González Catán, primeros años 2000. Como en tantas casas del conurbano bonaerense, los Garcilazo almorzaban guiso de fideos, lo recalentaban para la cena y al otro día lo reciclaban en torrejas. El joven Daniel Garcilazo estudiaba educación física en la Universidad de La Matanza mientras afuera, en las calles, unos pibes se desarmaban tirando pasos de breakdance. Y mientras, también en las calles, el país se desarmaba de igual modo.
En la intimidad Daniel soñaba con cantar en Mambrú o con patear una pelota junto a Riquelme. Daba igual: el pibe quería triunfar, ser famoso. Hoy su personaje Hip Hop Man es uno de los referentes de la lucha contemporánea argentina. Y, haciendo honor a su nombre, mostró intenciones de participar de la Red Bull Batalla de los Gallos después de que se lo pidiera la nueva camada del freestyle.
De chico, el enérgico Daniel empezó presentándose y saltando de casting en casting. Por ahí estaban Popstars y Camino a la Gloria, los reality shows de la Generación Reality Show. No quedó en ninguno, pero siguió intentándolo: “¿Y si pruebo bailando?” Se acercó a los breakers, se anotó en un taller de expresión corporal y descubrió que su cuerpo también podía ser una herramienta laboral. Siguieron los castings y comenzó a colarse en su vida la influencia de su padre, Demetrio Garcilazo, luchador de catch de Titanes en el Ring.
Sin un destino claro y con los estudios cursados a medias, viajó a Uruguay en 2005 con la esperanza de probarse en un nuevo show televisivo: Gladiadores del Ring
, un comeback del espíritu de Titanes en el Ring y Lucha Fuerte. Daniel ya venía asomándose en el mundo de la lucha libre pero esto era otra cosa: la tele, los rayos catódicos, algo que se parecía bastante a la fama. Quedó y fue Rogelio El Plancha, el pibe villero que entronizaba el ideal de los humildes. “Viene de la villa pero nunca se arrodilla”, decía su canción
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Enseguida, el productor Eduardo Husni cerró contrato con Telefe para saltar el charco y hacer 100% Lucha, el programa que se convertiría en un éxito infantil argentino entre 2006 y 2010. Y ahí andaba Daniel Garcilazo, que venía de ser Rogelio El Plancha, pero que encontraría una nueva identidad. “Husni me preguntó si sabía bailar, me tiré unos pasos y después me preguntó si sabía rapear”, dice Daniel, desde su hogar actual en Ciudad de México. “Y no, no sabía pero improvisé algo”, sigue. “Vas a ser el chico que baila hip hop”, le dijeron. Así se convirtió en Hip Hop Man, el rapero luchador.
El héroe menos pensado
Husni fue el encargado de pintar su fábula: Hip Hop Man llegaría desde Nueva York y estaría acompañado por dos breakers de pasos llamativos. “Yo me defendía”, reconoce Daniel, con la bandana del personaje en su frente. “En Laferrere siempre había chicos bailando y Husni quería apuntarle a ese público”, recuerda. Y no le pifió, aunque Hip Hop Man empezó perdiendo casi todas las batallas, porque era un alfeñique al lado de bolas de músculos como Viloni o La Masa: “Al principio me sacaban en camilla en todas las peleas”.
Poco a poco, los chicos comenzaron a identificarse con él, a sentirlo como un par, a reconocerlo como un héroe, y se volvió uno de los grandes protagonistas de la serie. Cuando los contrataban para hacer presencias en cumpleaños de niños, Hip Hop Man era de los personajes que más llamaba la atención. “Se terminó dando por la lucha, por algún lado se tenía que dar”, bromea.
Eso hizo que Husni le diera más protagonismo en 100% Lucha: fue el primer peleador en derribar a La Masa (el villano anabólico interpretado por Luis María Montanari), el primero en ganarle a Gorutta Jones (un humano tamaño Godzilla XXL) y terminó saliendo campeón del torneo de dobles junto a Delivery Boy, otro pibe común en situación extraordinaria. Llegaron las dos películas (100% Lucha, la película y 100% Lucha, el Amo de los Clones), la grabación de dos canciones (“Soy malísimo cantando”, reconoce) y dos Luna Park explotados de gente. “Fue cumplir un sueño”, se emociona.
Intempestivamente, en 2010, por un cambio gerencial, Telefé dio de baja 100% Lucha. “Los dos programas más populares de ese momento eran el de Maru Botana al mediodía y nosotros los domingos”, recuerda. “Medíamos 10 puntos de ráting pero no importó.” Llegaron el final, la incertidumbre y el último aliento de algo que, en Argentina, siempre tuvo subes y bajas: la lucha libre.
