En momentos de invasión digital e hiperconsumo de pantallas, Luis Pescetti apela a la telefonía tradicional para las entrevistas porque, según alega, “una llamada a un teléfono fijo es lo más parecido a salir a tomar un café”. “Estoy harto del celular, del Zoom y de todo eso. Me establecí una rutina de dos o tres llamadas diarias, muy largas, de media hora o cuarenta minutos, con algunos amigos. Y salí de todos los grupos de WhatsApp. Eso me hace bien”, confiesa el escritor, actor, cantante y músico, quien construyó una carrera en diálogo con el público infantil y juvenil pero también con el mundo adulto.
Inmerso en esa cotidianidad de ocupaciones analógicas, el prolífico y multifacético artista sigue creando, aunque no sin dificultades. “La creación se fragmentó muchísimo, y la atención también cambió mucho. La escritura en prosa de largo aliento queda hoy para otro momento, y la tensión se hizo mucho más práctica y más inmediata”, señala. Pero el público lo reclama, y Pescetti responde. Por eso, el sábado 13, a las 17, ofrecerá un concierto especial para toda la familia, con relatos, juegos y música, y donde los chicos podrán escuchar un repertorio con las canciones que ellos elijan al momento de adquirir la entrada . Y la novedad es que la transmisión se realizará en vivo desde el escenario del Teatro Picadero.
“Va a ser uno de los primeros shows que se van a realizar en streaming desde un teatro, y eso le da otra profundidad al concierto”, celebra, al mismo tiempo que lamenta el vacío de las butacas. “En el calor de una sala, uno hace cosas más osadas y ridículas porque estás en medio de la tribu. En cambio, si estás solo es más raro y eso te hace perder la oportunidad del contagio de la emoción del público. Pero esto es lo que se puede hacer ahora”. No obstante, Pescetti promete un show a la altura de los que siempre realiza en escena, “con juegos y canciones de humor sobre la convivencia en familia”, y con un formato que combinará su actuación en vivo con algunas imágenes filmadas del backstage de shows anteriores. Y la presentación será compartida también con sus seguidores de México, Perú, Ecuador, Colombia y Chile.
“La cultura le da profundidad a las experiencias del día. Pero hay quienes no creen en eso y son los que suelen tener la chequera, por eso siempre es muy difícil conseguir presupuesto para cultura”, dispara el artista entre otras de sus reflexiones en cuarentena, circunstancia que lo llevó a encarar un nuevo proyecto en Radio Nacional (El abrazo más grande del mundo, domingos de 14 a 16), mientras se prepara para grabar otro disco (Lío), y selecciona varios poemas que “ya están buscando tapa”.
- ¿Había realizado anteriormente un concierto virtual?
-Sí. Hace un mes hice un concierto para un festival internacional de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en México, y transmití desde mi casa. Y fue toda una experiencia, porque terminás la canción y es muy seco todo, porque faltan los aplausos. No me pongo a ver las reacciones de la gente porque eso sería como ser el Community Manager de tu propio show. Pero finalmente te acostumbrás, como ocurre con la educación online. Al comienzo, con mis hijos, veía que había que remar, pero después algo empezó a funcionar. No es como la escuela, es otra cosa, pero funciona.
-¿Cómo está viviendo este momento en lo personal y lo artístico?
-Como decía una amiga mexicana: de 8 a 9.15 bien, de 9.15 a 11.30 me pega durísimo, de 11.30 a 13 estoy bárbaro, y así. La pandemia tuvo un primer momento de sorpresa y de sobreinformación, y ahí todos hacíamos pan casero (risas). En ese entonces, yo busqué información sobre cómo se entrenaban los astronautas para el confinamiento y también tomé contacto con las bases antárticas argentinas, y hablé con un maestro que estuvo tres años en la Antártida, porque además de infectólogos hay mucha gente con experiencia en transitar una cuarentena. Y a raíz de prepararme para todo eso surgió la idea del programa en Radio Nacional, porque ahí llamé para pedirles el contacto de la radio que ellos tienen en la base, y me dijeron: “¿Por qué no hacés un programa de radio para la cuarentena?”. Por eso tengo la suerte de hacer un trabajo que acompaña y ayuda.
-¿Qué visión tiene acerca de este pasaje obligado a lo virtual que están realizando las y los artistas?
- En alguna conferencia, Daniel Barenboim dijo que él tenía una mano pequeña para algunos pasajes de Beethoven, y que significaba un esfuerzo para él resolverlos técnicamente, pero que ese mismo esfuerzo era lo que le daba una fuerza expresiva. Entonces esto es parecido. Transmitir un concierto online crea una tensión expresiva. Me doy cuenta de que todos estamos con mucha necesidad de hablar, de que nos escuchen y de no ser invisibles. Estamos huérfanos de miradas. Esas miradas furtivas de la calle, cuando alguien te mira pasar, de soslayo, nos estaban sosteniendo y no nos dábamos cuenta qué importantes eran. Entonces, cuando nos faltan esas miradas, como ahora, lo suplimos de alguna manera.
-Siendo un artista que ha realizado una obra destinada a público infantil, juvenil y adulto, y que está en contacto con las familias, ¿qué observa en relación al modo en que se sobrelleva la actual convivencia de tiempo completo al interior de la mayoría de los hogares?
- Me conmueve mucho lo que veo. Creo que estamos llenos de héroes cotidianos por todos lados, como los chicos, papás, mamás y docentes que se adaptan. Hay mucho aguante. Entiendo que el gobierno decidió hacer algo muy loable y prudente que fue consultar a científicos, pero hubiera agradecido que se consultara también a otros especialistas que dieran tips para que la gente supiera cómo llevar mejor la cuarentena. Por ejemplo, en la Antártida le dicen a la gente que van a pasar por distintas fases en el confinamiento, para que de esa manera ninguna persona sienta que lo que le pasa le pasa sólo a ella.
-¿Y qué lugar advierte que encuentra la creatividad en este contexto?
-En este momento salieron a la luz ciertas relaciones y comunicaciones imprescindibles. Y la creación, como todo, se dirigió a lo imprescindible. En mi caso, escribí algunos poemas muy fuertes y escribí un editorial para el día de la Patria: La Patria es la vida. Hice 14 años de radio, pero ahora algo cambió y la gente está encerrada en su casa, y después de un mes y medio todos mis programas empezaron a tener una dinámica en la que en algún momento hago algún juego para que haya contacto en las familias. Por ejemplo, un juego en el que hay que peinar a alguien de la casa. O, por otro lado, también pongo dos canciones, y en la primera el más chico de la casa tiene que robarse algo y esconderlo en el pelo, en el cuerpo o en la zapatilla, y en la segunda canción todos los demás juegan a ser una especie de policía de frontera que lo cachean. Entonces aprendí a hacer radio de otra manera.