El misterio de lo indecible es un gran golpe pagano al exceso de racionalidad. Pero hay otros golpes tanto o más sorprendentes. La multiplicación de los peces tal vez sea el milagro literario de algunos escritores que, al margen de lo que publicaron en vida, consiguen alimentar a toda una multitud de lectores con materiales inéditos. Como si estuvieran escribiendo más allá de la muerte. La obra de Ernest Hemingway (1899-1961), Premio Nobel de Literatura, sigue creciendo con la aparición recurrente de cuentos de su autoría. La revista estadounidense The New Yorker publicó “Pursuit as Happiness” (cuya traducción literal sería “búsqueda como felicidad” o “persecución como felicidad”), un relato autobiográfico que transcurre en un pueblo de la costa cubana, una travesía emparentada con El viejo y el mar, breve y bellísima novela con la que ganó el Premio Pulitzer (1953). El protagonista del relato inédito, llamado Ernest Hemingway, pesca marlines que luego regala a los lugareños. Hasta que un día emerge del agua un pez enorme que se convierte en una obsesión: “Quiero que atrapemos al maldito marlín más grande que jamás haya nadado en el océano”.
Aunque parezca inverosímil, In Our Time (1925), el primer libro de cuentos de Hemingway, un clásico que renovó la tradición narrativa del siglo XX, se publicó por primera vez en español en 2018 como En nuestro tiempo (Lumen), con traducción de Rolando Costa Picazo y prólogo de Ricardo Piglia (1941-2017). “Joyce había escrito con todas las palabras de la lengua inglesa y había mostrado un gran virtuosismo, allí es donde Hemingway tiene una intuición esencial; no había que copiar de Joyce esa gran capacidad verbal, sino que era necesario empezar de nuevo, con un inglés coloquial, de palabras concretas, de pocas sílabas y frases cortas. Es a partir de aquí que construye un estilo de resonancias múltiples que marcó la prosa narrativa del siglo XX de Salinger a Carver –plantea Piglia en el prólogo-. Hemingway trabajaba con los restos del lenguaje, buscaba una prosa conceptual que insinuara sin explicar, de ese modo elaboró una escritura experimental, muy conectada con las vanguardias de su época. Beckett llegaría a la misma conclusión años después: para escapar del inglés literario que Joyce había agotado, decidió cambiar de lengua y escribir en francés. Lo importante de Hemingway, y de Beckett, es que no describían lo que veían, sino que se describían a sí mismos en el acto de ver”.
Esa prosa conceptual que insinuara sin explicar, como advertía Piglia, es la brújula de la narrativa del Hemingway editado y del inédito también. “Cuando lo vimos, supimos lo grande que era. No podías decir que era aterrador. Pero fue asombroso. Lo vimos lento, tranquilo y casi inmóvil en el agua con sus grandes aletas pectorales como dos largas hojas de guadaña moradas. Luego vio el bote y la línea comenzó a salir del carrete como si estuviéramos enganchados a un automóvil, y comenzó a saltar hacia el noroeste con el agua que brotaba de él en cada salto”, se lee en “Pursuit as Happiness”, por ahora disponible solo en inglés en https://www.newyorker.com/magazine/2020/06/08/pursuit-as-happiness . En este relato hay otros pescadores que acompañan al narrador y escritor: Josie, sobrenombre de su amigo Joe Russell, con quien iba a pescar en Cuba; y Carlos Gutiérrez, otro amigo con el que se reunía para pescar y que fue oficial de cubierta del barco del escritor llamado El Pilar. Seán Hemingway, nieto del escritor, descubrió el manuscrito de su abuelo en la colección Ernest Hemingway de la Biblioteca y Museo John F. Kennedy en Boston, mientras preparaba una nueva edición de El viejo y el mar. Seán revisó cartas, fotografías y registros de pesca del barco de su abuelo, el Pilar. “Junto con varias historias autobiográficas sobre la Segunda Guerra Mundial, es una de las pocas historias de Hemingway que no se publicó. No estoy seguro de por qué recibió tan poca atención. Es una joya entre el material inédito en los documentos personales de mi abuelo”, subraya el nieto del escritor. “Me resulta difícil clasificarlo como ficción o no ficción porque gran parte de la historia es autobiográfica, pero prefiero pensar en ella como ficción. Está cuidadosamente elaborada y se lee como una breve obra de ficción”, agrega Seán.
