillería mucho más sutil, pero brutal, que fue quitarle la voz. Como Estados Unidos no pudo volver a tener un gobierno títere en Cuba, el bloqueo informativo se tornó cada vez más asfixiante y después se sublimó eso en el bloqueo económico y la participación cada vez más activa de los servicios de la CIA para generar atentados dentro de Cuba. La revolución se sintió acorralada, se sintió hostigada, y las teorías políticas en boga en ese momento planteaban que una revolución sola no podía sobrevivir y eso llevó al Che --que le había hecho prometer a Fidel que si él quería volver a luchar en la Argentina lo iba a hacer-- a impulsar Prensa Latina. El Che convocó a Masetti y fue Masetti el que convocó a los mejores periodistas de ese momento, como Walsh. Desde el periodismo, Masetti encuentra una razón fundamental para apoyar esa revolución construyendo una agencia que en ese momento era un ejemplo para luchar contra las fakes news y la tergiversación de las agencias de noticias del imperio.
En el libro hay muchas fotos. Una, en especial, sacudió la estantería emocional de Seoane. “El Che está en medio de la selva, leyendo un libro de Goethe. Esa es la foto que más me conmovió del Che en muchos años –confiesa la escritora y periodista-. No se puede reducir a los seres humanos a la pólvora y al fusil si se quiere construir una nueva humanidad. Los tres (Masetti, Walsh y el Che) estaban profundamente convencidos de la construcción de una nueva humanidad más libre, sin cadenas, con la posibilidad de que cada pueblo eligiera su destino. Los tres están unidos en ese derrotero. Mirá que hay imágenes del Che muy fuertes, como cuando lo matan; pero esa imagen del Che en plena selva, luchando junto a Fidel y a los cubanos contra la dictadura de Batista, leyendo a Goethe, me parece tremenda. El Che no dejó de leer y escribir. Los tres no dejaron de leer, de escribir y de informar”.
--¿Es posible imaginar una experiencia como Prensa Latina en esta segunda década del siglo XXI?
--Cualquier gran empresa nacional necesita una comunicación veraz. Reconstruir Télam para nosotros, en medio de la mentira, el odio y las fake news, es una batalla entre el bien y el mal, entre la luz y la sombra; la necesidad de tener información veraz que le dé herramientas a los ciudadanos para ser libres en sus elecciones es fundante en cualquier sociedad. La batalla por la veracidad informativa es una gran batalla en la lucha por los derechos humanos. La violación de la veracidad para modificar las creencias de los ciudadanos es una violación a los derechos humanos porque trabajar sobre las creencias con mentiras y con el odio es violatorio del derecho a elegir en libertad. Esta es una batalla inmanente del periodismo. El objetivo del libro fue contar que hubo tres argentinos decisivos como Masetti, Walsh y el Che en la fundación de Prela y que después sus opciones políticas los llevaron a dar sus vidas por sus convicciones. Más allá de una visión retrospectiva de sus posturas políticas, los tres se comprometieron con la lucha por la información veraz. Los tres sostuvieron sus convicciones hasta el final. Los tres tuvieron una muerte heroica. La creación de Prela fue a Masetti lo que la Carta abierta de un escritor a la junta militar fue a Walsh.
--Quizá algo de la experiencia de Prensa Latina, en otro contexto, intentó replicar Walsh con la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), ¿no?
--Es la lucha por la información veraz, para que la información pueda romper la prohibición de informar, la prohibición de decir. Masetti decide hacer el reportaje al Che y a Fidel contra viento y marea (y casi lo matan) en la Sierra Maestra; Walsh decidió no dejar nunca el periodismo. Su obsesión era producir un material informativo que pudiera ayudar a los argentinos para que conocieran lo que el régimen de la dictadura militar del 76 quería a toda costa ocultar: que no se supiera lo que estaba pasando, que no se supiera la verdad. La mañana en que lo matan estaba difundiendo la Carta abierta de un escritor a la junta militar, que es la pieza periodística más extraordinaria de la historia argentina.
--En el momento en que lo matan, en la esquina de San Juan y Entre Ríos, estaba difundiendo la Carta, pero también quería asistir a un compañero de militancia. Ahí se fusiona el Walsh periodista-escritor y el Walsh militante, ¿no?
--Claro, en los tres se fusiona el compromiso político personal y su profesión. La agencia Prela se crea para responder a las mentiras contra la revolución y después se monta como una gran agencia periodística para seguir informando con veracidad sobre la revolución. En el caso de Walsh, hay una fusión de su condición de periodista y de su condición militante. Walsh escribe la Carta como periodista y militante y va a asistir al compañero; se tirotea con la patota de la Esma, muere y llevan el cadáver a la Esma. En ese instante se produce la fusión de su historia personal, sus decisiones políticas y su condición profesional. Su cuerpo no queda; pero ese cuerpo textual de la Carta es uno de los cuerpos informativos más dramático y extraordinario como pieza periodística que produjo nuestro país.
--En la historia tanto del periodismo como de la militancia, Walsh ocupa una página principal; en cambio la sensación es que Masetti sería como una nota al pie. ¿Cómo explicás el olvido que hay en torno a su figura?
--Tal vez porque él muere en los inicios de la ola revolucionaria en América Latina. Más allá de Prela y del libro que escribió, Los que luchan y los que lloran, Masetti no logra ser lo suficientemente conocido en nuestro país porque tuvo una vida breve y políticamente fuera de la Argentina. Él muere en las vísperas de la gran ola revolucionaria. Pasó algo parecido con John William Coke, que fue como el gran Gramsci del país por la manera en que fusionó la teoría política de Maquiavelo y Gramsci con el peronismo. También murió en las vísperas del Cordobazo. Pero con su obra influyó en la formación política de los militantes de los años 70. Masetti murió demasiado joven, sin haber sido suficientemente conocido como periodista y como guerrillero. Lo que lo conmueve al Che, lo que lo transforma en un revolucionario, es su recorrida previa por América Latina y la constatación de la vida de los pueblos latinoamericanos. En Masetti y Walsh hay un viaje del yo a nosotros, del periodismo a la revolución.
--¿Por qué planteás que la batalla por una información está vinculada con los derechos humanos?
--No hay separación entre la lucha por la información veraz y la lucha por los derechos humanos. Si lo entendiéramos así, lograríamos que las Naciones Unidas incorpore en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre el punto 31 que diga: “los ciudadanos tienen derecho a una información veraz para garantizar su derecho de elegir en libertad”. Si no entendemos que una información veraz es un derecho básico de la cultura y de la libertad de los ciudadanos, no vamos a entender de qué lado estar. Walsh y Masetti lo entendieron porque cuando Masetti dice “somos objetivos pero no somos imparciales” está dándole rango de derecho humano a la información. La Carta de Walsh a la junta militar es un monumento a los derechos humanos, al derecho de los ciudadanos a tener información veraz que los haga libres.