Es 8 de marzo y allá afuera una horda de pibas empieza a marchar en repudio y denuncia a la violencia machista, los femicidios, la trata. En un café frente al Obelisco, desde donde se ve todo, Selva Rodríguez Méndez, cantante y saxofonista de Madda Kali, cuenta que muchas veces la cuestión de género les cerró puertas. “La cultura rastafari es muy machista, y pasó que no nos invitaran a un festival por ser un grupo de chicas. O a veces te toca un bolichero que se agranda porque somos minas, y te dan ganas de cagarlo a trompadas”, dice.

Madda Kali arrancó en 2008 con la idea de hacer reggae, pero escapándole –sí, se puede– al cliché de Marley. Aunque hoy son tres las que persisten en la base (Selva en voz y saxo, Lola Marco en bajo y Agustina Brizuela en batería y voz), al principio llegaron a ser diez mujeres, todas obsesionadas con explorar la raíz jamaiquina. Así llegaron a sus preferidos Barrington Levy, Gregory Isaacs y Rico Rodríguez. Empezaron como banda instrumental y con el tiempo sumaron cantantes. “Queríamos hacer reggae en castellano pero sin perder de vista la raíz”, explica Selva.

El álbum que están presentando se llama Vol. 1 y fue editado en forma totalmente autogestiva, con la plata que fueron ganando en las fechas, o sacando de sus bolsillos. Las canciones, que despliegan un reggae cadencioso y muy bien armado en la instrumentación, navegan por el roots, el new roots y el dub, con incursiones en el rocksteady y, ahora, el raggamufin. Mientras hacían el disco, que tiene de invitadas a Sara Hebe y Francia Herrera, las Madda Kali tocaron mucho en el circuito porteño y giraron por Uruguay y Brasil.

“Nunca fuimos por el lado de la coquetería. Mostramos el lado de la mujer guerrera, el respeto, el cuidado, la lucha, y eso a veces no les gusta a los hombres”, afirma Selva. Y avisa: “Por ser mujeres siempre fue más difícil, pero supimos ponernos en un lugar que nadie nos pueda pasar por arriba”. 

Sábado 8/4 en Teatro Mandril, Humberto Primo 2758. A las 23.