El manejo de Rosario de la crisis por coronavirus recibió elogios nacionales, y el interés de la prensa incluso más allá del país. Desde el comienzo de la pandemia, hubo en la ciudad santafesina de casi un millón de habitantes, 113 personas con resultado positivo para covid-19, y hoy se cuentan once días sin casos nuevos. El secretario de Salud municipal, Leonardo Caruana, atribuye los resultados a "un gran trabajo de los equipos, fuerte articulación y cobertura", además de la buena infraestructura. "Tenemos un sistema de salud y una presencia territorial que busca igualar, por eso fuimos críticos a esas concepciones que miraban la pandemia solo desde grandes centros hospitalarios y de intervenciones de las 'camas críticas'", afirmó el funcionario y aclaró, también para achicar el pánico que aparece ante cada caso nuevo: "No vamos hacia el contagio cero, eso hay que tenerlo en claro, sino a un escenario epidemiológico controlado".
-- Por que Rosario tiene estos resultados, cuando otros lugares con similitudes de todo tipo tienen otra situación mas complicada. ¿Cuál es la clave?
-- A mi me parece que si hubo algo que "desdibujó" la pandemia fueron los pronósticos y los análisis predictivos iniciales y el traslado de variables biológicas a distintos contextos sociales y políticos. Entender el desarrollo de una enfermedad es también ver el acceso y la infraestructura pública, la historia de vínculo de la población con los servicios de salud, la confianza en esos servicios, la complejidad y la presencia territorial, la complementariedad entre los servicios de salud pública y privada. Para sacar conclusiones favorables del número de casos en medio de una realidad compleja, en otros lugares del país, con mucha circulación, intensa, masiva, persistente; nosotros tuvimos ante cada uno de los casos un gran trabajo de los equipos, una fuerte articulación y cobertura. Todo eso hace a la investigación y a la alerta temprana. El haber controlado ante cada caso confirmado el numero de contagios habla primero de la infraestructura del servicio de salud: poder testear aquí, hacer que el testeo fuera en el domicilio --desde los inicios-- toda esa puesta en marcha del trabajo hizo que tuviéramos ante cada caso confirmado inclusive una disminución, en barrios donde las condiciones de vulnerabilidad son similares a otros de ciudades donde hay hoy mismo circulación intensa.
-- El recurso humano, la infraestructura, la disposición presupuestaria, los centros de cercanía son datos verificables desde hace varias décadas y es reconocido mayoritariamente, sin embargo se habla de "barrios vulnerables" cuando en rigor son "barrios vulnerados" ya que esta como están por lo que ha hecho o dejado de hacer el Estado: ya sea cloacas, red de agua o centros de salud. ¿Eso como lo evalúan?
--Son las condiciones de vida, y en los barrios el riesgo puede aumentar. Ese aumento está condicionado por la desigualdad. En ese escenario nosotros tenemos un sistema de salud y una presencia territorial que busca igualar, por eso fuimos críticos a esas concepciones que miraban la pandemia solo desde grandes centros hospitalarios y de intervenciones de las "camas críticas". Es muy importante aumentar el número de camas, la ampliación de internación, pero también el desarrollo territorial. Cuando hay "clínica con vínculo sostenido" se puede ver de otra forma. Haber vacunado en el domicilio a los adultos mayores, a la población de más alto riesgo, haber llevado los medicamentos durante dos meses a la casa para que no se movieran, son elementos que ayudan a entender los resultados. Esa es la diferencia con un modelo que generó que muchas vueltas al domicilio provocaran más contagios en países donde había poca presencia territorial. El Hipódromo, y los otros lugares construidos y adaptados para tratamiento y aislamiento son dispositivos que van en la lógica de la equidad. Porque generan situaciones más justas para aquellos que no pueden acceder a condiciones de distanciamiento en su casa, tienen un lugar digno para transitar la enfermedad.
