Hay proyectos que la preexisten pero que toman un nuevo sentido en la cuarentena: tal es el caso del podcast Epistolar, antología de lo íntimo
, compendio de cartas de figuras del arte, el periodismo y la política, leídas por actores y actrices de distintas generaciones y circuitos. Cada semana hay un nuevo episodio en Spotify. El recorrido incluye a Virginia Woolf, Italo Calvino, Rodolfo Walsh, Julio Cortázar, Frida Kahlo, Clarice Lispector, Antonin Artaud, Kurt Cobain, Osvaldo Soriano, Frida Khalo y muchos otros (hay 79 episodios). Jorge Marrale, Graciela Borges, Osmar Núñez, Luis Machín, Julieta Vallina, Camila Fabbri, Mauricio Dayub, Hernán Casciari, Mauricio Kartun, Pompeyo Audivert, Walter Jakob y Marlene Wayar son algunos de los que aportaron su voz.
El periodista tucumano Diego Jemio, creador de Epistolar junto a Tomás Sprei, cuenta a Página/12 lineamientos de la iniciativa. Con música de Leandro Lombardo y José Ferrufino, en estos momentos incluye algunos textos sobre encierros y pestes.
-¿Por qué decidieron trabajar con cartas?
-Son una posesión física que aporta un vivo retrato de su tiempo y el reemplazo más vívido de una persona. En ellas está su forma de hablar, su personalidad e intimidad, sobre todo en las cartas personales. También están las públicas, las abiertas. Por eso las elegimos, y también para juntarlas con universos que me interesaban: literatura, teatro, radio. Hay una discusión banal de si el podcast es o no radio. Es una cápsula de información con lenguaje radial, que se puede escuchar on demand, en cualquier momento y lugar. Hay una saturación de pantallas. Esto es una cuestión de menos compromiso, sólo auditivo; una invitación a una experiencia inmersiva en ese pedazo de vida de autores con relevancia en distintas esferas. En fin, la idea fue rescatar, reivindicar, traer al presente algo que no hacemos más, el arcaismo de escribir cartas, pero en un lenguaje reciente como es el podcast.
-¿Con qué criterios seleccionás las cartas y a quienes les ponen voz?
-A veces está primero la elección de la carta, a veces la del actor o actriz. Me gusta encontrar ese match. Tienen que ser cartas que en sí mismas sean una unidad de sentido, un cuentito. Y por supuesto que nos gusten, sean bellas, interpelen, desde un pasado hablando en presente: Calvino habla de la legalización del aborto; María Elena Walsh llama a crear un movimiento de acción femenina. La idea es no dejar a nadie afuera, por eso hago una breve introducción donde planteo el tema.
-La ausencia de la imagen parece potenciar la experiencia. ¿Hay un diálogo con los actores en torno a su interpretación?
-No hay una instancia de ensayo más que la que se da en el encuentro, ahora cortado por la cuarentena. Para no discontinuar el proyecto seguimos por correo electrónico. He creado un tutorial para que graben con sus teléfonos con la mejor calidad posible. Aprendí que los actores necesitan ser dirigidos. De repente me encuentro marcando cuestiones de la intención del texto, propias de la palabra. Es un gran desafío para ellos actuar sin cuerpo, sólo con la voz. Muchos me retrataron eso, y no quieren caer en el lugar común del nudo en la garganta para expresar emoción. El proyecto tiene un efecto contagio que me pone orgulloso. Obtengo el sí de una manera rápida y cálida.