Durante meses, Fernando Calvi publicó Al rey de Constantinopla en la revista Fierro. Una historieta sobre una guionista -autodiagnosticada paranoica- que ¿descubre? una invasión alienígena. Una excusa inmejorable para hablar de conspiraciones y cultura pop con su autor, ya con la edición recopilatoria de Hotel de las Ideas en la mano.
-¿Por qué te interesaba hacer una historieta sobre conspiranoia?
-Porque adoro la ciencia ficción paranoica, la de los 50's. Pero también la de Dick, la de Whindam. Ese clima inquietante, de desconfianza y perturbación. Por otro lado porque me resultan insufribles las personas conspiranoicas. Toda esa cultura basada en la ignorancia, en la sospecha consoladora de que otrxs en secreto deciden tu vida. No quise resistirme a vestirme con la piel de ese personaje, de experimentar esas vivencias. Aprendí mucho estudiando y trabajando en esta historieta.
-¿Qué fue eso que aprendiste estudiando/trabajando para esta historieta?
-Aprendí a pensar y a sentir de un modo que no tiene nada que ver con el mío. Comprendí a los personajes, siendo ellos un tiempo largo, aprendí a ver de otro modo. Desprecio la conspiranoia de la protagonista, pero aprendí a padecer su paranoia. Entendí que una persona paranoica contaminada por la ficción puede sentir que vive en lo que lee.
-¿Por qué tienen tanta prédica discursos como el terraplanismo o los antivacunas, sobre todo en momentos como este?
-Porque se basan en la ignorancia absoluta. En la negación del más mínimo conocimiento. Cuanto menos sabés, más fácil es entrar en esos sistemas de pensamiento. Para asimilar cualquier teoría hay que saber una base, y cuanto más avanzás en el conocimiento más profundamente podés comprender. Las teorías conspirativas se basan en que cuanto menos sepas, mejor. Por eso quienes las sostienen suelen ser ignorantes absolutos. De esa ignorancia que no es falta de estudio o instrucción sino de negación al saber. La desconfianza hacia nadie que sepa algo. Para esa gente nunca se llegó a la Luna, San Martín no cruzó los Andes y con los fetos se hacen hamburguesas. Por otro lado la gente suele preferir una mentira a la verdad, que suele ser más simple y directa. Un virus es un virus, un virus creado en un laboratorio te da un misterio, una película berreta y hasta un enemigo.
-Es una historia atravesada fuerte por tus lecturas: Lovecraft, Le Guin, Dick, y Orwell ante todo. Suelen ser otras las referencias en tus obras.
-Es un círculo virtuoso: las lecturas inspiran obras y el trabajar en esas obras empuja a lecturas. Pasé años marcando frases de libros y muchas de ellas están en Al Rey. Ponen la obra en contexto, de un género (la ciencia ficción), de una forma de ver la vida (la ciencia). Todas esas citas me hablaron y ayudaron en algún momento, y sentí que podían ayudar a la protagonista y quizás a algunxs lectorxs. En el libro las citas se ampliaron a lo gráfico también, haciendo referencia a las distintas épocas de la ciencia ficción y su forma de presentar y representar sus ideas. Desde la seminal La guerra de los mundos de H.G. Wells hasta la nefasta Campo de Batalla, la Tierra de L. Ron Hubbard.
-El libro conjuga la historia que cuenta con una necesidad de tocar varios temas presentes en la cultura pop, ¿es así? ¿Lo planeaste?
-Fue parte. Cuando empecé a pensar en la historia, empecé a hablar con la voz de esos dos personajes. Los escuchaba claramente. Escribir hoy no es lo mismo que escribir en 1890 o en 1920. Uno tiene que hacerse cargo de las influencias, que son su escuela. Entendí que la protagonista iba a pensar y hablar bastante directamente. Su amigo iba a usar la cultura popular o comentario para decir lo que tiene que decir.
-Te metés con el slogan de Batman no mata y criticás la lectura superficial del fandom. ¿Por qué querías incluirlo en el libro?
-El pensamiento crítico es algo que me interesa mucho y que cultivo. La ciencia ficción desde sus orígenes tiene mucho de comentario social, político, teológico. En este caso me interesaba practicar eso usando como disparador la cultura popular. Creo que se puede hablar de cualquier cosa usando por ejemplo a los X-Men o al Corto Maltés o a cualquier serie o película. Lo de Batman es interesante, porque acuerdo con que Batman no mate. Pero es falso que Batman no mató nunca, que “el” Batman original no mataba y que si mata no es Batman. Mucho menos que existe un solo Batman. No es una persona (que son contradictorias), es una idea. Cada tiempo y autor la usa como quiere o necesita. Me divierte mucho ese personaje que habla sobre cultura popular. Lo que dice habla de las obras, pero también de Al Rey, de la protagonista.
-¿Cómo fue el proceso de laburo de la historia?
-Capítulo a capítulo. La maravilla de las series. Una idea general, personajes, un punto de arranque y adelante. Tenía una estructura por capítulo, el cierre con gancho, la cita que comenta o remata. No sabía el final. Y trabajé mucho el estilo. Hace poco una persona (no demasiado educada) me preguntó por qué si dibujo bien, decidí dibujar así. Y es eso: decidí dibujarla así porque así debía ser. Es la historia de una persona que sufre mucho, que la persiguen. Un dibujo serio, realista, se me antojaba redundante. Y un dibujo “de diseño” alejaba. Ahí apareció el humor gráfico de los 40-50's. Ese trazo firme y suelto de pincel, esas narices, esa aguada de tinta. Necesitaba un color para identificar al enemigo, el amarillo era demasiado fácil, el dorado más interesante.
-Del lado de los antagonistas hay un fuerte énfasis en el uso de la ficción como mecanismo de invasión, ¿cuál es tu mirada sobre el tema?
-Creo que la ficción es un mecanismo. Todos los personajes usan la ficción para todo lo que hacen en Al Rey. La ficción, si se la sabe decodificar, es una herramienta poderosa. Nos muestra sistemas, metáforas de la realidad, nos proyecta en otrxs. Para entender lo alien, al enemigo incluso, nada mejor que la ficción. Y las ficciones que se hacen cargo de las que las inspiraron hoy son inevitables.