--La pandemia ha sido utilizada en algunos países y ciudades como un atenuante o excusa para justificar algunas falencias del sistema de salud, que tampoco ha dado respuesta a otras patologías antes de esto y probablemente tampoco las de después de esta crisis.
--Por eso es que cuando hablamos de desarrollo de sistemas de salud pública no solamente es desarrollo de infraestructura, sino el sentido político de las prácticas. Fue por eso que cuestionamos la "cobertura universal" y la matriz ideológica de Cambiemos de desdibujar y mercantilizar los procesos de salud, que es aplicar la lógica de despolitizar las prácticas. Cuando hablamos de "politizar la prácticas", estamos hablando de que haya trabajadores que se impliquen en el cuidado, y ese es el diferencial en la ciudad, con trabajadores comprometidos por ejemplo en garantizar los derechos sexuales y reproductivos durante la pandemia, garantizado el retiro y distribución para mujeres y varones de anticonceptivos, por citar algo. Estos dispositivos nos permiten hoy estar discutiendo qué modelo de atención debemos aplicar en el futuro inmediato, redefinir algunos procesos de trabajo, las lógicas. Por ejemplo, vacunar en el domicilio fue una oportunidad, tal vez en el futuro podamos seguir haciéndolo, ya sin pandemia y garantizando que esa infraestructura llegue más allá, a todos los barrios. Es decir, seguir transformado y acercando a partir de una clínica con responsabilización, con equipos que se hacen cargo de la interacción permanente con los vecinos.
-- En esta edición hay una nota de la doctora Ana Tavella, que de algún modo critica la simplificación de pensar que los resultados son únicamente producto de la respuesta en el área de Salud, y retoma el concepto de "prestigio colectivo institucional", del que habla Max Weber. ¿Qué te parece?
--Cuando hablamos de Salud no lo hacemos únicamente por la presencia de médicos y enfermeros, sino por la presencia de otras áreas, de la construcción de derechos y de confianza. Yo creo que lo que se ha generado progresivamente en la ciudad fue una construcción de confianza entre la población y el Estado, en términos de ir asumiendo todos los elementos de cuidado, de distanciamiento. Esa confianza en la cuarentena más dura hay que seguir potenciándola en esta etapa. No va a ser con el control, ni con la vigilancia que vamos a resolver el problema. Es con la conciencia ciudadana.
--Inclusive en la ciudad no ser percibe ese accionar de los "terraplanistas anticuarentena" porque tampoco desde los medios --más allá de diferentes posiciones-- vemos a periodistas o dirigentes , como sí ocurre en algunos de Buenos Aires, vociferando como energúmenos o hablando de "infectadura".
--Como cuando estaban los que te decían "como no hay sarampión no nos vacunemos", cuando en realidad no teníamos sarampión porque habíamos vacunado. Y eso empezó cuando era más sencillo que ahora: estabas en cuarentena y te cuidabas o no lo hacia y corrías el riesgo. Ahora lo que viene es la "gestión del riesgo", en esta nueva etapa debemos pasar de la lógica "dentro o fuera" a gestionar el distanciamiento sabiendo que el "riesgo cero" no existe, y por tanto es fundamental construir confianza, seguir en esa línea que se inició cumpliendo a rajatabla la cuarentena en la etapa más dura. Ahora, el eje estructural en la vida y la responsabilidad social es el cuidado y el distanciamiento. Esta "nueva normalidad" nos obliga a pensar no ya en blanco y negro, no es si está sano o enfermo. Estamos en una gestión del riesgo que va a depender mucho de la confianza y el respeto a los cuidados de siempre.
-- Vos conviviste con el gobierno provincial socialista siendo secretario de salud de Rosario, como ahora. Había coincidencia, era el mismo proyecto, sin embargo --no sé si será por la pandemia-- no se advierten grandes retrocesos en la gestión de Omar Perotti en cuanto a recursos e infraestructura. Da la sensación que se trabaja en armonía, ¿es así?
