Los locales de indumentaria y calzado volvieron a abrir en la Ciudad de Buenos Aires después de 80 días. Abrieron el 69 por ciento de los comercios de indumentaria y 74 por ciento de calzado, según un relevamiento de la Federación de Comercio e Industria (Fecoba). Volvió la oferta, pero no así la demanda: la facturación promedio fue del 21 por ciento para indumentaria y 23 por ciento para calzado. Son cerca de 35 mil los que cerraron sus puertas el 20 de marzo con la cuarentena, y 17 mil los de proximidad que volvieron a levantar sus persianas.
Según un relevamiento realizado por PáginaI12 en el barrio porteño de Belgrano, la mayoría de los comercios abrió sus puertas, pero son muy pocos los que permiten el acceso. Había "mucha expectativa", comentaron diversos comerciantes. La cuarentena coincidió con el comercio de la temporada de invierno, por lo que la mercadería ya estaba comprada. Los que abren sus puertas permiten de a una persona a la vez, por lo que muchos consumidores que quedan en la vereda desisten de la compra. En tanto, otros ponen cartones o un nylon en la entrada, o directamente mantienen las rejas.
“La forma de apertura depende de cada vendedor. Hay muchos propietarios que son mayores y tienen miedo de exponerse”, afirmó a este diario Fabián Castillo, presidente de Fecoba. En tanto, había locales que pasado el mediodía tampoco habían abierto porque tenían que adaptar los nuevos protocolos sanitarios.
El consumidor apenas puede observar la mercadería exhibida en el maniquí, y consulta desde la vereda al vendedor por prendas, colores y talles. Hay locales en donde a las prendas de vestir se sumó la venta de tapabocas de tela, con uno a 120 o dos a 200 pesos. Todos mantienen en sus frentes los carteles escritos a mano con números de whatsapp o las redes sociales del comercio, donde se puede efectuar la compra electrónica. Sin embargo, los vendedores contaron que la venta es "acotada", debido a que hay prendas como los pantalones o el calzado que necesitan ser probadas.
Pese a todas estas limitaciones, Castillo, consideró que la falta de ventas, que alcanzó un quinto de lo habitual, se debe a otro motivo. “El inconveniente no es que la gente no se pueda probar. El problema es la incertidumbre del consumidor, no sabe lo que va a pasar mañana y cuida su bolsillo. La situación no arrancaba desde antes de marzo. Venimos de dos años de recesión, y en plena liquidación de verano nos cayó la cuarentena”, afirmó. Pero también destacó que hay menos gente en la calle.
Desde su zapatería, Carla Barnes contó: "Hoy hubo bastante gente con ganas de comprar y también usaron ese momento de desahogo, hay mucho agobio y el hecho de comprar algo es como una descarga. Los comentarios eran me lo compro pero no se ni cuándo lo voy a usar, pero quiero agasajarme con alguna prenda. Algunas personas no querían entrar nisiquiera ni tocar nada, nadie sabe bien cómo manejarse".
Según el relevamiento realizado por este diario en la zona más comercial de Avenida Cabildo, entre Echeverría y Olazábal, se encontró un local cerrado, ya no volverá a abrir sus puertas. Se trata de la zapatería Luana, que contaba con un cartel de la inmobiliaria. “Es muy triste, porque suelen ser comercios familiares de muchas generaciones. Y una persona de más de 60 que cierra su comercio de toda la vida, ¿qué otro trabajo consigue?”, contó Castillo. Feboca relevó que cerraron el 12 por ciento de los comercios. Los de las zonas comerciales, como Avenida Cabildo, son los más comprometidos, debido a que seguirán cerrados. Y en un alquiler de un local chico está por encima de los 100 mil pesos.
Otra de las características de la reapertura tiene que ver con el lanzamiento de agresivos descuentos. “Compra 4, pagá 3” o “hay remate de shorts y bermudas” eran algunos de los carteles improvisados. “Hoy el comercio no piensa en tener ganancia, tiene la necesidad de vender. Así se lo vayas a cambiar 20 veces porque están prohibidos los probadores, te va a recibir con una sonrisa, porque venimos de facturar cero”, estableció Castillo.