No llegó a pasar un año de que Sergio Zacariaz apareciera muerto de frío en la vereda de Perú y Venezuela , y la Ciudad de Buenos Aires ya logró demostrar que es capaz de repetir el abandono y aún agravarlo, si es posible agravar la muerte, dado el contexto de pandemia: la madrugada de este domingo, Leonardo Javier Macrino fue hallado muerto en la esquina de Saenz Peña y Chile, a metros del hotel de donde había sido desalojado el miércoles, supuestamente por falta de pago.
No está claro si murió de frío o por contagio de coronavirus. Su compañera, María Soledad, fue llevada al Argerich, donde esta madrugada el hisopado dio negativo. Sea coronavirus o frío, Leonardo murió en la calle, en medio de la prohibición de salir de las casas, de la prohibición de producir desalojos mientras se sostenga el aislamiento, de la obligación de utilizar tapabocas para evitar contagios, de la apertura de Costa Salguero como moderno concentrador de personas en situación de vulnerabiliidad y que hayan dado positivo.
La única consigna que se cumplió con Leonardo y María Soledad es el aislamiento de asistencia por parte del Estado porteño. Fueron los vecinos y la Asamblea Popular por los Derechos de las Personas en Situación de Calle quienes hicieron esfuerzos sobrehumanos por dar asistencia y mantener en pie a Leonardo, que desde el miércoles tiritaba de frío.
Este domingo por la noche, Mónica Coro, de Amigos en el Camino, la misma organización integrante de la Asamblea Popular que denunció la muerte de Leonardo, encontró a Viviana y Rafael, también en la calle, cobijados en el hueco que les dejó un banco, en Rivadavia y Boedo. "Habían sido desalojados del mismo hotel, La Florida, de Chile 1480, cinco días antes", aseguró Coro a Página/12, pese a que fueron prohibidos los desalojos. En un video realizado por Amigos en el Camino, Viviana dice que no pudo pagar el hotel porque la pensión que tiene la usó para comprar comida y el dinero del hotel se vio obligada a usarlo para la compra de medicamentos que el Gobierno porteño no les entregó. En el video Viviana sostiene que padece de un tumor y Rafael tiene EPOC, ambas situaciones consideradas para calificar como grupo de riesgo.
Después de ubicar a Viviana y Rafael, "nos comunicamos con la legisladora Lorena Pokoik (Unidad Ciudadana) -dijo Mónica Coro-- que empezó a llamar y llamar al Gobierno porteño para que asistieran a la pareja. Después de varias horas, llegaron y los atendieron, los llevaron para hacerles el hisopado y ver cómo resolvían la situación habitacional".
Desde el miércoles pasado, cuando Leonardo y María fueron desalojados del hotel, los vecinos de la ranchada que la pareja armó a la intemperie, en la esquina de Saenz Peña y Chile, comenzaron a proveerles de comida y abrigo y llamaron al programa del Gobierno porteño que paradójicamente se denomina BAP, Buenos Aires Presente, y cuyos trabajadores denunciaron repetidamente situaciones de precariedad laboral en una actividad que confronta permanentemente con la precaridad extrema. El BAP recién se presentó el sábado y les entregó abrigo aunque no se les realizó ningún hisopado. Para los vecinos era evidente que Leonardo estaba contagiado por los síntomas que presentaba.
Frente de Todos, de la Comuna 1, sostuvo en un comunicado que "las herramientas que el Gobierno propone son insuficientes. Queda en evidencia la falta de políticas públicas integrales. El Gobierno de la Ciudad debe garantizar el cumplimiento del decreto del Poder Ejecutivo Nacional, que impide desalojos en el marco de la pandemia."
Desde la Asamblea Popular aseguran que "venimos reclamando al Gobierno porteño desde el inicio del aislamiento, por la emergencia sanitaria, la emergencia alimentaria y la emergencia habitacional, y no recibimos ninguna respuesta".
Decir que Leonardo fue hallado muerto como se señala al inicio de esta nota es un eufemismo del estilo discursivo. Leonardo no estaba desaparecido, estaba perfectamente localizable registrado en el hotel hasta el miércoles pasado, tenía identificación de discapacidad entregada por el Ministerio de Desarrollo porteño, fue asistido por los vecinos y con demora por el BAP. Inmediatamente que fue denunciada su muerte, el Gobierno porteño se hizo presente en su faceta represiva, encintó el espacio preventivamente por el supuesto riesgo de contagio cuatro días después de que el riesgo se había disparado, y rodeó la esquina de policías, en la faceta más cara (por costo y por querida) al Ejecutivo, la represiva.
Fue quizás el único momento en que Leonardo, igual que Sergio Zacariaz hace casi un año, logró hacerse visible.