Como trasfondo del cuento –que se desarrolla en 1933- aparece el conflicto político en La Habana. Josie tiene un par de encuentros con la policía cubana: primero, cuando uno intenta tomar el pescado que él y Hemingway han capturado, y luego cuando “uno de esos policías especiales de Machado” se pone agresivo en un bar. El gobierno de Gerardo Machado se derrumbaría unos meses después. En la entrevista con Deborah Treisman, editora de ficción de The New Yorker, Seán responde sobre la importancia del entorno político. “Hemingway fue testigo de la fealdad de ese verano de 1933 en Cuba, incluidos disturbios y tiroteos en las calles de jóvenes activistas que protestaban contra el régimen de Machado. En mi opinión, la lucha política no es el foco de la historia, pero el contraste con la vida en tierra hace que la felicidad de pescar marlín en el mar sea aún más conmovedora. La entrega de toda su captura a los lugareños agrega un propósito a sus actividades de pesca, especialmente durante ese verano difícil”, explica el nieto del escritor y advierte que le resulta difícil precisar la fecha en que escribió ese relato; pero estima que podría ser entre 1936 y 1956. “No lo veo de ninguna manera como notas para la novela, pero sí creo que es una pieza complementaria fuerte, ya que también se trata de atrapar un marlín muy grande, y muestra de diferentes maneras cuán difícil de emprender es, incluso con modernos equipos de pesca, un bote a motor y varios pescadores experimentados”, aclara Seán.
El manuscrito no tenía título; fue Patrick, el tío de Seán y segundo hijo de Hemingway, quien eligió “Pursuit as happiness”, que es una sección del libro Green Hills of Africa (Las verdes colinas de África). “Hemingway dividió su relato de no ficción de su safari africano, que tuvo lugar en el invierno de 1933-34, en cuatro secciones. ‘Persecución como felicidad’ fue la última y culminante sección del libro. Hemingway adaptó su título de la cuarta sección de una frase famosa en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos: ‘La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad’. Creo que es un título muy adecuado para esta historia inédita, porque no se trata solo de atrapar y perder un gran marlín, de la misma manera que El viejo y el mar no se trata solo de atrapar y perder un gran marlín (…) Se trata de la alegría de pescar y la felicidad que trae”, afirma Seán.
El milagro pagano de los textos inéditos de Hemingway empezó en 2018, cuando se publicó un relato sobre la Segunda Guerra Mundial, “A Room on The Garden Side” (Un cuarto del lado del jardín) en la revista literaria trimestral The Strand Magazine, que ha difundido en sus páginas obras pocos conocidas de Raymond Chandler y John Steinbeck, entre otros. El escenario principal de este cuento escrito en 1956 es el Hotel Ritz de París. El narrador Robert y su séquito de soldados, que deben abandonar la ciudad al día siguiente, beben vino, citan a Marcel Proust, Victor Hugo y Charles Baudelaire y debaten sobre “el sucio oficio de la guerra”. La guerra fue uno de los tópicos literarios del autor de París era una fiesta. Cuando estalló la Guerra Civil Española (1936-1939), el escritor se comprometió con los republicanos españoles. En Por quién doblan las campanas (1940), Robert Jordan, el protagonista, es un dinamitero de las Brigadas Internacionales que comprenderá tempranamente que su intervención será inútil porque la guerra como tragedia colectiva seguirá su curso inexorable. “La guerra es el mejor tema: ofrece el máximo material en combinación con el máximo de acción. Todo se acelera allí y el escritor que ha participado unos días en combate obtiene una masa de experiencia que no conseguirá en toda una vida”, aseguró Hemingway en una carta dirigida a Fitzgerald. Hay una frase en El viejo y el mar que podría ser una divisa antropológica del escritor. Pero también de los héroes de sus ficciones, guerreros, cazadores, pescadores, contrabandistas, toreros y aventureros de toda suerte y clase social: “El hombre puede ser destruido, pero jamás derrotado”.