Querido Presidente,
Las compañeras travestis privadas de la libertad nos atrevemos a recurrir a usted ya que no nos queda otro recurso. Somos las trans alojadas en el Complejo Penitenciario Federal N*4 de Ezeiza. Emilce Lobo, activista, militante y referente trans, es quien redacta esta carta. Pese a haber recurrido a diversos organismos gubernamentales de Ciudad y Nación, nos dirigimos a usted para expresarle nuestro repudio a las resoluciones de los jueces y negativas a nuestros pedidos. No les ha importado que seamos personas de riesgo absoluto y total, y que muchas de nosotras tengamos prisión preventiva. Argumentan que no se nos puede otorgar la prisión domiciliaria por peligro de fuga y de entorpecer la investigación. Nos tienen aquí sin importarles la problemática trans. La salud no es la prioridad en el Complejo. Tenemos una sola enfermera que solo sabe inyectarnos Diclofenac para calmar cualquier dolencia. Tengo una compañera a la que hace más de un año que no se le hace un recuento de CD4 carga viral, hepatograma, etc., por su patología de VIH, antecedentes de tuberculosis y cáncer de piel. Los médicos de esta unidad le respondieron al juez que la compañera está en perfectas condiciones, cuando la compañera Rosa Bañez tiene fiebre y convulsiones constantes y se la ve con muy bajas defensas. Muchas estamos a un año de cumplir con nuestras penas, otras mucho menos, y no fuimos beneficiadas con la excarcelación o arresto domiciliario. Quien suscribe, la misma, es portadora de VIH y está en tratamiento para la tuberculosis multiresistente, con una prótesis de mama encapsulada y con profundo dolor. El Juzgado Oral N*7 me negó la excarcelación y arresto domiciliario.
Otra compañera, Valentina Díaz, lleva 7 años con prisión preventiva sin condena firme. Es algo único. Bueno, no me sorprenden mucho las irregularidades del poder judicial. Wendy Espinoza Orneta, con prisión preventiva, con antecedentes de tuberculosis y doble tratamiento en el Hospital Muñiz tampoco fue beneficiada con nada.
Debora Marín Romero, reincidente por ausencia del Estado, porque si hablamos de reinserción, que es la idea de todo Estado institucional. Tenemos leyes pero no hay inclusión laboral y tenemos que sobrevivir. Yo siempre digo lo mismo: no vivo, sobrevivo en una sociedad machista en la que es difícil manejarse. Ese fue el caso de la compañera Déborah Marin. En cuando a los artículos de la Constitución Nacional que rezan que las cárceles serán sanas y limpias, lamento informarle que el pabellón 11 de trans carece de todo. Es insalubre, llena de focos infecciosos, entre cucarachas, ratas… todo demuestra la inhumanidad en donde vivimos. En la parte de nuestra hermosa Constitución donde diga que las cárceles deben ser climatizadas para cada momento del año: respondemos que tenemos todos los vidrios de las ventanas rotos.
Le rogamos que envíe una Comisión de su absoluta confianza para verificar mis dichos.
Sin más lo saludamos atentamente.
Emilce Lobo
Valentina Díaz
Wendy Espinoza Orneta
Déborah Marín
Rosa Bañez