Con estrictos y costosos protocolos sanitarios y a puertas cerradas, el boxeo volvió el martes por la noche a Las Vegas. La velada que la poderosa promotora Top Rank llevó adelante en la sala de conferencias del MGM Grand Garden Hotel y en la que el campeón de los plumas de la Organización, Shakur Stevenson derrotó por nocaut técnico en el 6º round al puertorriqueño Félix Caraballo en combate fuera de título, trazó el camino que la actividad habrá de seguir a nivel mundial. Al menos, hasta que la pandemia de la Covid-19 haya sido puesta bajo control.
“No hay forma de asegurar una competencia 100 por ciento libre del virus, pero estos protocolos mitigarán significativamente las chances del contagio”, dijo Bob Bennett, director ejecutivo de la Comisión Atlética del estado de Nevada, cuya capital es Las Vegas, a propósito de las estrictas restricciones bajo las cuales se realizó la reunión, contenidas en un documento de 20 páginas. Las normas fueron tan severas que a una de las participantes, la pugilista Mikaela Mayer, ni siquiera se le permitió alojarse en el hotel, luego de que le diera positivo el test PCR que debió realizarse en Denver (Colorado), su lugar de residencia, antes de emprender viaje a Las Vegas.
Todos aquellos directamente involucrados en el show (boxeadores, técnicos, autoridades, técnicos de televisión y auxiliares) debieron presentar una prueba efectuada en sus ciudades de origen y también fueron examinados a su llegada al hotel. Luego de una espera de 6 horas en una dependencia aislada y sanitizada ubicada en las afueras del mismo, recién pudieron registrarse una vez conocidos los resultados. Además, tuvieron que alojarse en habitaciones de un mismo piso, sólo pudieron tomar un ascensor exclusivo e hicieron sus comidas en un salón apartado y bajo normas sanitarias. Para trasladarse a los gimnasios de entrenamiento, Top Rank puso a disposición una flota de automóviles que eran desinfectados al final de cada viaje.
Antes del pesaje, los boxeadores y sus segundos (sólo se habilitaron dos en cada esquina) fueron sometidos a nuevos tests y una tercera batería de exámenes se realizó el mismo martes, entre 4 y 6 horas antes de las peleas. Salvo los pugilistas y los árbitros sobre el ring, todos los demás participantes debieron usar barbijos o tapabocas, los jurados fueron ubicados a 1,80 metros del cuadrilátero y no al borde del mismo como habitualmente sucede y los anuncios se hicieron debajo del entarimado, donde también trabajaron las mujeres que anuncian los rounds con carteles. No fue autorizado el ingreso de los periodistas y los relatos y comentarios de televisión para EE.UU (transmitió ESPN) y Latinoamérica (emitió Combate Space) se hicieron desde los estudios.
Top Rank, la legendaria empresa que lidera el octogenario promotor Bob Arum, invirtió 25 mil dólares en los distintos procedimientos de salud y tiene reservado el MGM Hotel de Las Vegas para realizar veladas televisadas de boxeo cada martes y jueves hasta el jueves 25 de junio. De ahí en adelante, sus planes son ambiciosos pero dependerán de la evolución de la pandemia. En declaraciones a la agencia Associated Press, Arum relevó que el inglés Tyson Fury y el estadounidense Deontay Wilder podrían volver a pelear por el título de los pesados del Consejo Mundial en noviembre o diciembre a puertas cerradas en los Estados Unidos o con público en Macao (China).
Otra empresa de peso en el negocio del boxeo, como Golden Boy Promotions, reiniciará sus operaciones el próximo 4 de julio desde Indio (California) o Las Vegas. Su presidente, Eric Gómez, anticipó una posibilidad explosiva: el mexicano Saúl “Canelo” Alvarez, triple campeón de los medianos, supermedianos y mediopesados de diferentes entidades y el boxeador más taquillero de la actualidad, evalúa reaparecer a estadio vacío en septiembre. “Estamos discutiendo los detalles pero él está abierto a esto”, dijo Gómez, sabedor que la vuelta del Canelo podría convencer a otros boxeadores importantes de emprender el regreso aún en medio de la pandemia.