"A Robert Cox, el periodista digno, el hombre íntegro. Con admiración, con afecto y también hoy, con pena por su partida del país. Muchas gracias por haber sido uno de los muy pocos, poquísimos periodistas que demostró a través de su accionar profesional, comprensión para con nuestro dolor y nos hizo sentir menos solas. Gracias por solidarizarse con nuestro reclamo de justicia por la desaparición de nuestros hijos".
La solicitada, firmada por Madres de Plaza de Mayo, fue publicada en el diario La Prensa del 18 de diciembre de 1979 y reproducida como testimonio histórico por David Cox (su hijo) en el libro En Honor a la Verdad, memorias desde el Exilio. Robert Cox, director del Buenos Aires Herald, finalmente debía abandonar el país. Ya había sido detenido y liberado en 1977 y ahora las amenazas llegaban a su familia.
Como el resto de los medios de la Argentina, el Herald (único diario del país escrito en inglés y, en consecuencia, de tirada limitada) había apoyado el golpe militar. Pero Cox advirtió rápidamente los crímenes de la Dictadura y terminó de confirmarlos con la llamada "masacre de San Patricio": el asesinato en pleno Belgrano R de tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos, con los que tenía cercanía, el 4 de julio de 1976.
La relación entre Cox y la Junta se terminó de tensar pocos días antes del Mundial, cuando el entonces ministro del Interior, Álvaro Harguindeguy, lo convocó junto a otros periodistas a la Casa Rosada: "Ustedes tienen que presentar una imagen perfecta de la Argentina", les pidió. Cox le terminó preguntando por los desaparecidos.
Eran pocos, tal como puntualizaron las Madres en su solicitada, los periodistas que se oponían abiertamente a la Junta. Y en el caso puntual del Mundial 78, apenas Dante Panzeri, periodista de El Gráfico, había levantado la voz en ese sentido, aunque sus argumentos pasaban estrictamente por el aspecto económico.
"El Mundial 78 no se debiera realizar en Argentina por las mismas razones que un tipo que no tiene guita para ponerle nafta a un Ford T no debe comprarse un Torino. Los argentinos nos hemos acostumbrado a vivir afanándonos unos a los otros. De mil maneras", escribió Panzeri, que murió dos meses antes del inicio del campeonato.
El dinero de la organización del certamen, del que nunca se dieron explicaciones ni se informó cuánto se terminó gastando, fue canalizado a través del Ente Autárquico Mundial 78 (EAM): su primer responsable, el general Omar Actis, fue asesinado el 19 de agosto de 1976 y en su reemplazo asumió Antonio Merlo, aunque el poder real quedó en manos del almirante Carlos Alberto Lacoste. Otra interna feroz de la Junta.
Más allá de Cox y Panzeri, "el desempeño de nuestro periodismo en aquellos días fue delincuencial en los términos de la responsabilidad penal de los civiles en tiempos de dictadura", escribió Pablo Llonto en el sitio Papelitos. Y en su libro La Vergüenza de Todos, amplió: "El periodismo fomentó el anticomunismo, la delación de los luchadores y defendió, a buen precio, casi todos los actos de gobierno de la dictadura. Millones sucumbieron ante la idea publicitaria de que la victoria deportiva era el triunfo de un pueblo en paz".
Para Fernando Ferreira, autor de Hechos Pelota, el periodismo deportivo durante la dictadura (Ediciones Al arco), "la herida continuará abierta por siempre". "Cada uno sabe en su conciencia lo que hizo durante aquellos años –contó en una entrevista con Página I 12-. Hubo gente más responsable que otra. Había resistencias individuales y en ese sentido hay algo digno: muchos no escribimos ni una línea en favor de la dictadura. Era lo que podíamos hacer. Lo que no puedo aceptar es que algunos digan que no sabían nada de lo que estaba ocurriendo en el país". "Yo en esa época trabajaba en la agencia Ancla, de Rodolfo Walsh, y estaba al tanto de todo por la información que me llegaba y porque mataban a amigos míos", completó.
Cuando empezó el Mundial, Walsh ya llevaba más de un año desaparecido: fue secuestrado en San Cristóbal el 25 de marzo de 1977, un día después de que diera a conocer, a un año del golpe, su "Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar". Antes, desde ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina), ya había pedido: "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance (…) Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror".
Cox lo había hecho. Volvió al país en 2005 para recibir una distinción en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Se la dedicó a todos los periodistas desaparecidos.