Para 2011 repitieron algunos episodios y ya está, ya no hubo más 100% Lucha en televisión. Con la ilusión de la vuelta y con Viloni (el máximo ídolo de los chicos) a la cabeza, varios de los luchadores de la troupe encararon una gira exitosa por todo el país. Sin embargo, lentamente la llama se fue apagando. El envión duró hasta 2013 cuando la cosa “ya no iba ni para atrás ni para adelante”. Venían de meter 4000 personas y terminaron llenando clubes de barrio para cientos. “Estábamos acostumbrados a otra cosa.”
Un rudo en suelo mexicano
Con la plata que juntó, Daniel viajó a México, donde la lucha es el deporte oficial. Quería probar suerte por allá. Un amigo francés, Heddi Karaoui, también luchador profesional, le tendió unas puntas vía Facebook. Daniel contactó a todo el mundo, mostró unos videos, consiguió sus primeras fechas y planeó quedarse unas seis semanas. En Argentina cursaba Producción de Radio y Televisión en el ISEC, y viajó con un permiso para poder faltar. Pero no volvió más: Hip Hop Man se convirtió en uno de los personajes más odiados y populares de la lucha mexicana.
¿Odiado? “Sí, acá conocen a Maradona, Messi y a nadie más. El personaje creció porque me hago odiar. Dejé de ser técnico y ahora soy rudo. Por ser argentino me miraban de reojo, soy el argentino odiado”, cuenta. La lucha libre mexicana es de las más exigentes del mundo y su público es de los más intensos. “Cuando me hice rudo, por traición, me querían matar”, dice. “Pero fue lo mejor que me pasó.”
Hoy pelea de forma independiente para las compañías más prestigiosas de México. Por eso, Hip Hop Man infla pecho y desafía a la audiencia azteca: “No tengo la culpa de que los eliminemos siempre en el Mundial”.
Su carrera fue creciendo y hasta peleó en Arena México, el estadio de lucha más importante del mundo. “Era mi meta luchar ahí”, desliza. En 2016 metió una batalla grupal de todos contra todos y un mano a mano contra Joaquin Wilde , luchador profesional de la WWE, la liga más popular del planeta. “Tenía a todo México abucheándome”, recuerda. “Me facilitó mucho el trabajo que quisieran verme para insultarme.”
Por esas cosas del destino, Hip Hop Man empezó a pasarse a la actuación y a aparecer como extra en algunas producciones de las cadenas Televisa, Telemundo y hasta de Netflix. Participó en El Dragón, Guerra de Ídolos, Falsa Identidad y hasta en la serie de Blue Demon, una de las máximas leyendas en la historia de la lucha. Y de tanto pisar ese suelo, hoy coordina extras en producciones audiovisuales.
Si Hip Hop Man no va al freestyle
“Quiero participar en la compañía New Japan, pelear en Estados Unidos, convertirme en el único argentino en luchar en las tres potencias y, ahí sí, retirarme”, anticipa Garcilazo. Pero mientras capea el parate por la pandemia y se relame por los viajes que tenía planeados, Hip Hop Man se metió en las noticias de forma completamente inesperada: por el freestyle. Una serie de aleteos de mariposa lo empujaron a presentar una audición para la edición 2020 de la Red Bull Batalla de los Gallos.
¿¡Qué!? ¿¡Cómo!? ¿¿Quién en qué!? Sí, Hip Hop Man mandó su video tirando free luego de que el usuario de Twitter @derangedbro bromeara con el regreso de Acru, Tata y Frescolate, MCs de talla legendaria. “Solo falta Hip Hop Man”, tiró. La broma escaló tanto que hasta a Dybbuk y Mecha, dos jóvenes promesas de las batallas (y fanáticos de 100% Lucha), les pareció una buena idea pedirle a su ídolo que se anotara. “Tiramos una campaña en las redes y la gente se re copó, el chabón es muy grosso”, revuele Dybbuk. “Para mí es 100% represent que se siga llamando Hip Hop Man”, aporta Mecha.
¿Cómo fue tu audición para la Red Bull Batalla de los Gallos?
--Aunque soy bastante caradura, al principio dudaba. Pensá que fui a Popstars a cantar Ricky Martin. Pero los chicos me terminaron convenciendo. Me hicieron emocionar muchísimo, me la pasé llorando. Quería mandar algo que no sea tan malo. Por eso un amigo, el historietista Alexander Duré, me ayudó un poco. Hice una improvisación pequeña y los últimos segundos fueron un mensaje para mis fans. A la media hora me reventaron las redes sociales.
¿Y qué dijiste?
--Que extrañaba esos tiempos con mis homies, en los que luchábamos con La Masa y con Viloni.