Primero salieron funcionarios del área económica adelantando que la recesión había terminado. Después la legión de consultores de la city, algunos con sus jefes en algún cargo en la Nación, Ciudad o Provincia de Buenos Aires y otros actuando de apoyo externo al Gobierno, ratificaron que la caída de la economía había culminado. En esta estrategia de marketing de gestión de gobierno faltaba la confirmación del Instituto Nacional de Estadística y Censos. Ayer el Indec de Macri entregó ese aval esperado. Es necesaria mucha convicción oficialista o todavía padecer las secuelas del trauma de la gestión del Indec del anterior gobierno para avalar el actual manoseo estadístico. La subestimación de los datos económicos negativos es la forma de disfrazar la magnitud de la redistribución regresiva del ingreso. ¿Si la actual conducción dibujó la caída de 6 por ciento en 2009 con el exclusivo objetivo de reescribir la historia del ciclo de crecimiento del kirchnerismo por qué no lo retocaría en 2016 para aliviar al gobierno de Macri?
Pese a que gran parte de los indicadores de actividad y empleo ha sido negativo en el segundo semestre del año, el Indec distribuyó un comunicado asegurando que en el tercer trimestre la economía subió (desestacionalizado) 0,1 por ciento, revisando el dato anterior de caída de 0,2 por ciento, y en el cuarto aumentó 0,5 por ciento. Así se garabatea el fin de la recesión autoinfligida.
Como variables clave de la evolución de la economía no muestran síntomas de recuperación, para explicar esa nebulosa estadística los economistas del macrismo salieron rápidamente a enviar un mensaje para alimentar deliberadamente la confusión general. “La calle todavía no siente la mejora de la economía.” Es una afirmación que está en línea con la inventiva oficial. Para justificar el lanzamiento de la economía a una recesión, con una megadevaluación, tarifazos y apertura financiera y comercial, han dicho sin ruborizarse que evitaron de ese modo una crisis como la del 2001 o, en una expresión de la impunidad que entrega el poder, hablaron de una “crisis asintomática”.
Antes había una crisis que la gente no se daba cuenta; y ahora hay una recuperación que la gente no siente. En el mundo de Macrilandia, la jubilación mínima es de 9000 pesos y pico, no hay despidos, la inflación baja, aumenta la inversión privada y la economía salió de la recesión aunque la sociedad no está registrando esa mejora.