Cuando en la noche del sábado 7 de marzo la imagen del Indio apareció sobre el escenario del estadio Malvinas Argentinas en pleno show de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, muchos necesitaron unos minutos para procesar lo que estaban viendo. ¿Era el Solari de carne y hueso? ¿Se trataba de un avance tecnológico? ¿O todo formaba parte de una joda? Algunos se rieron y otros alucinaron. Pero hoy, tres meses después, presumimos que aquel holograma pareció decirnos que el futuro llegó exactamente un rato antes de que la cuarentena dinamitara los estándares de espectáculos en vivo: la “nueva normalidad” indica que –de momento y quizás por un largo tiempo– será más probable producir un recital con presencias virtuales antes que reales.

 

Este enero, el Indio cumplió 71 años: es uno de los representantes más veteranos de la cultura rock argentina (sólo lo supera Litto Nebbia, apenas por seis meses), pero así y todo parece el más dispuesto con las nuevas tecnologías tanto para producir música como para transmitirla. El mérito no es reciente: ya a finales de los ’90, siendo un cincuentón, tiraba: “No me gusta que un chico de 17 años sea un clásico o le tenga miedo a un sampler”.

Quizás es por eso que dos décadas sigue siendo un magneto para las nuevas generaciones de pibes, incluso para aquellas que –por primera vez en mucho tiempo– ya no sienten al rock como el zeitgeist de la juventud criolla. El año pasado Wos esparció algunos guiños en su disco debut Caravana (una frase de Queso ruso en Canguro, el leitmotiv de Luzbelito y las sirenas en Luz delito). Mientras que la misma noche que el Indio debutaba en formato holograma en aquel show de Los Fundamentalistas en el Malvinas, Ca7riel y Paco Amoroso hacían una literal y picante versión de Semen up en el Auditorio Oeste.

¿El rap va a Solari en busca de algo del rock, o porque en realidad parece un ejemplar diferenciado de su especie? El año pasado, el cantante se había imaginado experimentando en el hip hop, no se sabe si como un plan ya definido o solo como un deseo a viva voz.

 

El más extrovertido de los cantantes tímidos

Después del accidentado recital del 11 de marzo de 2017 en Olavarría, el Indio solo había aparecido públicamente para darle algunas entrevistas al periodista Marcelo Figueiras, con quien trabajó su biografía Recuerdos que mienten un poco. Por eso sorprendió su repentino desembarco en Instagram, en noviembre.

En un principio parecía que era únicamente para difundir aquel show de Los Fundamentalistas (a beneficio del tratamiento que debía realizarse el baterista Martín Carrizo), ocasión en la que Solari terminó “apareciendo” a través de una pantalla en dos canciones de Los Redondos. Pero luego comprendimos que el Indio había vuelto en forma de bits para quedarse: primero con fotos de su banda, luego algunos textos en formato de imagen, después pinturas y dibujos de creación propia, más adelante algunas postales de su intimidad y hasta algún Instagram Live medio lisérgico. Una exposición hasta entonces desconocida.

El músico le fue tomando tal confianza y gusto a la red social que incluso comenzó a subir bajo el nombre de El Cantante Tímido algunas improvisaciones en un extraño instrumento diatónico de cuatro cuerdas llamado Merlin. Algunos se aventuraron a creer que eran anticipos de un posible nuevo disco, aunque el mismo cantante se encargó de desmentirlo.

 

El asunto es que, en simultáneo, desde su cuenta oficial de YouTube comenzaron a compartirse videos de los tres shows que Los Fundamentalistas hicieron sin el Indio, todos con calidad full HD y un tratamiento especial de sonido. Las repercusiones fueron notables, especialmente en cuarentena, lo cual encendió la manija popular para pedirle al Indio que diera el paso que le faltaba en el universo digital. Primero apareció a través de una pantalla y luego en forma de holograma, sin olvidar aquella experiencia iniciática de 2015, cuando la proyección de un show de 2008 en La Plata agotó numerosas funcionas en el Luna Park, recorrió el país y llegó hasta Miami y Nueva York.

Las versiones vienen circulando incluso desde el año pasado, cuando la covid-19 no figuraba en ningún diagnóstico y aún así se deslizaban conversaciones y –sobre todo– la búsqueda de una plataforma capaz de rendir buen audio/sonido y bancarse la demanda de usuarios que Solari podría generar con un live. Ahora, en cambio, el streaming aparece como la única posibilidad de mediar un show entre una banda equis y un público zeta, sobre todo tras la experiencia pionera en la provincia de Santa Fe, los permisos para reuniones de diez personas y los protocolos de espectáculos que proponen algunos colectivos. ¿Será el Indio quien vuelva a trazar un hito?