--Hay una historia fuerte de desarrollo en salud pública en los últimos años, la marca en relación al desarrollo y el planteo de un sistema basada en derechos tuvo una persona que marcó el camino en relación al sentido y los valores de este sistema. Fue Hermes Binner, primero en Rosario y luego en la provincia. En rigor, desde el inicio de la pandemia se pudo poner por encima de todo la articulación y la potencia de las políticas públicas tanto municipales como provinciales y nacionales. Todos entendimos que no es momento de las diferencias, aun cuando en todo proceso hay miradas diferentes de como hacer las cosas, pero acá hay un piso trabajo en el que articulamos, coordinamos e integramos a la altura de lo que la pandemia provoca. Acá hay protocolos nacionales que se deben cumplir y que están estudiados por expertos científicos, ahí no hay discusión, se hace lo que se tiene que hacer.
--En algún momento los sufrieron los médicos, enfermeros, el personal de salud, luego algunos contagiados, y es el rechazo y la estigmatización por el virus. Inclusive amenazas, carteles y pasacalles diciéndoles que se muden, casi racismo, que en Rosario se vio también, pero en menor proporción.
--Es cierto, pero los medios locales lo tomaron desde otra perspectiva y eso ayudó bastante. Nosotros trabajamos mucho ese tema y tratamos de diferenciarnos y no aplicar esos clichés del "enemigo invisible" o hablar de "los que están en la primera línea", "los primeros que caen", términos bélicos, blindando el mensaje. Eso te lleva a un "anti-otro" y la verdad es que el virus se hace visible en una persona y esa personas es un enfermo o un trabajador de la salud que lo atendió y ahí no más lo "transforma" en el enemigo. La verdad que alejarnos de esos conceptos fue fundamental, así como cuestionar la virilización de informaciones sin chequeo, supuestamente identificando a un vendedor o un repositor de un súper. Hay que pensar a quién ayudamos y a quiénes lastimamos haciendo correr esas informaciones, y eso no solo daña a la persona afectada, sino a la vez puede generar el efecto contrario, que es que alguien, por temor a ser discriminado, retrace una consulta. No hay que hablar de "sospechosos" sino de casos probables, y ser prudentes, sobre todo desde la comunicación. Hay que recuperar las cuestiones de la vida cotidiana, acompañar, cuidar, no transformarnos en policías del otro y "viralizar" el lavado de manos, la ventilación, el barbijo, y remarcar que depende de nosotros.
--Sin incurrir en la temeridad de decir "lo peor ya pasó", ¿Podríamos imaginar que tal vez "lo peor no va a pasar"?
--Para eso trabajamos. No para que no existan casos, sino para esta evolución. Que no ponga en crisis esa decisión de quien ingresa a respirador o no. Los modelos de escenarios catastróficos que teníamos al principio no se han dado, se desdibujaron en un contexto de países limítrofes con otro escenario muy diferente. Y Santa Fe está "rodeado" de provincias con casos, fuertemente interconectada con CABA y otros distritos donde hay circulación. En esta nueva normalidad vamos hacia la "gestión del riesgo" no solo de los organismos del Estado sino de todos nosotros. No vamos hacia el contagio cero, eso hay que tenerlo en claro, sino a un escenario epidemiológico controlado, con capacidad para responder, como ocurrió hasta ahora que pudimos equiparnos, capacitarnos y estar en buenas condiciones para lo que eventualmente pudiera suceder. Estos cuidados además han provocado que hoy tengamos menos patologías respiratorias que el año pasado a esta altura y eso también suma.
--¿Con quién es el "debut" en la reunión familiar/afectiva?
--En un rato me voy a comer después de mucho tiempo con mi hijo Mateo, cocina él, después de dos meses... Algo más, si van a reunirse con adultos mayores, además del barbijo la mascara de acrílico es muy recomendable para ellos.