El ex joven terrible Roberto Pettinato acaba de burlarse de Plaza Sésamo porque incluyó a un niño autista como personaje de la serie.
Se preguntó, autocelebrando la ocurrencia "¿acaso tenemos que entrar todos? (en la serie) Con ese criterio tienen que entrar los asesinos, los mafiosos..."
Es frecuente (cada vez menos) que se usen categorías de salud mental o condiciones diferentes a la "normalidad" de las conductas de la época, como adjetivación peyorativa: psicótico, esquizo, autista.
Algo hemos crecido, y cada vez se hace menos humor con estos temas.
Y cada vez es más la empatía, solidaridad y acompañamiento de las familias, los amigos, los vecinos y los desconocidos con las personas con discapacidad y sus acompañantes. Y más allá de alguna cara de desconcierto, hay comprensión, tolerancia y ayuda ante las eventuales conductas disruptivas de los niños con TEA.
Comparar a alguien con TEA con un asesino, para burlarse de la inclusión de los diversos en una serie de TV, es quedarse un poco atrás de los más retrógrados, y exhibe una ignorancia que más que dolor da vergüenza ajena. Para el humor terrible también hay que tener talento.
El bueno de Roberto debería saber que 8 de cada 100 niños nacen con algún Trastorno del Espectro Autista. Con esta estadística, solo el azar o sus ateojeras han hecho que no conozca ninguno.
En discapacidad se habla hoy de "extensión" además de "inclusión". Extensión que consiste ya no en traer al discapacitado a una normalidad hegemónica, sino de darle la oportunidad, inclusive a tipos como Pettinato, de adquirir la capacidad de convivir con los prójimos, diversos y complejos, que son parte de esta ficción conceptual llamada sociedad, pero que exigen y merecen respeto y dignidad bien real.
* @felixcrous