A 17 años de iniciada la causa judicial, quedó firme la condena de quince años de prisión al sacerdote Julio César Grassi por abuso sexual agravado cometido contra un adolescente en la Fundación Felices los Niños, de la cual era titular. Ayer, al rechazar por unanimidad los recursos extraordinarios presentados por la defensa del cura, la Corte Suprema de la Nación avaló la decisión de su par bonaerense, y, así, la dictada por la justicia de Morón, que consideró acreditado el abuso cometido contra el joven O.A.A., conocido como “Gabriel”, quien tenía 13 años al momento de ser víctima de  Grassi. Ahora, “no hay más recursos ni apelaciones” posibles, confirmó el fiscal Alejandro Varela. El defensor del sacerdote adelantó que analiza “pedir un recurso de revisión o apelar a instancias internacionales”, mientras que para los querellantes la confirmación de la condena es positiva, pero “es una pena que (los jueces) hayan dejado de lado a dos de los tres chicos” que también denunciaron haber sido abusados por el cura. Grassi, cuya ordenación sacerdotal nunca fue invalidada por el Vaticano, está alojado en el penal de Campana desde 2013. En noviembre del año pasado, fue condenado a dos años de prisión por malversación de fondos de la Fundación y desde 2014, además, se lo investiga por desviar alimentos de la Fundación al penal en el que vive.

Como recordó la Corte en un comunicado, el Tribunal en lo Criminal Nº 1 de Morón “condenó a  Grassi a 15 años de prisión como autor reiterado de los delitos de abuso sexual agravado por resultar sacerdote, encargado de la educación y guarda del menor-víctima” O.A.A., conocido como “Gabriel”. 

La Corte no falló sobre el fondo de la cuestión ni analizó el expediente, que llegó a esa instancia precedido por recursos extraordinario de la defensa y de queja, de la querella. Todos ellos fueron desestimados por los jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, que “inadmisible” a cada uno. 

En su recurso, los abogados del cura no se basaron en fundamentar la inocencia de su defendido, sino que buscaron cuestionar la cronología de los acontecimientos investigados. Según recogió el dictamen de la procuradora fiscal Irma García Netto, esa presentación alegó “una imprecisión en la acusación”, porque no se logró “la apropiada

determinación de las circunstancias de tiempo en las que habrían tenido lugar” los abusos. La defensa “apunta que el primer suceso atribuido fue descripto por la acusación como ocurrido ‘un sábado o domingo del mes de noviembre de 1996’ y el segundo hecho como sucedido ‘presumiblemente’ en la noche del 6 de diciembre de ese mismo año”. Por eso, los defensores interpretaron que “la acusación no identificó un día específico para cada uno de los hechos por los que resultó condenado” Grassi, cuya defensa “expone que la sentencia situó temporalmente el segundo abuso sexual en la noche del día 7 de diciembre de 1996, en lugar de la del 6, como lo había ubicado ‘presumiblemente’ la acusación en la apertura del debate”.

Sin embargo, la procuradora señaló en su dictamen que el cura había sido condenado tras la acreditación de los delitos, por lo que “las imprecisiones endilgadas por el recurrente no constituyen más que límites epistémicos razonables del conocimiento del pasado que no afectaron la capacidad defensiva de refutación, ni la posibilidad de reconstrucción histórica del hecho con la certidumbre necesaria para fundar un pronunciamiento penal condenatorio, en particular en lo relativo a que el suceso atribuido efectivamente ocurrió y a cuáles han sido sus rasgos delictivos esenciales”. Para García Netto, en el proceso que condenó al cura “se respetaron las garantías y principios previstos en la Constitución”. Además, la procuradora consideró que sí debía hacerse lugar al recurso de queja de la querella que pedía juzgar a Grassi por dos casos que la Justicia había desestimado. 

Grassi cometió los abusos por los que fue condenado en 2000. Por entonces, “Gabriel” tenía 13 años; los otros dos chicos que denunciaron abusos, “Luis” y “Ezequiel”, tenían 16 y 9 años respectivamente, recordó en diálogo con PáginaI12 Nora Shulman, directora del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de Derechos del Niño (Casación), que fue querellante en la causa. “Celebramos que quede firme la sentencia, pero nos dio bastante pena que hayan dejado a dos de los chicos de lado, no es claro qué criterio tomaron los jueces para condenar a Grassi por un solo caso. El fallo de primera instancia fue un mamarracho, decía cosas como que las declaraciones de Luis y Ezequiel no eran creíbles, porque Gabriel se había mostrado muy emocionado al declarar y ellos dos no”, dijo. “Ahora otro tema fundamental es que le saquen los atributos de cura. Un personaje así ya no puede ejercer el sacerdocio. Y tiene que cumplir con la condena que le fijaron, no puede haber prisión domiciliaria ni salidas, porque no se las merece. Es lo que esperamos para que no vuelva a hostigar a ningún chico más, y que no pueda volver a pisar la Fundación ni ningún lugar donde haya chicos”, añadió Shulman.

Por su parte, el abogado de Grassi, Rodrigo González, manifestó sorpresa por la decisión del máximo tribunal. “No esperaba una decisión tan contundente de la Corte. Quiero leer el fallo para realizar nuestro aporte y ver cuáles serán los pasos a seguir”, dijo, aunque sí adelantó que los próximos “serán días de mucha tristeza”.