“Mirá que sorteamos mil obstáculos, pero nunca nadie se imaginó algo así”, dice Fernando del Castillo sobre el estreno de su película, Gauchito Gil, disponible en Cine.Ar Play . Pero hay que ver también cuáles son las ventajas, porque para el cine independiente o alejado de las producciones más costosas, “la entrada está carísima y mucha gente, cuando va al cine, va a un evento cinematográfico como las de Marvel. Por todo eso, estábamos viendo qué hacer al momento de salir al público, después de tanto esfuerzo y trabajo. De alguna manera, todo esto sirve como catalizador. Es una oportunidad para que la película también llegue a lugares donde no hay una pantallas de cine, como sucede en muchos pueblos y ciudades del interior de Corrientes”, continúa el realizador.
Roberto Vallejos es quien encarna la figura histórica y de leyenda que es Antonio Gil, gaucho perseguido tras la guerra de la Triple Alianza. Rodada en Paso de los Libres y alrededores, la película de Fernando del Castillo dice también sobre el lugar del cual el realizador es oriundo. Así que es fundamental que pueda llegar al lugar de donde emergió. “Si bien es para toda la Argentina, la película dice Corrientes. Era importante que estén la naturaleza y sus paisajes, sus llanuras y sonidos, tanto del ambiente como la música, y que los actores pudieran interpretar a correntinos de ese momento histórico. Hubo mucho trabajo, búsqueda de locaciones, recuerdos de mi infancia, con la intención de tomar a la naturaleza como testigo de lo ocurrido”.
La asunción de la naturaleza hace que todo sea creíble por cercano. En Gauchito Gil, la figura del personaje paulatinamente devendrá leyenda, a propósito o a pesar de sí mismo. En este sentido, Del Castillo señala que “la premisa era entender que donde rodábamos era el lugar por donde tranquilamente habría pasado Antonio Gil, el lugar donde sucedió esta historia. Además, la historia de Antonio Gil es representativa de la suerte de muchos gauchos de esa época. Poder ir a ese lugar a hacer esos planos era lograr el realismo que queríamos, el de Corrientes en 1870”.
-¿Cómo fue surgiendo la construcción del personaje?
-Cuando de alguna manera comencé a disociar la figura de la estampita o estatuita con la de quien había sido Antonio Gil. Eso es algo que se consigue hablando con la gente en Corrientes; son ellos quienes te cuentan lo que saben y lo que les contaron. Como a esta historia se la hablaba en guaraní, una lengua que hasta la conquista no se escribía, así llegó a nuestros días, en la forma de fábulas y de cuentos, algo que es propio de la idiosincrasia guaranítica de esa zona de Corrientes. No hay algo que esté escrito o documentado, sino que su historia surge del imaginario correntino. Vas preguntando y te van contando. A veces los relatos se repiten, hay otros que no. Pero la realidad es que hubo muchos gauchos en Corrientes que tuvieron esa misma suerte. Un poco eso es lo que yo agarro para construir el personaje, lo propio de su historia y lo que le podría haber pasado. Y agrego personajes que invento, para que sirvan narrativamente.
-Inevitablemente, Gauchito Gil se inscribe en el cine gauchesco, y promueve un diálogo con esas películas.
-Lo suyo es lo que le pasa también a Martín Fierro, a Juan Moreira, es algo que vive en el inconsciente del pueblo argentino y forma parte de su historia: alguien dice que no, se levanta y es perseguido; pero también admirado por quienes no pudieron levantarse contra esas injusticias. En cuanto al diálogo con otras películas del género, es una película que de alguna manera busca meterse allí, en el hoy llamado “western gaucho”. Uno puede trasladarse a ese momento y revivir lo que les sucedió a nuestros antepasados, dialogar con todo ese mundo. Lo que tiene de particular la película es lo que yo llamo una inteligencia emocional y colectiva, que llevó a que todos estuvieran comprometidos, en cuanto a poder entender lo que le pasa internamente al personaje. Si bien el viaje es hacia la libertad, también hay un viaje interno.
-Aquí sumo el nombre de Roberto Vallejos, porque la película no podría ser lo que es sin su caracterización.
-Es difícil encontrar alguien que cale tan hondo, con una mirada de tanta profundidad. Él es de San Luis, y cuando nos reunimos en un bar y le conté el proyecto, ya estábamos hablando de la infancia en el campo. Reconocí en él cosas que tenía incorporadas, en cuanto al ambiente donde se movía el personaje. Tuvimos la suerte de poder ensayar, y la construcción que fuimos haciendo fue fantástica. Gran parte del acierto de la película se debe a él, porque toda la historia lo atraviesa. Y no puede ser de otra manera. El Antonio Gil que yo quería era ése.
-Y quiero destacar a Santiago Vicchi, porque la relación entre ellos es la del contrapunto, entre gaucho perseguido y milico perseguidor.
-Vicchi encontró, con el gesto y la mirada, la forma de exteriorizar el deseo interno de complacer siempre al coronel Salazar (Claudio Da Passano), de querer ser la persona que no es.
-Siendo él quien mata a Gil, da razón al planteo del gaucho: “Nos estamos matando entre nosotros”.
-También fue un desafío llegar a ese final anticipado. En definitiva, el tipo termina formando parte de lo mismo, por eso el mal está planteado como en una esfera medio nebulosa que no se termina de definir. Las órdenes vienen de arriba, del gobierno de Corrientes o de Buenos Aires, no está claro. Pero hay que cagarse a piñas y matarse. Sin saber por qué ni para quién. No me detuve en dar nombres sino que me pareció interesante pararme desde este punto de vista.