El nombre de Quentin Tarantino surge con naturalidad cuando se habla de directores que eligen con paladar especial canciones para que formen la banda sonora de sus películas, pero dejar de lado a Danny Boyle es algo parecido a una herejía. T2 Trainspotting reafirma lo que ya se había conocido con el celebrado soundtrack de la originaria de la ¿saga?: el cineasta británico potencia desde la música el relato que construyen las imágenes. En el film se retoma la historia de los cuatro junkies escoceses, pero veinte años después. Apropiadamente, Boyle recupera dos temas cruciales de la primera película y los presenta en versiones nuevas para abrir y cerrar el disco: “Lust for Life”, de Iggy Pop, aparece remixado por The Prodigy, y “Born Slippy”, de Underworld, se convierte en “Slow Slippy” dos décadas más tarde. Entre las quince canciones seleccionadas hay clásicos como “Radio Ga Ga” (Queen) y “Dreaming” (Blondie), que se cruzan con la experimentación hiphopera de los escoceses Young Fathers y el post punk 2016 de Fat White Family. Es difícil que la banda sonora de esta T2 Trainspotting logre el mismo carácter icónico de la primera, pero el disco reafirma la idea de que el uso de las canciones puede ser tan crucial para una película como quiénes son los protagonistas o cuándo el director pronuncia la palabra “corten”.